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 Correos: Perelandra y los exoplanetas.- Noob

010. Testimonios
Noob :

Desde hace unos años los observatorios y telescopios han ido perfeccionando la técnica de detección de exoplanetas, planetas que orbitan otras estrellas. Las estrellas que podemos observar individualmente están dentro de nuestra galaxia. Las otras galaxias las observamos como grupos de estrellas, pero no discernimos sus estrellas individuales. Nuestra galaxia tiene aproximadamente 100,000,000,000 de estrellas. Cien mil millones. El estimado actual del número de galaxias en el universo observable es de alrededor de 200,000,000,000 de galaxias. En la pequeña ventana de observación que tenemos hoy día en nuestra galaxia hay ya confirmados unos 5600 planetas, llamados exoplanetas porque no están en el sistema solar sino orbitando otras estrellas, con otros miles más probables. Nota bien que sólo hemos podido observar una pequeña muestra de nuestra galaxia, como si miramos por entre un tubo, digamos, en una dirección. Más o menos durante la segunda guerra mundial, nuestro pobre conocimiento de los planetas más cercanos, Marte y Venus, era lo suficientemente burdo como para que C.S. Lewis escribiera su trilogía de teología-ficción incluyendo Perelandra en el lugar de Venus, un planeta donde a sus habitantes no les había ocurrido el “pecado original”.

Uno de los pilares de la ciencia y tecnología moderna ha sido el uso de estadística y probabilidades para entender y controlar los procesos físicos, tanto los llamados “deterministas” cómo los cuánticos. El caso es que podemos inferir lo que ocurre u ocurrirá con base en la observación sistemática de hechos anteriores, y el uso de matemáticas y conceptos básicos (no significa fáciles). Antes de la detección de al menos una muestra mínima de exoplanetas era imposible estimar la proporción de planetas que de una u otra forma pudieran dar lugar a “vida”, y por lo tanto a “consciencia”, es decir, darme cuenta de que me estoy dando cuenta, inteligencia auto-referencial. Esta consciencia también está relacionada con la conciencia moral, es decir nuestra capacidad de juicio del bien o el mal. Hoy día es claro que hay planetas donde hubo/hay/habrá vida semejante, en cuanto consciente, a la vida que conocemos. Ya no son los hombrecitos de color azul celeste del espacio sideral, o los marcianos hypercerebrados, productos del cine o las novelas, o los habitantes de Perelandra. No sabemos los detalles, pero la evidencia va amontonándose de modo que la inferencia ya no es simple imaginación, sino que va poco a poco definiendo la proporción numérica de esos exoplanetas.

Tanto en la biblia como en otras religiones, la existencia del mal y del sufrimiento han sido atribuidos a algún evento inicial de la raza humana, frecuentemente con intervención del diablo. En el caso del cristianismo, la venida de Cristo y su sacrificio en la cruz se presentan como una consecuencia de ese pecado original, que requiere la redención. En otras religiones las consecuencias o relaciones con la divinidad se describen de otras formas. Pero en lo que yo conozco hay en la mayoría ese elemento de buscar entender el origen del sufrimiento y del mal, y proveer algún tipo de redención o sentido. En la mayoría de los casos esa liberación no se da sino hasta que uno se muere y llega al cielo, directamente o a través de pasar por cucaracha, ratón, bodhisattva o lo que sea. Sé que estoy supersimplificando, pero me interesa irme aquí a lo central de esas ideologías, que es la necesidad de una salvación de un pecado que uno no cometió, pero del que no se puede escapar. Esta culpa heredada era, al menos en mi experiencia, una de las raíces del montaje artificial de la realidad, que aprendí y viví en el opus.

Si ahora resulta mucho más contundente que los seres humanos no somos los únicos con consciencia, entonces vuelve a plantearse la pregunta que C.S. Lewis trató de explorar: ¿La supuesta redención obtenida por Cristo en la cruz no era pues universal?

Es hora de quitarse de encima esa culpa ajena, de dejar de sufrir por eso. El dolor, el mal, son consecuencias de la naturaleza, no sólo humana, sino de los procesos que ocurren de forma natural. A cada quien le toca encontrar su centro, su conexión con la realidad, que le permita remontarse por encima de esas narrativas de vergüenza, culpa, y miedo. Sea que se interprete este universo como creado y sostenido por un ser espiritual superior, o no, en el hoy y ahora estamos en la más profunda intimidad con nuestro propio yo, y si existe, con ese Dios.

En su momento nos comimos muchos de los cuentos que nos echaron en el opus sobre lo que es el mundo y lo que son las personas. Hoy, mejorando nuestro conocimiento propio, y del mundo que nos rodea, estamos construyendo un “yo” cada día más cercano a su realidad. Podríamos decir que estamos descubriendo nuestra verdadera antropología. OpusLibros es un repositorio extraordinario de esa evidencia.

“Veritas liberavit vos”. Cada uno de nosotros es en gran medida el resultado de sus narrativas interiores, de cómo interpretamos los sucesos que vemos, aprendemos, padecemos, o generamos. Muchas veces resulta difícil separar las narrativas interpretativas de la simpleza esencial de lo que nos pasa. Por lo menos esa es mi experiencia personal. Le deseo a cada una y a cada uno llegar a encontrar un fundamento interior suficientemente sólido para ir liberándose de esa confusión interior por la que nos causamos tanto sufrimiento. El dolor, la tristeza, son parte de nuestra vida, pero son distintos del sufrimiento mental.

Descubre tu propia Perelandra, tu verdadera realidad libre y consciente. Está ahí dentro de ti, al alcance de tu percepción interior. Así podrás ir liberándote poco a poco, o de golpe tajante si es lo tuyo, de ese cilicio mental que aun trata de agarrarse de nuestra memoria para no ser puesto en evidencia.

Noob




Publicado el Friday, 08 March 2024



 
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