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 Tus escritos: 1. El irracional clasismo del fundador.- Saturia valentín

090. Espiritualidad y ascética
Saturia Valentín :

 DESCUBRIENDO LA PÓLVORA

 

1. El irracional clasismo del fundador

 

            A las buenas, aquí SaturiaValentín al aparato con un nuevo escrito que, siendo sincera, no me deja muy bien ante cualquiera de esta web que lo lea, porque vamos, ya me vale, mira que descubrir yo según qué cosas a estas alturas de la película…

            En mi defensa diré que 1) es lo que pasa con el abuso de psicofármacos, que te quedas medio tonta; 2) los datos que empleo ahora para llegar a esta conclusión no los conocía cuando estaba dentro, me los ha facilitado esta página y 3) ¿He mencionado ya que todo el tema lo tenía metido en un desván al que no voy desde finales de los ochenta?...



            Mi actitud con respecto al fundador siempre fue bastante neutra. Es decir, me caía bien el tipo. No me molestaba su carácter. Comprendo a quien le cayese mal tanta impetuosidad y unos modos un tanto rudos, directos (hay algunos testimonios en este sentido en la web), pero a mí no me llamaba la atención, dado que sólo lo veía en filmaciones. Estimo que esos modos derivaban en gran parte de su paisanaje. Quizás también suceda que yo siempre había vivido en un ambiente un poco áspero, con pocas contemplaciones, lo que me hace poco susceptible en general (y un poco aloriada, la verdad, no cojo una indirecta ni por recomendación del médico). De tal manera que no me caía mal, como digo, pero la cosa esa de la veneración por todo lo que hacía y decía, y quedarse extasiado por el detalle insignificante tal y cual, pues tampoco. En este sentido digo lo de neutro: que ni me caía mal ni lo consideraba un objeto de veneración. A mí las anécdotas pamplineras de un detalle insustancial del lugar por donde una vez pasó el fundador y miró esa lámpara y luego giró a la derecha, ohcielosqueemoción, me daban un poco pol saco ya entonces. Y luego, una vez fuera... Pues luego dejé de pensar en él. Parafraseando al gran Rick Blaine en Casablanca, si hubiera pensado en él alguna vez, quién sabe, quizás podría haber llegado a odiarlo, pero es que sencillamente nunca pensaba en él.

            No obstante, no quiero dejar de reseñar una anécdota que me contaron de él, una de esas que me parecieron un poco excesivas. Se contó en una tertulia del centro de estudios que al fundador le hicieron un tac cerebral en la Clínica (de Navarra, obviously). Formaba parte de su revisión, y era la primera vez que se hacía un tac cerebral. Por lo visto, el facultativo que hubo de valorarlo dijo que en toda su vida había visto un tac así. Que era un tac perfecto, la imagen perfecta de un cerebro, tal y como sale en los manuales de la materia, completo, lo que no era frecuente, y la interpretación que daba era que era tan completo y perfecto porque el fundador era un ser muy inteligente, un superdotado. Esto se veía en su tac. Mirad, no es que yo sepa ni mucho ni poco de interpretar imágenes tomográficas, ni tampoco sabía absolutamente nada en esa época, pero... ¿no os suena raro? A mí me sonó rarísimo, porque, en primer lugar, es como si quisieran darte pruebas “físicas”. No había ninguna necesidad de que me dieran pruebas “físicas” para seguir en el Opus Dei o para opinar bien de lo implementado por el fundador o del fundador mismo. Y, en segundo lugar, ¿seguro, seguro, que en una imagen tomográfica se ve la inteligencia? Suena poco plausible. Estas cosas fuera de lo corriente siempre me chirriaron mucho.

            Los escritos sobre el fundador no fueron de las primeras cosas que seleccionaba para leer cuando llegué a la web. Es más, algunas veces me molestaba un poco que algunas personas le tenían particular “manía”. A mi modo de ver a veces se interpretaba de más, se extrapolaba de más: de una frase que vete tú a saber en qué contexto se habría dicho, se le extraía más jugo del que tenía. Yo me decía: ¡mi madre!, es que le miden las palabras, es un poco demasiado. Incluso a veces no me parecía tan grave que existieran algunas incongruencias o contradicciones: cuantas veces yo, en mi vida, una vez he dicho una cosa y luego otra. Al fin y al cabo, si Escriba o Escrivá se escribe con be o con uve a mí qué me importa. E così via.

            Bien, sobre este tema, he de recoger velas. Sigo sosteniendo que algunas de las opiniones sobre el fundador pecan de un defecto que atribuimos precisamente al Opus Dei (yo desde luego se lo atribuyo): que de un detalle verdaderamente insustancial o diminuto se extrapolan conclusiones excesivas y generalizadoras. Sigo manteniendo que esto no es correcto. No podemos caer en el mismo defecto que criticamos. Pero también es cierto que eso sucede en pocas ocasiones. La mayoría de los textos de esta web que analizan la vida del fundador, lo que dejó dicho y mandado, los escritos, su comportamiento y demás, son certeros y justos. Ciertamente, muchas veces se analizan detalles muy sutiles, pero si se hace un análisis objetivo y “científico”, ateniéndose a los hechos contantes y sonantes y a los textos constatables y probados, se extraen conclusiones justas y relevantes. Porque hay cosas injustificables, y han existido manipulaciones indiscutibles. Y cuando queda probada la manipulación de un pequeño dato histórico de poca trascendencia (el parentesco del fundador con fulano o mengano, si cuando pasó tal cosa tal día fue por la mañana o por la tarde, etc.), o la modificación de algunas palabras en un texto, o la cronología de otro texto, el asunto principal no es lo que relata aquel dato histórico en sí, ni la coma que se ha movido, ni qué significado tiene el texto dicho antes o dicho después. El asunto principal suele ser que ha habido engaño, tergiversación, manipulación y falseamiento. Probados. En lo poco. Vale, en lo poco (muchas de las veces). Pero ya es suficientemente grave. Porque no ha sido accidental. Ha sido deliberado. Y frecuentemente obedece a una estrategia estudiada que, si se da para semejantes minucias, te hace preguntarte qué no se habrá hecho con lo importante. Y se instala en el observador una “desconfianza” muy justificada.

            (Por cierto... Ahora que lo pienso... He estado releyendo algunas entradas de la web, cogiendo notas, recordando aspectos que ya había notado... y de repente, me encajan piezas, se me organizan los conceptos y veo el conjunto, alcanzando una certeza. Me quiere sonar... a algo que en su día apuntó Gervasio, entre otros... ¡Mira que si he fundado algo!) (¿Demasiado irreverente? No me lo tengáis en cuenta. He tenido mal día. Se me ha quedado mal cuerpo con todo esto.)

            Bueno, a lo que vamos. Clasismo. Vamos a enumerar algunos datos. Todos ellos proceden directamente de la voluntad expresa y establecida del fundador y de sus declaraciones directas:

1.- Los hijos ilegítimos no pueden pitar (de numerarios y agregados).
2.- Los adoptados no pueden pitar (de numerarios y agregados)
3.- Sólo quienes son católicos de tercera generación podrían ser admitidos (numerarios y agregados).
4.- El fundador denominaba a los hijos habidos fuera del matrimonio “hijos podridos” y a sus familias “familias repugnantes” 

            Respecto a los puntos 1 y 2, que van unidos, me baso en el siguiente texto: Para dejar que un hijo ilegítimo solicite la Admisión como Numerario o Agregado, siempre que reúna las demás condiciones, se necesita permiso de la Comisión Regional. Esta indicación se aplica también a los hijos adoptivos, a no ser que se trate de hijos legítimos y naturales de un matrimonio, adoptados por otro; y siempre que se conozca bien a los padres naturales. [Vademécum de los Consejos Locales, I Incorporación a la Obra. 1. Discernimiento de la vocación pág. 15 y 16]

            Que yo sepa, esta norma sigue en vigor, tanto para el número 1 (ilegítimos) como para el número 2 (adoptados), como criterio general. Hago notar que el que los adoptados no puedan pitar se basa en su ilegitimidad, y que el caso especial en el que sí podrían pintar con una venia de la Comisión, sería porque queda demostrado que:

1) Han sido adoptados por un matrimonio (vamos, que tampoco la adopción puede ser “ilegítima”). Tampoco vale una adopción monoparental, ni que procedan de un orfanato u otras situaciones: Marcelino Pan y Vino no puede pitar.

2) NO son ilegítimos (referido al nacimiento).

3) Se conoce su origen biológico. Me resisto a llamarlo “padres naturales” porque los padres de los adoptados son los adoptantes. El fundador no llama “padres” a los adoptantes, lo que es significativo.

            No quiero dejar de reseñar que resulta paradójico que el fundador llame “auténtica familia” a la del Opus Dei, sin lazos de sangre, pero no considere como auténtica a la familia compuesta por padres e hijos (adoptantes y adoptados), con todas las de la Ley humana y divina.

            No descartemos tampoco que una de las razones por las que no pueden pitar los adoptados y por las que se ha progresado poco en este punto, sea porque entonces todo lo referido con los términos “familia de sangre" en los escritos fundacionales y en la normativa interna habría que modificarlo.

            El 3, los antecedentes católicos familiares. Stoner encontró en el Régimen de 1941, en el capítulo sobre Admisión y Salida de los Socios, que se establecía en su Art. 5 “2. No podrán ser recibidos en la Obra quienes no tengan en su ascendencia inmediata tres generaciones de católicos, siquiera por una de las ramas paterna o materna. (3. Tampoco podrán ser admitidos quienes hayan recibido el bautismo siendo adultos.)” Esto fue establecido por el fundador para su Opus Dei. Entiendo que procede de la normativa de antiguas tradiciones eclesiásticas (que ya estaban medio trasnochadas en 1941, por cierto), así como también entiendo que es lo más alejado posible de la llamada universal a la santidad que el fundador decía preconizar.

            (¿¿¿¡¡¡Ni los que se hayan bautizado de adultos!!!???, bueno, yo es que me lo flipo. Por cierto, ¿qué consideramos como adulto? Para el Opus Dei a los 14/15 años son personas capaces de comprometerse de por vida, “completamente y para siempre”. De firmar un cheque en blanco irrevocable y que lo abarca todo. ¿Pero no es aceptable quien decide ser cristiano con la consapevolezza de un adulto? Me lo flipo muchísimo, vamos. Entiendo que para ser sacerdote pueda entorpecer el haberse convertido recientemente, un sacerdote es un “pastor de almas”, pero, ¿para ser un cristiano corriente? ¿un cristiano en medio del mundo? ¡Amos, anda!)

            También dice Stoner que lo de las tres generaciones actualmente no es un impedimento para pertenecer, si bien de todas formas se sigue solicitando esa información al pitable (concretamente desde cuándo tiene ascendencia católica) y tal información se consigna en el formulario denominado Academia-Residencia (E-28) que se debe enviar a la delegación para la admisión de un candidato. Así que se tiene en cuenta. Muy en cuenta.

            En serio, es como pedirte ser cristiano viejo, pero en el siglo XX. Que, para ser un cristiano normal y corriente, tenías que ser cristiano viejo. Que, si te acababas de bautizar, no podías ser “cristiano en medio del mundo”, porque se te consideraba un hijo ilegítimo espiritual: No nos fiamos de ti, persona adulta: has decidido ser cristiano, y has hecho algo tan difícil como es bautizarte de adulto, pero seguro que nos la das con queso, porque eres un ilegítimo espiritual. Eres defectuoso porque no naciste de católicos practicantes ¡Habráse visto haber elegido nacer de otra gente! No estás llamado a la santidad ni falta que te hace. No puedes ser cristiano con farol. Tú, sin farol. Escóndete y que no se te vea.

            El que en el siglo XXI “solamente” se tenga en cuenta, mira, es de chiste. Es para hacérselo mirar.

            Vamos al punto 4. Esto lo he sabido por la web (gracias Stoner), porque yo esta tertulia no la ví, ni la leí. Me acordaría. A continuación, cito al fundador en una tertulia en 1974, en Chile. “Porque esos otros, que en el primer término de su vida parece que no tienen más que sexo, son unos desgraciados. Si un gallo o un toro fuera capaz de pensar, pensaría como ellos. ¡Qué pensamientos más nobles, ¿verdad?! Después forman una familia repugnante, y vienen los hijos podridos, ¡pobres criaturas, que son víctimas de la incontinencia de sus padres; de la falta de virilidad, no de la virilidad! (Tertulia en Santiago de Chile, Tomo II de Catequesis en América, 1974, p.43).

            Bueno, me parece muy revelador. Es muy fuerte que EN REALIDAD el fundador SÍ pensaba así. No era cosa de antiquísimas normas eclesiásticas heredadas de yoqueséqué y por nosecual tradición se van arrastrando y amínomemiresquenoesculpamía. No era cosa de que, en esa época y lugar, los años 30 o 40 en España, ya tú sabes, así era la sociedad y el nacionalcatolicismo y la leche en bote. No era cosa de que en los años nosecuántos mucha gente pensaba así, porque era lo que les habían inculcado, y luego lógicamente ya no, en general la mentalidad fue cambiando. El fundador TODA SU VIDA (un paréntesis para hacer notar que falleció al año siguiente de decir esto a voces y enfáticamente ante un numeroso público) pensó que los hijos ilegítimos heredan el pecado de los padres. Toda su vida pensó que los hijos ilegítimos nacen tarados por culpa del pecado de los padres. Así lo enseñó. También actuó con su Opus Dei en consecuencia a esta creencia. Yo también entiendo ahora de dónde viene el disparate de su sucesor. Me refiero a la tertulia de 1997 de Echevarría en Sicilia (Giornale de Sicilia) Echevarría sencillamente sigue a pies juntillas las enseñanzas fundacionales derivadas directamente del fundador. Incluidos los desatinos.

            Ha sido duro, porque hoy mi cabeza ha hecho clic. Se han juntado diversas piezas, han encajado con una perfección que asusta, y he llegado a una conclusión que no me gusta nada. Pero es cierta. Indiscutible. Y esta certeza es que el fundador era un clasista de tomo y lomo. No un clasista ordinario o hijo de su tiempo, sino de un clasismo basado en la sangre, que es el peor de los clasismos que pueda existir. Peor aún, no de la sangre en plan: “descendemos de Carlomagno, así que somos de la nobleza”. No, peor. De la sangre, considerando que el pecado se hereda a través de la sangre, causando en los hijos una naturaleza defectuosa, una naturaleza corrupta. El pecado de los padres corrompe a los hijos, a través de la sangre: si no estuviera ligado a la sangre, los adoptados no tendrían problema en pitar (remarcar que los únicos adoptados a los que el fundador permitía pitar, y con grandes reservas, es a los no ilegítimos). Pero es que llevan dentro el pecado de su origen biológico.

            Este clasismo irracional y acientífico (y mil calificativos más que se me ocurren, no tan asépticos), impone un pecado original suplementario a ciertas personas. Este pecado original “a mayores” se deriva de lo que hacían tus padres antes de que tú nacieras. Este pecado original suplementario por lo visto es más grave que el otro, más grave que el pecado original normal, porque no tiene cura. Ni siquiera bautizándose, por lo que se ve, manda narices. Tampoco recibiendo otros sacramentos, siendo superpiadoso o haciendo mil penitencias: no se indican excepciones de este tipo en la normativa recogida.  Lo arrastras toda tu vida. Te impide entrar en el Opus Dei. Lo arrastras tú, y vete a saber si también tus hijos y tus nietos. Es que es de locos de lo absurdo que es todo.

            Aparte de que el clasismo es completamente opuesto a la caridad cristiana, y a la moral en general, lo cual ya es suficientemente grave en relación con la actuación y las normas de una organización que se dice cristiana, evangelizadora, puesta para iluminar a la sociedad y demás, el punto que quiero destacar es que precisamente el clasismo que aquí se aplica es completamente irracional. Anti-científico. Fuera de lógica. Fuera de razón. Que mira que hay clasismos chungos y absurdos (por dinero, por lugar de nacimiento... hasta por estilismo), pero es que fue a elegir el menos “lógico” (dentro de lo absurdo que es cualquier clasismo, bien entendu). Hasta es anti-evangélico (¿Quién pecó, este o sus padres?). Qué tendrá que ver, en la naturaleza del hijo, lo que hacían los progenitores antes de que naciera. (O después, dicho sea de paso.) Es un clasismo de “sangre limpia”, estilo mortífagos, estilo Voldemort.

            (Por cierto, ahora que lo pienso... a quien conozca con el debido frikismo los detalles sobre los orígenes de Voldemort… y el fundador con su fijación de entroncar con la pata del Cid... caramba, qué coincidencia, que dirían Les Luthiers.)

            No me vale que se me diga que ahora todo eso ya no es así. Porque es fundacional. Fue fundacional y sigue teniendo importancia hoy en día. A mí se me hace muy cuesta arriba darme cuenta de que el fundador lo quería así. Que el fundador era así. Que pensaba en serio de lo de los hijos podridos. Que evitarlos era su voluntad expresa. Así lo mandó. Lo dejó escrito y establecido con intención de que eso fuera así para siempre jamás. Y su sucesor auguró que, si alguien lo cambiaba, así Dios lo confundiese. Y el sucesor de después, también lo pensaba, como quedó probado en 1997.

            Tampoco me vale que se me diga que eso era importante en una sociedad como la española en los años, pongamos 40 o 50, y que ahora eso no es así, o ya no es tanto. Pues ahora no será así, o no será tanto, ¡faltaría más!, ¡estaría bueno que una organización cristiana y liderada por la “aristocracia de la inteligencia” siguiera así en pleno siglo XXI! Pero, ¿alguien me puede responder desde cuándo ya no es “tan” así?  No, no hace falta, porque estoy segura que en los años 80, y hasta en los 90, aún estaba plenamente vigente lo de no pitar los hijos ilegítimos y los adoptados. Es más, estoy plenamente segura (con la seguridad que da creer a mis propios ojos), que hoy en día los ilegítimos y los adoptados son puestos de lado en la labor de apostolado, como sanraeles de tercera o cuarta, y hasta que se intentan deshacer de ellos. Como si no mereciesen siquiera recibir el mensaje evangélico. Como si no se mereciesen tan estupenda “formación humana y espiritual”. (Eso que salen ganando, también te digo.)

            (Interesante tema este de los sanrafaeles de tercera/cuarta. Se ha hablado en la web de los numes de primera y los numes de base, de los supers que pisan moqueta y los supers de tropa, de las numes seño y las nax, pero poco se ha hablado de los sanrafaeles de primera y de tercera o cuarta, los sanrafaeles que no los han “seleccionado” para la labor pero es que los muy tontos piensan que los centros son para todos, se enteran de una actividad y allá que se van, que haberlos haylos.)

            En fin, ha sido un flash para mí. Es como descubrir que tu tía abuela Eudosia, tan modosita ella, fue una informadora nazi en la segunda guerra mundial. Que no es que te importara mayormente mucho, tu tía abuela Eudosia, si casi ni te acuerdas de ella, pero jobar, es que resulta que se chivaba de los judíos, la muy jodía.

            Bienvenida sea la verdad, que nos hace libres.

            Ningún relato pintoresco esta vez. Os habéis librado

 

            P.S. Voy a contar, fuera de programa, lo que me parece de Portillo. Porque sí. Porque si he dicho lo que me parecía el fundador, pues ahora le toca a su alter ego.

            Yo no tuve contacto alguno con Portillo como no lo tuve con el fundador, y del mismo modo sólo lo conocí por las tertulias filmadas. Con la diferencia que del fundador debí ver al menos una docena, y de Portillo no debieron ser más de dos. Suficiente para calarlo. Y tiene mérito, porque yo, eso de la intuición femenina, cuando la repartieron me pilló fuera, porque no tengo ni trazas. El caso es que me impresionó muchísimo un detalle: él se pone a contar que estuvo visitando a un teólogo de la liberación (lamento no recordar el nombre), y que esta persona los recibe donde vivía. Describe un poco el sitio donde los recibe, y dice que, entre otras cosas, había una televisión con la pantalla rota. Rota en el sentido de que tenía una rajadura que cruzaba la pantalla en diagonal, pero la televisión funcionaba. Esa era la televisión que tenía el sujeto. Pues bien, Portillo dice (cito de memoria, pero creo que no me alejo mucho) Que Dios me perdone, pero lo que pensé fue que él mismo lo había hecho [por el teólogo], que era hecho a propósito, que había cogido un diamante y fiuuuu *gesto de que raya la pantalla de la tele en diagonal*, había hecho aquella rotura.

            Yo me quedé muda. Me dejó impresionadísima tanta mala fe. Que fuera capaz de pensar tan mal, y de un modo bastante retorcido. Y reflexioné que obviamente no era una cosa que le fuese demasiado ajena. Malpensar de los demás debía ser habitual, porque si lo había soltado ante semejante auditorio, como si tal cosa, es que ya ni le llamaba la atención. Había perdido la cautela, de lo habitual que debía ser, en él, el pensar mal.

            Y así me pasó como al Lazarillo: “Desde entonces quísele mal.”

            A Dios gracias, me salieron no mucho tiempo después.




Publicado el Friday, 26 January 2024



 
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