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 Correos: La vuelta a los orígenes.- Pinsapo

125. Iglesia y Opus Dei
Pinsapo :

Tras la segunda entrega de estatutos al Dicasterio del clero del pasado mes de noviembre, comienza la vuelta atrás en la decisión de la Santa Sede sobre el Opus Dei, que no debería llegar más allá de principios del año 2024, y cuya razón de ser es la iniciativa del Papa en el Motu Proprio de julio de 2022 con su loable defensa de un carisma, que fue puesto en duda precisamente por carecer de una peculiaridad específica. Han llegado a rastras a este punto final, agotadas todas las prórrogas, tras demorar a abril de 2023 el Congreso General para aprobar los estatutos, la entrega tardía y fallida de un borrador a principios de julio tras la denuncia presentada en Roma por fraude normativo. Tal borrador de estatutos debió ser un mero retoque cosmético, pues provocó el Motu Proprio de agosto de 2023 que les llamaba al orden: dejen de marear la perdiz, dejen de hacer el avestruz y afronten sin dilaciones la grave crisis cronificada en el infausto periodo de Echevarría, Prelado que vegetaba cómodamente en su Principado de Bruno Buozzi, deleitándose con los besamanos de rodilla en tierra…



El cáncer que corroe al opus dei es su incoherencia, y paradójicamente su sanación está impulsada por los “diálogos de coherencia” de internet promovidos por antiguos miembros, que muestran una Fe gigante al abrir puertas para que entrara aire fresco en una institución aquejada de esclerosis en sus estructuras, diálogos intensos para propios y extraños, que se han abierto camino con la fuerza de lo auténtico. En este foro se desveló un inédito testimonio de Álvaro del Portillo de abril de 1982 en una tertulia en la casa de retiros de Torreciudad, cuando Antonio Moya le preguntó por la figura jurídica buscada por la obra entonces (la famosa intención especial), y ante una primera reacción evasiva (le dijo que contra el vicio de preguntar estaba la virtud de no responder), de forma inusual desveló: “os pido oraciones para que acertemos”. De esta forma reconoció su inseguridad, que el opus dei no era tan infalible como aparenta, y que no las tenía todas consigo con el encaje en la figura de prelatura personal.

Queda aclarado canónicamente que en la prelatura personal solo caben clérigos, lo que prueba que no se acertó con una figura donde no caben los laicos, lo que resulta paradójico en un carisma laical cuyo mensaje central es la santidad en medio del mundo. Los canonistas de la obra siguen enredados en la cuadratura del círculo: si insisten en seguir siendo prelatura, los nuevos estatutos no podrán reconocer como miembros a los laicos y deberán regular otra entidad de laicos que permanezca inseparablemente unida a la prelatura, formula que ya utilizaron con la sociedad sacerdotal de la Santa Cruz, sin aparente merma de la pétrea unidad de la obra. Si por el contrario optan por una única figura con los laicos como miembros de pleno derecho, de forma dolorosa dejarán de ser prelatura, poniendo así en evidencia un error mantenido durante 40 años. En ambos supuestos, deberá incluirse una disposición final que establezca la derogación de toda norma anterior a los estatutos, eliminando la posibilidad de dejar en vigor normas antiguas, por exigencias de la seguridad jurídica y así evitar un posible fraude normativo, siendo el único intérprete de los estatutos el Dicasterio del Clero, que deberá aprobar cualquier aclaración o desarrollo de ellos.  

En esa misma tertulia de Torreciudad de 1982, Álvaro del Portillo hizo otra afirmación que descolocó a todos los numerarios que le escuchaban: “los supernumerarios y los agregados son el verdadero opus dei.” Cuando acabó, varios asistentes se juntaron en otra sala para comentar lo escuchado, y todos coincidieron en esas dos sorprendentes revelaciones, pues los numerarios pensaban que por su modo de vida y entrega eran la esencia, estando extendida la idea de pertenencia a la clase de tropa de agregados y supernumerarios, y la creencia que la mayor parte de ellos “no se enteraban de nada”.

En ese último diálogo de coherencia del año 2023, Diego indicó que el camino para la redención de la obra pasa por revindicar la figura del agregado y también la de Isidoro Zorzano, modelos para la vuelta al auténtico origen del célibe de la obra, que se asemeja a la vida del agregado. Parece ser que el carisma laical comienza a desvirtuarse con la vida en comunidad en los centros de numerarios iniciada en los años 40, que agosta el libre y responsable desempeño del laico y le impide tomar las riendas de su vida, dominada por la dependencia vital del régimen de vida de los centros, tutelada hasta en lo más nimio por los directores, el férreo y sutil control mediante la dirección espiritual impuesta, prohibición de amistad particular, afán proselitista, sinceridad salvaje unidireccional, corrección fraterna delatora, aislamiento social y familiar que priva de anclaje emocional.

En los años 30 no existían centros, tan solo había residencias de estudiantes universitarios que venían a Madrid, que no eran de la obra, y los que se iban comprometiendo, eran esos primeros y primeras que se les escurrían de las manos, cuando la dirección espiritual era de curas diocesanos respetuosos con la libertad de conciencia. Recordaba Diego cómo Isidoro Zorzano era el único que le llevaba la contraria al fundador, por la ascendencia que le daba ser compañero de estudios en Logroño donde ambas familias se conocían hacía tiempo, que trabajó muchos años en Málaga viviendo sin nadie más de la obra allí, ejerciendo el apostolado de amistad y confidencia y desarrollando una profesión civil, nada que ver con la deriva posterior del numerario que reside en comunidad en centros y se dedica a tareas internas o colegios.

Fue compañero de clase de Escrivá desde 1915 en el instituto de bachillerato en Logroño, ambos se conocen con 13 años. Termina en Madrid en 1927 la carrera de ingeniero industrial y desde 1930, año que ingresa en la obra y funda la federación malagueña de estudiantes católicos, trabaja en los Ferrocarriles Andaluces, en 1933 fue tesorero de Acción Católica y viaja a Roma a ganar el jubileo, donde asiste a una recepción con el Papa Pío XI. En junio de 1936 vuelve a Madrid para acompañar a su familia, y también para ayudar a Escrivá en la Academia DYA. Gracias a su nacionalidad argentina se mueve libremente y visita en las cárceles a estudiantes encarcelados por su fe. Cuando Escrivá huye de Madrid hacia la “zona nacional”, Zorzano permanece con valentía apoyando a los universitarios escondidos o encarcelados en Madrid. Murió en julio de 1943 de cáncer en un sanatorio atendido por monjas, tras estar seis meses ingresado.

Ejemplo de la normalidad del espíritu vivido por célibes que no viven en centros, es el relato de Diego sobre las navidades en los centros de agregados de San Rafael, donde se invitaba a los padres a la Misa del Gallo, luego se compartía un aperitivo con las familias. Se respiraba un clima de alegría y camaradería, que envidiaban en silencio los numerarios, mucha libertad de espíritu, facilitada por el agregado secretario del consejo local, que no reparaba en gastos para los regalos del día de Reyes Magos, donde todos disfrutaban ante la circunspecta mirada de los directores numerarios. En los cursos de retiro de navidad de los agregados, eran habituales las tertulias “pirata” con algún licor, esquivando la rigidez de los directores sargentos que les enviaban. Los numerarios más rígidos y envarados, acallaban torpemente su conciencia afirmando con desdén que los agregados “no se enteraban”. Esos jóvenes agregados, más pillos y más largos que los numerarios, caían continuamente en la trampa de los agregados, que se divertían mucho llevándoles la contraria.  

La mayoría de los numerarios cuando dejan de vivir en un centro, despiertan y se acelera su deseo de salir de la obra. Los agregados, que nunca han vivido en los centros, no incurren tan rápido en la sensación de haber sido engañados, y tardan muchos años en irse de la obra. Ello ocurre porque el agregado aprende a ser autónomo, es responsable de vivir sólo su fe sin necesidad de la ayuda de la vida en comunidad de los centros. Por tanto, la vida cristiana se enraíza con más solidez en la decisión personal del agregado, mucho más que el numerario, que tiene la tentación de dejarse llevar como borrego, como podía verse en los atestados centros de estudios de las últimas décadas del siglo XX.

Para volver al “verdadero” Opus Dei que propugnaba Del Portillo en 1982, la vuelta a los orígenes de Zorzano, al modo de vida autónomo de los agregados, deben simplificarse las actuales estructuras. Para tutelar el genuino carisma debe reflejarse en los nuevos estatutos tan solo dos tipos de miembros: los célibes y los no célibes, detallando los compromisos de ambos. La mayoría de los centros deben dejar de ser residencias y pasar a ser lugares para impartir medios de formación y realizar otras actividades. En esta última prórroga de la Santa Sede, Ocáriz debe acabar con el actual desconcierto, tras casi 100 años en busca de acomodo institucional en la Iglesia, accediendo a acomodarse con humildad y honestidad en alguna de las figuras que ya existen. Los canonistas encargados pueden pedir luces para acertar, orando con el poema de Miguel de Unamuno sobre la ilusión de la noche de Reyes Magos:

Agranda la puerta Padre, porque no puedo pasar. La hiciste para los niños, yo he crecido, a mi pesar. Si no me agrandas la puerta, achícame, por piedad, vuélveme a la edad bendita en que vivir es soñar.

Pinsapo




Publicado el Wednesday, 10 January 2024



 
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