Después de la meditación y la bendinción de los sábados cantábamos Salve Regina, hermoso himno gregoriano. Hoy he recordado aquello de “gimiendo y llorando en este valle de lágrimas” . Qué insistencia en lo miserable, en el dramononón. Y yo con sangre italiana de Cuore corriendo por mis venas, todo un romanticismo sacrificial al máximo.

Estos días lo he estado pasando mal, pues a pesar de mis esfuerzos no logré completar cosas que pensaba que, finalmente, iba a poder. Me he ido acordando de los que aún siguen en el opus, y ven a su alrededor que no pita gente (ni gatos), que se van muchos, que la vida en los centros es insoportable, que los supernumerarios no soportan suficiente, que hasta el Papa parece irse en contra de la madrastra guapetona. Afortunadamente tengo un costal de recursos ahora para volver a encontrar mi verdadera fe. La fe en mí mismo, claro. La fe en que soy otro ser humano común y corriente. En mi caso, además, cuento con ayuda profesional para entender mejor cómo funcionamos los humanos, la conexión entre las ‘rutas neuronales’, las emociones, etc.

Puedo pues volver a mi espacio real (positivo y negativo), mantener mis emociones dentro de la zona de operación razonable, emplear mi tiempo constructivamente. Entender en la práctica cómo operan mis reacciones a los traumas me permite ir aprendiendo, repetitivamente, a aceptarme mejor, y por lo tanto, a tener más paz. No se trata de una especie de umbapumba de cristales o qué sé yo qué energías misteriosas. Yo soy de profesión científico y medio entiendo de esas cosas. Se trata de entender los complejos mecanismos que operan en nuestro cuerpo y mente. Y aceptarlos tal como son, aunque es tarea que requiere una y otra vez volver a actuar.

Hablar con unas y con otros me sigue ayudando muchísimo. Si aún no has podido, te animo a contactar con alguno de los que a gusto charlaremos contigo. Con la debida privacidad, sin necesidad de un supuesto sigilo sacramental. La conexión online es fantabulosa!! Y si se puede en persona, pues mil veces más.

Ánimo, pues, compañero, compañera, de faena y de combate, de llantos y de risas. No estás sola. No estás solo.

Si te sirve tu fe, cultívala, cuídala. Te respeto tal como eres, como quieres ser. Y así te puedo querer también.

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