En la pasada sesión de Ágora del viernes pasado (27.X.2023) se habló mucho del modo de salir. Os traslado algunas ideas personales.

En términos jurídicos y canónicos y tal y como se ha dicho por parte de Antonio y de otros, no hace falta nada: ni permisos, ni exvotos, ni dispensas, ni nada. Lo que piden y el tiempo que se utiliza (seis meses) en la Obra para dejarlo no pasa de ser una manera de prolongar el (supuesto) proceso de reflexión interior de quien quiere irse; con idea de “presionar” e intentar revertir la decisión. Comentario personal: he visto salirse, de cerca, a una docena de personas. Nadie ha revertido su decisión durante ese proceso. Incluso al contrario.

Otra cosa, como también se refleja en dicha sesión, es que la decisión que lleve a comunicarlo a los directores –esté firmemente tomada o todavía en un proceso personal de reflexión–, se congele por parte de quien la pide por razones subjetivas, aunque fundamentales: no tener clara la posición en la salida (casa, trabajo); tener todavía demasiado vértigo (miedo a qué vendrá); no contar, todavía, con ese bastón externo en modo de apoyo psicológico (una persona o familiar o varias que apoyan la salida); esperar un momento más idóneo por cualquier razón…

Por lo tanto, es posible irse simplemente señalándoselo y pidiendo que, en un plazo que puedes marcar, te comuniquen que así lo han registrado, que no aceptado. Porque, en términos formales, no tienen que “aceptar” nada. Debes tener claro que si aceptas y esperas tal proceso es únicamente por una cuestión de cortesía; la cual es graciable por tu parte.

Comentario personal. Reflexiona sobre qué es lo que te parece mejor para tu subjetividad y estabilidad emocional presente y futura y actúa según lo sientas. Si estás muy herida/o, irse “a la francesa” puede ser el comienzo de la sanación. Esto tú verás. A mí me sirvió pedirlo formalmente y recibir esa supuesta carta de fin. Fue una despedida doliente y, a la vez, muy feliz, pero sólida y fuerte en los términos de las conversaciones que tuve con los directores en esos meses. Pero, una vez tomada mi decisión y hasta la carta también dije claramente que a partir de ese momento de la petición formal y aunque pasaran los meses correspondientes, no viviría como el numerario que había sido. Ni asumía ya tener ningún compromiso, ni haría nada en tal dirección que no sintiera y/o considerara que debía hacer. Ya no era numerario. El proceso de espera/reflexión, por tanto, era cosa de ellos. No me arrepiento de haberlo hecho así; pero es por mi ser subjetivo.

A la pregunta de si algún comportamiento mío en ese tiempo pudiera tener algún efecto jurídico-canónico de tipo penal, me dijeron –sin que tampoco sintiera yo que tenín mucho conocimiento- que no. Pensemos, se me ocurre por ejemplo, que en esos días hubiera salido en HOLA un reportaje en que el que salía de vacaciones románticas con una famosa actriz... Solo si existiera una conducta delictiva (robo de cosas, etc.), podría tenerlo en términos penales ordinarios. Lógico en cuanto al vínculo jurídico-canónico: un miembro laico del opus dei no era, ni es, nada estructural.

Todo eso de que el Padre acepte o declare la dispensa, que pidan que lo pienses, que te den alternativas como vivir a una casa alquilada o similar, irse a otro centro, irse al área de invitados de una casa de retiros, cambiar de ciudad… Todas esas posibilidades serán de un modo u otro según las circunstancias de quien se quiera marchar, del tino y estilo de los directores regionales o zonales o de otros elementos concurrentes. Al igual que ocurre con el tono de la salida, el perdón y todo lo demás. Llegado el punto final, lo sentí todo demasiado formal y poco sentido; como parte de un protocolo pesaroso. Pero también he visto en los últimos años bastantes salidas acompañadas (incluso con presencia de vocales y oficiales a la subsiguiente boda, oficiada por el cura de un antiguo centro…).

En realidad, cuando, finalmente, te comunican la salida y te “den la blanca”, esta es una mera comunicación verbal, con base en una octavilla sin ningún número de registro, fecha y/o referencia “concluyente” (nombre y filiación de quien la recibe, quien la firma, dónde está el registro personal, etc.). Lógicamente, también, sin poner pega alguna. No podrían hacerlo. Cuanta más presión hagas, menos tardarán en dártela. Si das opción, como he dicho, lo prolongarán, al menos durante esos seis meses que es lo que en alguna disposición interna se señala como parte del proceso (desconozco dónde; aunque en algún CR bajo o alto lo ví escrito). Pero aseguro que te lo pueden dar en un mes si lo pides. Porque aunque todo se ventile en la región, el expediente, más bien concluído, va y vuelve a Roma.

Si existe un protocolo interno –lo cual es posible- este se adapta un tanto a cada región. Pero, en general, se amoldan, según el juicio del director correspondiente de la región o la zona, a las circunstancias de la persona que se va, el lugar, el momento, etc. En todo caso, todo queda perfectamente guardado en Roma. No quepa la menor duda. Sabe perfectamente cuánto estuviste, qué hiciste y cuándo saliste.

Lo cual da pie a otro comentario que haré algún día, utilizando una frase que oí y viví en numerosas ocasiones en diversas delegaciones: “en la Obra no nos interesan los números… pero los llevamos a rajatabla”.

Robredal