LA OPUS DEI ES UNA ORGANIZACIÓN TEMERARIA

Damián Galvés, 10/07/2023

Se me hace necesario citar ahora estas palabras de Sócrates, las que se reflejan en el diálogo platónico del Teeteto; “Dios es la supremacía de la bondad y el hombre se va asemejando a Él conforme que se va haciendo prudente, justo, valiente, moderado y bueno, y de esto depende el verdadero mérito de la persona, o su bajeza o su absoluto vacío. Y a raíz de ello, tanto el individuo como el gobernante y el regido, los cuales que lleguen a ser buenos conocedores de Dios resultarán ser verdaderamente sabios y por ende virtuosos y bondadosos. No obstante todo sujeto y cualquier dirigente que no sea experto en estas cosas acabará por ser enteramente ramplón y malvado e injusto, aunque en el ejercicio del poder despliegue ciertas habilidades exitosas que el vulgo llama talento o maestría. Por eso cabe ver que merced a esta confusión viene a suceder que en las naciones aparezcan cargados de aplausos los torcidos tiranos políticos y los profesionales codiciosos mercenarios de sus artes. Así pues lo mejor que debe hacerse es negar el título de persona hábil o eficaz o incluso buena, al hombre injusto que a lo largo de todos sus discursos y de sus acciones solo consigue ofender la piedad que merece Dios.”...

He traído aquí esta extensa cita de Platón al objeto de poder ilustrar el lúgubre hecho de que muchas veces consignamos como fundadores heroicos o directivos organizacionales hábiles a gente torva, ignorante e irreligiosa y que además no es honesta.

De seguido me es dado negar palmariamente que se pueda ser prominentemente sabio y santamente virtuoso viniendo a ser sólo un estricto sacerdote egresado de un seminario provincial cualquiera, o siendo un cándido laico entregado a conducir a gentes entregadas a vivir una vida consagrada, y lo niego porque para ser un buen conocedor de Dios y para ser un individuo valiosamente virtuoso y eficaz se requiere; no sólo sintonizar adoracionalmente con el orden de proveniencia de todos los objetos tangibles, que bullen por el mundo desde el principio de la historia del universo; sino también estar al tanto contemplativa y oracionalmente del desenlace del “ser en sí óntico”, desde el comienzo del funcionar del cosmos. Y ambas cosas a dos suponen tener una muy amplia erudición en matemáticas, en física y química, en biología, en psicología, en economía y sociología y en filosofía para llegar posiblemente, tanto a entender metafísicamente que las cosas tangibles proceden de lo no tangible; como para asimilar el verosímil sentido ontológico del moverse del mundo y de la historia; y además para encontrar razones que describan y motiven a enmendar activamente, las injusticias que sufre todo ser humano. 

En fin, y a la vista de lo ya expresado, me cabe dejar claro que he enumerado estas condiciones de trabajo intelectual y moral que ha de llevar a cabo cualquier persona que pretenda alcanzar la virtud y la bonhomía; porque de no ser así, las cadenas de la mendacidad, del abuso de poder, de la cobardía y del descomedimiento, lo aprisionarán y lo convertirán en un fantoche inapreciable e inútil para la prosperidad de la sociedad por mucho que se adorne con modos santurrones y maneras beatas.

En Proverbios 13: 14 se dice “donde no hay dirección sabia caerá el pueblo” y aludo aquí este versículo inspirado desde lo Alto, para recalcar que la condición primera y necesaria para actuar con prudencia consiste; no solo en estar dotado de sabiduría teológica y humanística y científica; sino también haber adquirido destrezas y habilidades emocionales para el buen trato caritativo con el prójimo.

Y si se repasa éste texto bíblico aludido, a su sazón, no sólo se puede descubrir que la probabilidad de que un recién ingresado en la opus dei persevere y perdure más allá de treinta años es muy pequeña; sino también es posible percatarse de que una gran mayoría de las almas ingenuas que pertenecieron a la opus dei se han caído de la barca en la que navegaban, y ambos a dos descalabros, se pueden explicar en razón de que la gran menesterosidad cultural de todos sus directivos respecto de la teología católica posconciliar y respecto de todas las artes humanísticas. Gravísima nesciencia imprudente que ha ocasionado en todos los mandos internos, de una parte el que se hayan impedido hacer una autocrítica prudente de las normas y costumbres y los mandatos informales secretos que rigen a todos los miembros de la opus dei; y de otro lado que hayan guiado y guíen a sus encomendados por senderos dolorosos y estériles. 

Resulta oportuno referir ahora que siempre los de la opus han exhibido y han presentado como como seña distintiva de identidad grupal el estar en desacuerdo con los nuevos vientos teológicos inspiradores del concilio Vaticano II, y a su merced no se instruyó ni se hizo caso en el pasado reciente de grandes pensadores piadosos, tales como Lubac, Rahner o Ratzinger, impartiéndose por el contrario en la formación de sus adeptos con frecuencia un cuerpo didáctico y teológico muy reducido, a menudo compuesto de por pocas sentencias escolásticas, siendo así que más bien parece que este plan educativo se asemeja más a las antiguas enseñanzas de la época de san Pío X.

De otro lado se puede ver claro que desde los años cuarenta del pasado siglo, tanto las ciencias de la naturaleza, como las nuevas humanidades tales que la psicología, la sociología y la economía se hubieron convertido en disciplinas muy sólidas, las cuales aportaron mucha sabiduría a quien las cultivase con profundidad y bajo un punto de vista cristiano. Pero, y no obstante, a partir del miedo ante el nuevo mundo que se nos avenía, y en virtud de la voluntaria necedad asumida por los miembros de la opus dei, sobre los nuevos saberes sobre el hombre, se ha hecho imposible que la gracia de estado brillara en el comportamiento de los directivos, pues que acabaron por convertirse en personas sumamente ignorantes e imprudentes. No se pierda de vista que el magisterio de la Iglesia por boca de santo Tomás de Aquino, reconoce y define a la “gracia de estado”, como ese cierto apoyo extraordinario que confiere el Espíritu Santo a quien acepta ayudar a Dios mediante el cumplimiento de una responsabilidad solicitada; pero y en relación a lo ya definido se puede inferir que la gracia de estado que cae en cualquier mando de la opus dei puede quedar desperdiciada y envanecerse si cae sobre el espíritu ignorante e imprudente de cualquier directivo que haya aceptado cumplir con esa responsabilidad.

Damián Galmés (Damián G.C.)