ESTOY EN PROCESO DE DESINTOXICACIÓN

Erika, 5/04/2023

Me encontré hace unos días con la página y no me animaba a compartir nada, gracias por abrir este tema.

Desde mi "anonimato" por amor a quienes en mi familia siguen dentro del Opus Dei, les comparto un poco de mi contexto en México. Soy la más pequeña de una familia numerosa (cómo muchas de las familias del Opus Dei) de 9 hijos (13 embarazos y 9 hijos vivos), mis padres supernumerarios desde antes que yo naciera y dos herman@s numerarios que tienen más de 20 años en su vocación...

Toda mi vida la pasé cerca de la obra. Nací, crecí, dormí, respiré, comí, bebí OD. No conocía un mundo fuera de un centro de la obra, un colegio de la obra, club o la formación cristiana y de la obra en casa.

Desde que asistí al colegio, indudablemente del OD, en la educación primaria, creo que algo dentro de mí decía, esto no es para mí, algo por aquí no me suena del todo correcto, y me revelaba en cierto modo, aunque tenía que seguir con y en ese mundo.

Durante varios años, hoy viéndolo con mayor claridad, veo la capacidad de persuasión para que me incorporará a las filas de numerarias, pero esa "rebeldía" se las complicaba, aplicaba el "sí, pero no te digo cuándo". Al terminar la escuela básica (preparatoria), decidí estudiar fuera de la universidad de la obra, por lo que a mi madre, quien entonces ya era viuda, no le gustó y buscó alternativas con gente cercana y su directora espiritual para que no me saliera de las filas.

Me enviaron a una numeraria que tenía el don de ser muy "alivianada", flexible y muy divertida, a involucrarme en las actividades como joven profesionista. Durante innumerables ocasiones le pedí que conmigo no perdiera el tiempo en llevarme a las reuniones, que yo ya había recibido suficiente información del Opus Dei, durante al menos, a ese entonces, unos 26 años. Me hablaba de un plan de vida, y encontrar un sentido a la que se supone era una vida, que hasta entonces no encontraba. Las opciones que se me pintaban eran las siguientes: casarme y formar una familia cristiana y del OD, volverme numeraria, o quedarme a cuidar de una madre enferma ya que había "decidido no casarme" (nadie me preguntó si quería hacerlo, sólo asumieron que esa era mi decisión por mi forma de vivir y las circunstancias particulares de mi historia de vida).

Fue hasta unos 6 años después (a mis 32 años) que después de tanta insistencia, manipulación, invitaciones, reuniones, indirectas, negaciones de mi parte, tratar de huir y no saber cómo, que descubrí una puerta abierta para salir de todo eso, una puerta que jamás pensé existiera, y se llama terapia psicológica. Estaba sumergida en una depresión donde era difícil levantarme de la cama, comer, bañarme, y si lo hacía era para "trabajar" y cuidar de mi madre. Nadie se percataba de mi estado, ni siquiera yo. Actuaba en automático, amanecía y hacia esa oración a Dios, me "bañaba" y "desayunaba" no sin antes agradecer a Dios por los alimentos, me iba a trabajar haciendo oración, o rezando el rosario, hacia apostolado con los que me rodeaban, "comía" no sin antes agradecer los alimentos, regresaba a casa y terminaba el rezo del rosario, a veces regresaba a las pláticas (círculos y tertulias) del Opus Dei, y llegaba a casa a santificarme como hija atendiendo a mi madre "cenando" con ella no sin antes agradecer a Dios. En ello se me iban las 18 hora de un día de 24, no sin olvidar rezar antes de acostarme. Hacía los rezos en orden, sin saltarme ninguno, tal como me habían enseñado, ¿Qué más podía faltarme? Un sentido de vida claramente...

Hablé con esa numeraria que hasta entonces seguía siendo mi "amiga", le dije que había encontrado un camino distinto, que pidiera por mí, que respetaba la vida que ella llevaba, pero que no era el camino para mí. Después de ello no volví a saber de esa "amiga", pero a oídos de mi madre llegó esa información. Me preguntaba ¿Cómo lo supo? hasta que leí en los testimonios de Opuslibros lo que siempre sospeché pero no quería saber, que toda información se compartía a los confesores o directores espirituales, desde donde se maquila toda la manipulación para mantener a la gente en las filas. Mi madre empezó a disuadirme de hacer una "tontería" como ella lo llamaba porque estaría acabando con lo que me habían enseñado que era lo correcto, que si necesitaba mi espacio me lo daría, pero que no dejara de asistir a las reuniones.

Darme cuenta de las enormes discrepancias, de ver qué te digan actúa como te digo no veas lo que hago, la familia es primero y olvídate de ti, del supuesto respeto al culto de otras personas y juzgar y querer modificar sus pensamientos, la falta de ética, la falta de cristiandad, caridad y amor en el momento en que no aportas económicamente a la obra, o no te ven posibilidades, eres un cero a la izquierda, a qué el universo entero te vea y te considere un ser extraño por la enorme rigidez en tu actuar... A querer rescatar a las personas de tu entorno antes de hacerlo contigo, a honrar el buen nombre de una institución, el de tu familia completa... Aún tantos años después me pesa cargar el apellido.

Han pasado casi 8 años de ese día en qué decidí abandonar toda información que me llegará del Opus Dei. Dejé de asistir a las reuniones, no ha habido nuevas numerarias insistiendo en que regrese, pero mi madre no quita el dedo del renglón porque soy una "mala hija", ya que no ha entendido que es válido respetar (realmente hacerlo y no como me enseñaron en el OD, a "convencer" que lo correcto es obligar a los demás a pensar como borregos) las decisiones, intereses y vidas de los demás.

Desgraciadamente para mí y como lo comentaba al principio de este correo, mi madre, mi única hermana mujer y mi hermano más pequeño siguen perteneciendo oficialmente a las filas del OD, renuevan su compromiso anualmente y es difícil no recordar todo lo vivido dentro del OD. Honro sus vidas, respeto sus historias, pero yo planeo hacerlo y vivir de una forma diferente.

Leer los testimonios compartidos en esta página me remueven mucho dolor, me provocan náuseas, pero me han ayudado a abrir un poco más los ojos, a visualizar la realidad de una institución donde ya no sabes quiénes son amigos y quiénes enemigos, dónde siempre dudé, pero no había dónde externarlo sin que alguien más se acercara a quererme hacer cambiar de pensar y sobre todo saber que hay más personas fuera de mi mundo que han pasado por cosas similares.

Anécdotas y recuerdos dolorosos llegan a mí, lágrimas derramadas, gritos ahogados, pero cabe aclarar que al menos puedo agradecer algo al Opus Dei y son los valores que conservo en mi actuar a pesar de esa "rebeldía" ante las normas, aunque quisiera no ser tan rígida en otros aspectos, pero estoy en ese proceso de desintoxicación de tanto veneno en mi ser.

GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS por permitirme compartir un poco de ese dolor que siento y que pocos comprenden.

ERIKA