Hace poco, a causa de la denuncia de 43 ex numerarias auxiliares, el Opus Dei sacó un comunicado, en forma de preguntas y respuestas, donde entre otras cosas dice que:

«Nadie en el Opus Dei está obligado a practicar mortificaciones».

No sólo hay obligación de mortificarse sino de mortificarse corporalmente. Es algo que está escrito...

Pero la idea de fondo –que permite decir falsedades como esa del comunicado- es que como en el Opus Dei en teoría "todo es voluntario", entonces "nada es obligatorio". Ha sido un principio teórico que no sólo ha engañado a "la gente de afuera" sino también a la de adentro.

En realidad, lo que es obligatorio es decir que todo es voluntario (y a su vez está prohibido aceptar que dicho principio exista, por lo cual "solo existe lo voluntario"). Aquí está el engaño, el origen de la mentira. Mientras ese principio no se haga visible, no se ponga en palabras, todo parecerá voluntario (a primera vista).

Escrivá mismo, en su predicación, repite una y otra vez la muletilla «porque te dio la gana», impidiendo la posibilidad, el espacio, para preguntarse uno mismo si eso es realmente así.

Es pura manipulación y también coacción (acerca de lo cual Escrivá prohíbe preguntarse): impedir el discernimiento (no sólo para decidir sobre la existencia de vocación al Opus Dei sino también para permanecer dentro sin hacerse ningún cuestionamiento, al contrario, Escrivá exige "rendir el juicio", por lo cual en el Opus Dei no se piensa, sobre todo se obedece).

Esto obliga a uno a preguntarse por la sanidad mental de Escrivá ("aspectos psicológicos poco claros", cfr. G. Rocca), en sentido muy serio. ¿Por qué? Porque él ve cosas que otros no ven y "nos las hace ver a nosotros", que no las vemos pero que "creemos en ellas" porque "Escrivá dice verlas".

Lo típico es la vocación al Opus Dei, que –me arriesgaría a decir- casi ninguno de nosotros la vio y por eso no hubo posibilidad de discernimiento alguno por nuestra parte. La vieron "otros", los directores, la vio el Opus Dei. Nosotros no. Y tuvieron que pasar años para terminar viendo que "no había nada que ver", la vocación era un invento del Opus Dei.

Otro ejemplo es la supuesta visión que Escrivá tuvo el 2 de octubre de 1928. No la vimos nosotros, pero confiamos en que "él sí la tuvo".

Pero yendo a cosas más concretas, aceptamos que "en el Opus Dei es todo voluntario" porque "Escrivá dice que es así", aunque ninguno de nosotros lo haya aprendido por experiencia propia. Aceptamos que fuera de "la barca" está la muerte, lo cual nos hará permanecer por años dentro del Opus Dei por miedo a morir ahogados en "un océano" que no existe y creeremos que para permanecer en el Opus Dei es necesario someternos a todo lo que nos digan, hasta el grado de aceptar ser abusados espiritualmente (este sería el fin del engaño, como una distracción mientras se sufre el abuso espiritual, que se descubre más tarde, cuando uno ya se encuentra afuera). Aquí es donde toda posible patología de Escrivá deja de ser inocente o neutral y pasa a ser directamente dañina.

El Opus Dei entonces se transforma en una especie de alucinación colectiva, donde todos dicen ver lo que no hay, con un "iluminado" al frente que los guía y les va diciendo lo que tienen que ver. La fortaleza del Opus Dei, aunque parezca mentira, está en la fuerza con que se cree en lo que no hay.

Es lógico entonces que se termine con depresiones, ansiedades o mentalmente agotado, porque se vive en un estado de constante disociación mental.

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De todos modos, no deja de ser interesante citar aquí el «Programa de formación inicial (B-10, I-14)», utilizado para formar a hombres y mujeres del Opus Dei, donde dice lo contrario al comunicado de prensa reciente:

«En la víspera de las Bodas de Oro de la Sección femenina, el Padre decía que "no podemos transigir en lo que se refiere a la penitencia, porque, además, no hay absolutamente ningún santo -confesor o virgen: mártires, sí- canonizado que no haya utilizado voluntariamente los medios cristianos de mortificación corporal (...) Hijos míos, vamos a concretar el agradecimiento que constantemente hemos de elevar al Señor, abrazándonos a la Cruz: es la verdadera señal de que le amamos sinceramente (...) Es la víspera de una gran fiesta y estoy venga a hablar del cilicio, de las disciplinas. Pues sí: ¡duro duro! (…)" (Del Padre, revista interna Crónica, 1980, pp. 174-176).

Los Numerarios usan dos horas diarias el cilicio; las disciplinas semanalmente, por el tiempo que dure una oración vocal, como el Padrenuestro, el Credo, el salmo Miserere, o cualquier otra según la devoción de cada uno; y un día a la semana duermen en el suelo (o sin almohada).»

Curioso que para ser santo en medio del mundo haya que usar cilicio y disciplinas: o dicho de otro modo, parece difícil que los que no lo usen puedan llegar a ser santos, según dan a entender las palabras de «El Padre» Del Portillo.

Otra curiosidad: ¿por qué esa diferencia entre "santo" y "santo canonizable"? ¿Para el Opus Dei no es suficiente ser santo sino que lo importante es ser "canonizable"? Parece una diferencia propia de marketing.

El mismo argumento aplicado a la mortificación corporal parece ser el que subyace en tantas prácticas propias de religiosos incorporadas en la vida de numerari@s y agregad@s. Para ser santo canonizable en medio del mundo hay que vivir como los religiosos. Interesante paradoja, que revela mucho del Opus Dei y sus contradicciones.

Pero también hay que tener en cuenta que la disciplina propia de religiosos (anterior al Vaticano II), especialmente lo referente a la pobreza y la obediencia, resultaron ser de suma utilidad para hacer del Opus Dei –en su momento de esplendor- una organización eficaz a nivel proselitista.

E.B.E.