Bienvenido a Opuslibros
Inicio - Buscar - Envíos - Temas - Enlaces - Tu cuenta - Libros silenciados - Documentos Internos

     Opuslibros
¡Gracias a Dios, nos fuimos
Ir a la web 'clásica'

· FAQ
· Quienes somos
· La trampa de la vocación
· Contacta con nosotros si...
· Si quieres ayudar económicamente...
· Política de cookies

     Ayuda a Opuslibros

Si quieres colaborar económicamente para el mantenimiento de Opuslibros, puedes hacerlo

desde aquí


     Cookies
Utilizamos cookies propias y de terceros para obtener datos estadísticos de la navegación de nuestros usuarios y mejorar nuestros servicios. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Puede obtener más información aquí

     Principal
· Home
· Archivo por fecha
· Buscar
· Enlaces Web
· Envíos (para publicar)
· Login/Logout
· Ver por Temas

     Login
Nickname

Password

Registrate aquí. De forma anónima puedes leerlo todo. Para enviar escritos o correos para publicar, debes registrarte con un apodo, con tus iniciales o con tu nombre.

     Webs amigas

Opus-Info

NOPUS DEI (USA)

ODAN (USA)

Blog de Ana Azanza

Blog de Maripaz

OpusLibre-Français

OpusFrei-Deutsch


 Tus escritos: Una película de terror.- Antonio Moya Somolinos

125. Iglesia y Opus Dei
Antonio Moya :

 

Una película de terror
Antonio Moya Somolinos, 22/08/2022

 

Me plantea Jacinto Choza una serie de preguntas de esas que podríamos denominar “sin respuesta”, al menos después de leer su artículo, tras el que se pueden ver, por su parte, no solo unos conocimientos profundos que para sí los querrían la mayor parte de los directores de comisiones regionales del Opus Dei, sino una cabeza, como diría un amigo, “muy bien amueblada” en la que queda patente la importancia de que las cosas sean lo que son y que las formas jurídicas respondan a lo que las cosas son.

Llama mucho la atención el bajo o nulo interés por tener un mínimo de mentalidad jurídica entre los miembros del Opus Dei y el afán arrollador de antaño por “sacar adelante la intención especial” que en los años setenta y principios de los ochenta era tan intenso que parecía que el Opus Dei no estaba en la tierra sino para eso, cuando la “intención especial” no era sino la consecución de lo que nos decían que era “la forma jurídica definitiva de la Obra”…



Si tan importante era lo jurídico, ¿Cómo es que de un tiempo a esta parte planea en la institución ese desdén hacia el Derecho de la Iglesia y del Opus Dei? ¿Cómo es que se quedan igual, al menos aparentemente, cuando al enterarse de que hay que cambiar los estatutos – es decir, “la forma jurídica que hasta ahora era presuntamente “definitiva” – no reaccionan, al menos con cierta preocupación o se quedan tranquilos cuando Ocáriz les dice que no pasa nada, que se trata solo de unos pequeños “retoques”? ¿No se les ocurre pensar que unos pequeños retoques no habrían motivado un Motu Proprio del Papa?

Los dos artículos de Jacinto son brillantes en cuanto a poner de manifiesto unas incongruencias tales que causarían hilaridad si no es por algo tan grave para él como el derecho a saber qué es lo que él mismo ha sido durante los 34 años que estuvo en el Opus Dei, pregunta que trasluce el respeto a la propia dignidad de una persona que no se contenta con que otros hayan jugado con ella durante esos años, y que cualquiera con un poco de celo sobre la propia dignidad no puede por menos que compartir con Jacinto.

Ahí está mi respuesta a la primera pregunta: Entiendo que ese derecho a saber qué ha sido uno durante su pertenencia al Opus Dei durante el tiempo que haya sido, tiene su raíz en la propia dignidad personal, que por nadie debe ser vulnerada, y menos en el seno de una institución de la Iglesia.

El primer bloque de preguntas de Jacinto se refiere a si existe realmente el Opus Dei y las segundas a si es viable tras el motu proprio “Ad Charisma Tuendum”.

Empezaré por el segundo bloque. Yo creo que sí, aunque con todos los ex miembros mayores con los que he hablado últimamente, mucho más versados que yo y con más años, la respuesta unánime es que no. En lo que difieren ellos entre sí es sobre el tiempo que tardará en desaparecer el Opus Dei. Hay quien sostiene que no llegará al centenario mientras que otros sostienen que no llegará al segundo centenario, pero al primero, sí.

Lo que parece inevitable es un enfrentamiento abierto con el Papa en el horizonte, pues la reacción desde la prelatura, tanto a “Iuvenescit Ecclesia” como a “Praedicate Evangelium” y “Ad Charisma Tuendum” ha sido totalmente contraria al Papa, y ello por no mencionar los innumerables avisos verbales, tanto de Benedicto XVI como de Francisco, tendentes a reconducir por las buenas la deriva sectaria de la institución, inmersa en una soberbia colectiva, sobre todo en la cabeza, que les ha cegado acerca de su identidad, de su ubicación, de sus fines, de su carisma y de sus medios de actuar.

Empleando la parábola evangélica, son claramente un sarmiento separado de la vid. Es patente que ya no tienen frutos, pero tras esa esterilidad vendrá su propia muerte, buscada con ahínco durante años y años. Aun así, yo pienso que todavía están a tiempo de reaccionar, de abandonar su soberbia colectiva, de abrir los ojos. Otros piensan que ya es tarde para ellos. No para el Papa, sino para ellos, que su situación es irreversible porque esa soberbia colectiva les ha paralizado irremisiblemente y sin retorno.

Acerca de lo que ha sido hasta ahora el Opus Dei, la complicación institucional es tan enorme, que cuesta responder. Yo no me considero totalmente capaz, pero sí creo que puedo ofrecer una respuesta de por qué se ha llegado a ese contrasentido tan monumental en el que lo “mejor” es algo tan inhumano como negarse a intentar saber lo que uno es o lo que ha sido al pertenecer al Opus Dei.

En cuanto a la segunda pregunta que plantea Jacinto, acerca de si es o no delictiva la actuación de Ocáriz al ocultar el gravísimo problema institucional a los miembros, algo que les afecta íntimamente, debo decir en primer lugar que no soy jurista y menos especialista en derecho canónico, pero de lo que no me cabe duda es de que Ocáriz, en este punto, actúa con dolo ante sus seguidores, valiéndose de una posición de preeminencia institucional exorbitada, concordante con una posición de vulnerabilidad de sus seguidores, lo cual es el punto de partida, según los teólogos que han estudiado este fenómeno, para argumentar la existencia de abuso de poder y de conciencia en el seno de la Iglesia.

A esto que acabo de decir me voy a referir más adelante.

El ejemplo que pones del tricornio lo conozco, porque lo he oído en múltiples charlas de formación y meditaciones como paradigma de unidad y obediencia en la Obra. Lo que no sabía es que tú habías sido el protagonista de la anécdota. En cuanto a lo que decía Escrivá, ya sabemos todos que decía unas cosas y hacía otras.

Preguntas si ese fanatismo es invalidante de la pertenencia a una institución de la Iglesia. No lo sé, entre otras cosas porque no se puede medir ni establecer un punto a partir del cual ese fanatismo anule la libertad de elección. No lo sé. Además, hay que tener en cuenta que ese fanatismo recorre el famoso “plano inclinado”, y a mitad de ese plano está el momento del pitaje. O lo que es lo mismo, es difícil determinar si en el momento de pitar existía un nivel de fanatismo suficiente como para anular la libertad. Lo que sí está claro es que, tras el pitaje, el plano inclinado sigue y sigue, hasta el punto de que, quien no era fanático en el momento de pitar, sino simplemente “forofo”, al cabo de los meses o años llega a tener un fanatismo tal que su posición en el momento en que pitó queda irreconocible.

Ninguno de quienes hemos sido fanáticos en el Opus Dei lo éramos tanto al entrar.

Otro modo de entenderlo: Nadie pita de numerario a los 40 o 50 años, pero sí hay gente que ingresa en órdenes religiosas a esa edad. ¿Por qué? Porque en esas instituciones no hacen proselitismo y sucede que quienes llegan a ellas lo hacen como causa de la propagación natural de ese carisma. En el Opus Dei, sin embargo, quienes llegan como numerarios lo hacen en una edad vulnerable, aprovechada por la institución para desviar el amor de Dios hacia la captación de adeptos, al más puro estilo de las sectas. A una persona de 40 o 50 años jamás serán capaces de captar los del Opus Dei.

Para pitar hace falta un pequeño “fanatismo básico”, muy pequeño, amparado incluso en que es más lo que se desconoce que lo que se conoce del Opus Dei. La institución se irá encargando después de irlo alimentándolo convenientemente. En este punto es donde yo pienso que podría tener más apoyo la tesis de que un pitaje, tal y como se plantea en el Opus Dei, explotando la vulnerabilidad del candidato, podría ser inválido. Y, en consecuencia, la mayoría de quienes hemos formado parte del Opus Dei, no hemos formado parte de él válidamente. Habría que ver caso por caso, lo cual es absolutamente imposible, aunque plantearse esto es de absoluta importancia, por supuesto.

Yo solo puedo hablar de mi caso personal, lo cual he manifestado en OpusLibros varias veces: En el momento en que a los 42 años de pertenecer al Opus Dei me di cuenta claramente de que mi pitaje se apoyó en dos falsedades que me dijo A.C.M., subdirector del centro en el que pité, en las conversaciones previas al pitaje, en ese momento, al igual que un casado que descubre que su matrimonio fue inválido y nulo por una circunstancia que anuló su libertad en el momento de contraer matrimonio, en ese momento abandoné el Opus Dei, por la sencilla razón de que, aunque hubiera fundado los 42 años anteriores de mi vida en una falsedad, lo que era absolutamente inaceptable para mí era permanecer en esa falsedad una vez que esta se había hecho manifiesta, aunque esto hubiera ocurrido con 42 años de retraso.

El motivo de esa inaceptabilidad era el respeto que tengo obligación de tenerme a mí mismo y a mi dignidad, no solo en sí mismo, sino porque ese respeto es indispensable para posibilitar que tenga el mismo respeto por la dignidad de los demás. Se podrá vivir equivocado, pero jamás en la mentira y conscientemente de ello.

Coincido con Jacinto Choza en que a partir de 1947 la incorporación de los laicos al Opus Dei es contradictoria en si misma en la medida en que se hace como miembros de un instituto religioso (con votos de pobreza, castidad y obediencia) pero “con la condición expresa de no ser religiosos”, es decir, anulando, mediante esa condición previa, los votos que se pronunciaban a continuación, que a su vez eran condición sine qua non para incorporarse al Opus Dei, que estaba ubicado en el dicasterio para los Religiosos.

Desde que he profundizado un poco en lo que es el Opus Dei, es decir, desde que me salí, siempre me pareció que la mejor forma jurídica que ha tenido el Opus Dei ha sido la de Pía Unión, sin que ello suponga afirmar que esos primeros estatutos fueran una maravilla. Pero sí creo que son los que menos problemas traían y los que más se ajustaban al carisma de san Josemaría.

Y aquí viene la tercera pregunta de Jacinto: ¿Existía el Opus Dei antes de 1982?

Mi opinión es que no, pero de ello me he dado cuenta años después de largarme. Un poco tarde, ¿no?

Creo que nadie nos dimos cuenta. Y los que siguen, o han seguido sin darse cuenta y viven “felices”, o interiormente han adoptado la postura de Fidel Castro en sus últimos años: Para lo que me queda en el convento, me cago dentro”.

En esta vida hay cosas que ya no tienen arreglo, porque la vida es muy larga, pero en realidad es muy corta. El hecho es que hoy día ya no queda vivo nadie que pitara antes de 1947, y los cooperadores orgánicos que entraron a partir de 1982 nunca hasta ahora han sabido que ni eran ni son del Opus Dei. Y el 99,9% de ellos no saben actualmente que siguen sin serlo, ni siquiera con estos dos “mazazos” del Papa.

Hasta aquí lo que humildemente he podido responder al primer artículo de Jacinto. Vamos con el segundo.

Cuarta pregunta: ¿Qué era el Opus Dei antes de 1982?

Coincido con Jacinto en sostener que era algo así como una unión “de hecho” pero camuflada de derecho, aunque de un derecho imposible, algo así como los dibujos del maestro Escher o la cuadratura del círculo o la vulneración flagrante del principio de no contradicción.

Hago un inciso de mi época de estudiante. Tuve la fortuna de tener como profesor a Francisco Javier Saenz de Oiza, uno de los maestros de la arquitectura española del siglo XX. A pesar de que tenía exactamente la edad de mi padre y de su prestigio mítico como arquitecto, era un hombre muy cercano y muy divertido. Sus clases eran verdaderas tertulias. Nada de estrado, nada de tarimas; un corrillo en el que todos, de pie o sentados, le rodeábamos y charlábamos de arquitectura. Nada de tratarle de usted. Se hacía llamar “Paco”, sin más. En una de esas discusiones acaloradas sobre arquitectura, uno de mis compañeros intervino en un momento para decirle: “Oye, Paco, ¿no crees que con eso que acabas de decir te estás contradiciendo?” A lo que el maestro replicó inmediatamente: “Es que yo soy contradictorio”.

Fin del inciso.

La forma jurídica del Opus Dei desde 1947 a 1982 vulnera el principio de no contradicción. Lo cual hace nula toda incorporación en esa época. Pero como he dicho, yo me percaté de esto demasiado tarde…

A la quinta pregunta ya he contestado al principio, además de haber contestado sin pretenderlo en otro artículo mío anterior, pues a partir del motu proprio Ad Charisma Tuendum se abren varias posibilidades, no solo la desmembración del Opus Dei en varias entidades independientes bajo un mismo carisma pero con distintas autoridades y órganos de gobierno, sino que se abre la posibilidad de que, al amparo del mismo carisma surjan otras instituciones distintas en el seno de la Iglesia, con el mismo derecho a existir, y diferentes modos jurídicos de hacerlo.

Hay que tener en cuenta que lo que ha devenido a ser la institución fundada por san Josemaría es fruto de una causa poliédrica: La perturbación mental indiscutible de san Josemaría, la perturbación probable y de otro tipo de Álvaro del Portillo y de Javier Echevarría, la concepción de la Iglesia de aquellos años, los “modelos” en los que se inspiró san Josemaría (la abadesa de las Huelgas, no lo olvidemos), los personajes con quienes trató (Eijo y Garay, Franco, su paso por el seminario, determinados eclesiásticos con los que trató, tanto de España como de Roma, etc.), la meningitis infantil que tuvo de pequeño y las secuelas que le dejaron, la frustración por el fracaso profesional de su padre, un modesto comerciante pueblerino que terminó como dependiente en una tienda de una capital provinciana; la muerte de sus hermanas, el mecanismo de compensación psicológica que tuvo ante las frustraciones de la vida (el marquesado de Peralta), su ignorancia del derecho, el tiempo en el que el Opus Dei creció (una España devastada pero llena de ideales juveniles político religiosos, todo mezclado), el machismo en todos los ámbitos sociales, etc.

Todo ese batiburrillo está explotando actualmente y Ocáriz está pretendiendo que sea una voladura controlada, a ver cuántos muebles logra salvar. A Paco Oiza le perdonábamos todos de mil amores que fuera contradictorio o que se hiciera monje, si le apetecía. Pero al Opus Dei en la Iglesia no le va a suceder lo mismo.

Me ha parecido sensacional el relato histórico de Jacinto en el segundo de sus artículos. Efectivamente, doy fe de que, desde que estuve en el centro de estudios (1975-1977) fueron abundantes las tertulias con quienes entonces eran los mayores de la Obra en las que claramente se nos decía que la misión de Escrivá había sido la de “salvar a la Iglesia”, empleando en todo tipo de medios de formación la idea del “resto de Israel” pero aplicado al Opus Dei. Dentro de ese planteamiento, el Papa era poco menos que un pobre hombre cuyo mejor modo de actuar sería hacerlo siguiendo el camino que san Josemaría había trazado, no solo para el Opus Dei, sino para la Iglesia entera, pues llegaría un momento en el que la Iglesia no tendría más remedio, para salvarse, que apoyarse en “nuestro Padre”.

En una palabra, la idea que se nos inculcaba en aquellos años era una idea claramente mesiánica de san Josemaría, muy por encima del Papa, a quien lo mejor que le podía pasar era “entendernos”. Doy fe de todo esto, y pienso que esa idea sigue siendo la que impera en el Consejo General del Opus Dei, en la Asesoría Central y en buena parte de quienes gobiernan, y que los que son inscritos actualmente, viven en esa idea, pues de lo contrario no es posible tanta ceguera ante los acontecimientos que estamos viendo.

La crisis de legitimidad – El Vaticano o Villa Tevere – que Jacinto se planteó en 1979 es algo que en el Opus Dei siempre se ha resuelto – de puertas adentro – a favor de Villa Tevere, y pienso que hoy día, de facto, sigue así. Ahora bien, pienso que esa crisis ha asomado con el motu proprio Ad Charisma Tuendum, pero no va a ser el último test. Sin duda habrá más. Mi opinión es que el Papa ha sondeado el patio y el resultado ha sido bueno. Pienso que habrá otra vuelta de tuerca, y pienso que esta llegará por uno de estos dos caminos o por los dos:

Primero. Por un cambio de nombre a las prelaturas personales para evitar su confusión con las prelaturas territoriales y apartar esa confusión incluso en el lenguaje común, pues el lenguaje no es algo sobrevenido al pensamiento, sino que el propio pensamiento se configura con el lenguaje, como cuando un escritor, al escribir, hace más nítido su pensamiento sobre lo que está escribiendo. Pienso que el Papa emitirá otro motu proprio cambiando el nombre a las prelaturas personales para darles un nombre más adecuado a lo que son. Pienso que les dará el nombre, como ya lo he dicho en estas páginas, de “sociedades sacerdotales”, distinto de “asociaciones de sacerdotes”, en atención a la incardinación. Pienso que el Papa tiene pendiente borrar toda confusión con lo que pueda entenderse como perteneciente a la estructura jerárquica de la Iglesia en la figura de las prelaturas personales. Y pienso que lo va a llevar a cabo.

Segundo. Habida cuenta de la rigidez del Código de Derecho Particular de la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei, pienso que el Papa, sin renunciar a que sea la propia prelatura la que proponga unos estatutos modificados, llevará a cabo una serie de modificaciones puntuales en los estatutos, mediante otro motu proprio, tendentes a evitar esa rigidez procedimental para la modificación de estatutos, de modo que desde la prelatura sea posible que en este año o a lo más tardar, en el que viene, pueda presentar a la Santa Sede una propuesta de estatutos modificados, que precisando en el lenguaje, más que “modificados”, en realidad serán “revisados”, dado el alcance que han de tener, y que el Papa no va aceptar un simple “retoque”.

Hago un inciso: A una mente lúcida y sinceramente cristiana como la de Jacinto, le produjo una zozobra de nada menos que DIECISIETE AÑOS el discurso de Juan Pablo II en Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos. ¿Cuánta gente del Opus Dei captó algo parecido en aquel momento?...

La pregunta de Leonardo Polo en aquel momento revela dos cosas:

Primera. Que por aquel entonces el Opus Dei ya era sectario y mesiánico, al ver al Papa “en el otro bando”.

Segunda. Que dentro de ese sectarismo, Leonardo Polo era, debido a su talla intelectual, al menos respetuoso, no ya con quien se pasara “al otro bando”, sino simplemente con quien “quedara destrozado” al ver que el vicario de Cristo defendía los Derechos Humanos, que evidentemente no se respetaban en el Opus Dei, empezando por el respeto a la conciencia y a la libertad de los demás.

Esto es algo verdaderamente terrible. Repito, terrible.

También hubo un momento en el que me di cuenta de que el único de mi centro que realmente se creía la teoría del Opus Dei y sus ideales, era yo. Sin embargo, a diferencia de Jacinto, decidí no irme del Opus Dei. Decidí permanecer dentro como mártir, entendiendo que, aunque solo quedara un hombre sobre la tierra que creyera en esos ideales, y ese hombre fuera yo, seguiría en el Opus Dei. Solo me fui, como he dicho más arriba, cuando me di cuenta de que mi vida en los 42 años anteriores se había cimentado sobre dos mentiras invalidantes de mi decisión cuando pité. Cimentar mi vida sobre una mentira era ya otra cosa, absolutamente inaceptable.

Lo que Jacinto Choza percibió, al salir del Opus Dei, desde el punto de vista intelectual, como una “vuelta a la Iglesia”, yo lo percibí algo después de irme, pero por vía de los hechos. Me di cuenta a posteriori de que había vuelto a la Iglesia, que había salido de una secta, que las piezas del puzle empezaban a encajar.

Al igual que Jacinto, yo también entiendo ahora a la Iglesia mucho mejor y la amo más porque he dejado de ser escrivariano para ser simplemente cristiano. Coincido con Jacinto en que ese “hurto” de san Josemaría del Opus Dei a la tutela de la Iglesia durante toda su vida va a tener consecuencias trágicas como colofón: Una probable desaparición del Opus Dei, salvo en el improbable – pero todavía posible – caso de que desde el Opus Dei hagan lo que vengo diciendo desde estas páginas desde hace mucho tiempo: Echar por la borda el LASTRE de san Josemaría – incluso aceptando de buen grado una posible descanonización – para quedarse en la Iglesia. Más o menos lo que han hecho los Legionarios de Cristo – echar por la borda el lastre de Marcial Maciel. Cada vez va quedando más claro que van a tener que elegir entre Escrivá o Jesucristo. Así de claro.

Hay veces que el precio para seguir viviendo es caro. Que se lo pregunten a tantos ucranianos que para poder seguir vivos se han ido de su país con lo puesto.

Me parece, por todo lo dicho, que el pulso abierto con el Papa va a ser inevitable, pero presiento que va a ganar el Papa a pesar del inmenso poder que todavía tiene el Opus Dei. Estamos claramente en un momento crítico para la Iglesia, pero creo que saldrá bien parada de esta.

Los abusos de poder y de conciencia son el último episodio que tarde o temprano terminaría por aparecer. El asunto de las 43 ex numerarias auxiliares no es un asunto puntual, como los abusos sexuales que conocemos hasta ahora por parte de algunos curas numerarios. El asunto de las 43 ex numerarias auxiliares es el asunto de TODO EL OPUS DEI, pues en todo el Opus Dei, desde siempre, se ha llevado a cabo un descarado abuso de poder y de conciencia sobre todos los miembros, igual que el que supuso la desaparición y refundación de los Legionarios de Cristo hace unos años. El caso de las 43 ex numerarias auxiliares es la punta de un iceberg.

No sé si te habré contestado adecuadamente, Jacinto, al menos lo he intentado. Como decía espontáneamente la entrevistadora de Paula Bistagnino en una reciente entrevista de la que se ha hecho eco OpusLibros, “todo esto parece una película de terror”.

Antonio Moya Somolinos.




Publicado el Monday, 22 August 2022



 
     Enlaces Relacionados
· Más Acerca de 125. Iglesia y Opus Dei


Noticia más leída sobre 125. Iglesia y Opus Dei:
El Opus Dei, Instituto Secular (III): Conmemorando las bodas de plata.- Idiota


     Opciones

 Versión imprimible  Versión imprimible

 Respuestas y referencias a este artículo






Web site powered by PHP-Nuke

All logos and trademarks in this site are property of their respective owner. The comments are property of their posters, all the rest by me

Web site engine code is Copyright © 2003 by PHP-Nuke. All Rights Reserved. PHP-Nuke is Free Software released under the GNU/GPL license.
Página Generada en: 0.122 Segundos