Sin duda alguna este mes de agosto está siendo propicio a informar sobre el Opus Dei. La novedad la ha protagonizado el Motu Proprio que se refiere a él (El Papa Francisco 'degrada' al Opus Dei: deja de depender del pontífice y su cabeza “ya no será obispo (eldiario.es)), pero siguen en el “hit parade” la rebelión de las 43 antiguas auxiliares en Argentina ("Nos decían que dios nos pedía servir": las 43 exempleadas domésticas de Sudamérica que denuncian al Opus Dei ante el Vaticano por servidumbre y explotación - BBC News Mundo), y las consecuencias de los abusos sexuales acaecidos en dos obras corporativas española: Gaztelueta en Vizcaya (El Opus Dei no pide perdón a la víctima de abusos del 'caso Gaztelueta' pese a admitir "la verdad judicial" (eldiario.es)) y Colegio Mayor Almonte en Sevilla (Un cura del Opus Dei 'compró' el silencio de una víctima de abusos con un contrato ante notario (eldiario.es)).

No parece que le siente bien agosto a la prelatura personal. Pero ahora simplemente quiero comentar brevemente el cambio jurídico causado por el Motu Proprio “Ad charisma tuendum” (versión italiana: Lettera Apostolica in forma di “Motu proprio” Ad charisma tuendum (14 luglio 2022) | Francesco (vatican.va)). Como lector habitual de esta web y colaborador esporádico, he apreciado una cierta recepción jubilosa a la nueva disposición. Quizás se deba a la constancia de que contradice lo insistintemente pedido por el Opus Dei al parecer desde 1962.

Sin dejar de compartir ese júbilo, en mi opinión, a la prelatura y a sus miembros le da igual la nueva regulación y los cambios que en sus Estatutos pueda suponer. Desconozco los detalles pequeños, igual ahora las numerarias ya pueden vestir pantalones, duermen en colchones de plumas, fuman y van a conciertos de Bertín Osborne (un artista muy popular en España), o los numerarios ya no forman colas para consultar todo, ni hacen la cuenta de gastos, ni se azotan con disciplinas. Pero todos y todas (y sus directores) seguirán distinguiendo si están en “buen plan” o en “mal plan” y quienes son “muy de Casa” y quienes no. Y esas distinciones tendrán consecuencias.

No nos engañemos. En mi opinión, no va a haber cambios en el Opus Dei. Es metafísicamente imposible que los haya. Puede haber miembros más liberales y tolerados, que servirán para que con su trabajo y aportaciones se paguen las facturas, pero siempre estarán los que cumplan no los Estatutos, sino las praxis y vademecums (libros grises y rojos que recordaba Fede en su aportación de 2004 oportunamente recuperada por Agustina [15/08/2022]). No va a haber rebeliones internas. En su caso, sólo una lenta decadencia. Quizás, en siglos venideros, si la cosa da para tanto, alguien se alce al modo Santa Teresa diciendo que hay que volver a los orígenes, a antes de 1941 y renovar una institución corrupta. Las cosas en la Iglesia son así de lentas, es su historia.

Para los miembros actuales del Opus Dei es previsible una nueva temporada de la serie denominada intención especial, con alegaciones de que realmente lo de la prelatura personal no era lo nuestro. Ya ocurrió con la forma de los Institutos Seculares. Posiblemente, aprovechando el centenario de la institución, se recordará aquello de que llegó a Roma con un siglo de antelación. Y, mientras, se predicará en las reuniones internas aquello de “ceder sin conceder con ánimo de recuperar”.

De todos modos, palo, lo que se dice palo, el Motu Proprio lo ha sido. No sé si por culpa de los “de siempre” o de otros. Sí que parece que este agosto no le ha sentado bien al Opus Dei.

Conrad.