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 Tus escritos: ¿Existe el Opus Dei o puede existir? (II).- Jacinto Choza

110. Aspectos jurídicos
JacintoChoza :

 

El artículo anterior lo terminé con la comparación entre la unión de hecho entre hombre y mujer a finales del siglo XX en España, y la unión de hecho entre los laicos y la prelatura Opus Dei.

La relación de los laicos con el Opus Dei hasta 1982, era la equivalente a una “unión de hecho” entre un hombre y una mujer que viven juntos sin contraer matrimonio, y que no tenía ninguna protección ni garantía jurídica. Esta es la tercera pregunta que os hago: ¿Existía el Opus Dei antes de la bula Ut sit del 28/11/1982?, y ¿Qué relación tenía con los laicos integrados en la institución? Y dije que tenía que haceros más preguntas. La cuarta pregunta es: ¿Qué era el Opus Dei entonces? Y la quinta pregunta es: ¿Puede existir el Opus Dei a partir del motu proprio?...



La repuesta a la pregunta qué era el Opus Dei antes del 28/11/1982, probablemente es esta: era una idea en la mente de Escrivá. Y la respuesta a la quinta pregunta sería: probablemente puede existir, pero no como la idea que Escrivá tenía en la mente.

El Opus Dei, desde 1928 o desde antes, hasta el 28/11/1982, parece que era, más que una idea en la mente de Escrivá, una aspiración suya a la realización de algo grandioso a través de la Iglesia católica, y con la ayuda del régimen franquista, al menos inicialmente. Esa aspiración se va refiriendo a unas metas, a la creación de unas instituciones, que resultan ser siempre provisionales, hasta que, una vez muerto el fundador, en 1982 parece haber alcanzado la meta definitiva. En conjunto son cuatro etapas.

1.- Existe a partir de 1941 como Pía Unión.

2.- “El 25 de junio de 1944, cuando fue reconocida jurídicamente como sociedad de vida en común sin votos públicos por el obispo de Madrid […].”  (https://es.wikipedia.org/wiki/Opus_Dei, consultada 16/02/2022).

3.- “En 1947 el Opus Dei recibió la aprobación provisional por parte de la Santa Sede como instituto secular de derecho pontificio. La aprobación definitiva le fue otorgada en 1950. Al instituto pertenecen hombres y mujeres laicos y sacerdotes, tanto los que provienen de los laicos del instituto y que se ordenan para servir a este, como los sacerdotes diocesanos que continúan dependiendo de sus respectivos obispos” (https://es.wikipedia.org/wiki/Opus_Dei, consultada 16/02/2022).

4.- “El 28 de noviembre de 1982 Juan Pablo II erige al Opus Dei como la primera prelatura personal” (https://es.wikipedia.org/wiki/Opus_Dei)

Este camino institucional, que culmina en la forma de prelatura personal, queda expuesto en A. de Fuenmayor, V. Gómez-Iglesias, J.L. Illanes, El itinerario jurídico del Opus Dei. Historia y defensa de un carisma, Pamplona, EUNSA, primera edición marzo de 1989. Con este libro se pretendía poner un punto y seguido a un camino lleno incertidumbres sobre la cuestión de qué es el Opus Dei, que nos traía de cabeza a todos y especialmente a los que teníamos que explicar a los demás. Lo más sensato era admitir sencillamente que no lo sabíamos y que no lo sabía nadie, como lo cuenta Satur humorísticamente en sus crónicas en Opuslibros, recogidas en el libro Satur Sangüesa, La recomposición de la crisma. Guía para sobrevivir a los grandes ideales (Sevilla: Thémata, 2007), que sigue siendo una gran ayuda para entender la historia del carisma en cuestión.

Carisma es el nombre técnico que se da en los medios eclesiásticos a las ideas y aspiraciones que tenía Escrivá desde antes de 1928, y que significa inspiración creativa o bien gracia de Dios o de las musas (Charis significa en griego “Gracia”). Consiste en un don gratuito que reciben las personas que tienen un rendimiento excepcional en el mundo de las artes, la política, la empresa, la ciencia, la religión, etc. En la historia del cristianismo se llama Carisma al don que reciben de Jesucristo los 12 apóstoles para constituir la iglesia, organizarla, y difundir el mensaje evangélico.

Desde la fundación de la Iglesia, Dios actúa continuamente a través de la iglesia, a través del conjunto de sucesores de los apóstoles que recibieron los primeros carismas, los obispos, que en conjunto forman la estructura jerárquica de la Iglesia. Un obispo es la cabeza de lo que se llama una iglesia particular y también una diócesis, y tiene la característica de que contiene, y es, la plenitud de la Iglesia Universal. Es decir, si por una catástrofe atómica, sucumbieran todos los obispos y fieles de todas las diócesis y quedara solamente el de Barbastro, o el de Badajoz, sería de suyo y por sí misma la única Iglesia universal fundada por Jesucristo y confiada a sus apóstoles, y su obispo sería el cabeza de la Iglesia Universal. Dios actúa también discontinuamente en la historia, en momentos particulares, a través de otras muchas personas, que no pertenecen a la jerarquía de la iglesia, y a quienes otorga un carisma o una gracia especializada. Por ejemplo, la gracia de difundir el evangelio en las nacientes ciudades de la emergente Europa se otorga a las ordenes mendicantes a finales de la Edad Media (franciscanos, dominicos, etc.), la de cuidar a los enfermos psíquicos se otorga a San Juan de Dios, la de difundir la santidad por medio de laicos en las sociedades industriales se otorga a Escrivá, y a otros fundadores de institutos seculares laicales o clericales.

El nombre de Carisma se reserva principalmente para la Gracia de estas fundaciones y para estos fundadores, mientras que se reserva el nombre de Jerarquía para el conjunto de quienes reciben la Gracia de fundar la iglesia, a los que se les llama obispos. Pero los fundadores carismáticos no son obispos, ni sus fundaciones constituyen en ningún caso una iglesia particular que pueda constituirse como Iglesia Universal.

En el siglo XX se crean prelaturas especiales, y en concreto se crean las prelaturas personales con la idea de constituir la misión de Francia, y poner a un Obispo al frente de unos curas obreros, que evangelicen de nuevo el mundo obrero que se descristianizaba. La misión de Francia no llega a constituirse. “Escrivá solicita la conversión del Opus Dei en prelatura personal en 1962 [ante el papa Pablo VI], y no fue sino hasta el papado de Juan Pablo II, el cual finalmente concedió esta petición” (https://es.wikipedia.org/wiki/Opus_Dei, 16/08/2022). Escrivá entiende que esa forma institucional como prelatura personal es la que mejor conviene para el Opus Dei. ¿Por qué? Porque como se cuenta en El itinerario jurídico del Opus Dei, la aspiración y el carisma suyo era, primero ser sacerdote, luego ser obispo, y en todo caso asumir en su organización personal la tarea de la iglesia universal.

Cuando se promulga la bula Ut sit, y se erige el Opus Dei como Prelatura personal, algunos miembros de la Obra interpretan que se ha alcanzado la meta, que el Opus Dei queda erigido como iglesia particular y, por lo tanto, como equiparado a la Iglesia Universal, porque no está referido a un territorio particular, ni a una actividad específica, sino que su misión es predicar la llamada universal a la santidad. Cuando en febrero de 1983 se promulga el nuevo Código de Derecho Canónico, se comprende que Juan Pablo II y Ratzinger no admiten la equiparación de una fundación carismática a una institución jerárquica. El libro de Fuenmayor, Gómez-Iglesias e Illanes se titula Historia y defensa de un carisma, porque después de la promulgación del nuevo Código de Derecho Canónico, le queda claro a del Portillo, a los autores del libro y a algunos otros socios de la primera hora, que el carisma no ha sido reconocido, que el itinerario no se ha terminado aún, y que hay que continuar la peregrinación en el desierto hacia la tierra prometida.

Escrivá creía en la última forma del carisma como “carisma para la renovación y expansión de la Iglesia Universal”, revelado a él porque él era Ipse Christus, al igual que los primeros socios y al igual que los que llegamos después. Y explicaba que entre un cristiano corriente y un miembro del Opus Dei no había ninguna diferencia, que eran solamente como “dos faroles exactamente iguales, pero uno con mucha más luz que otro”, y “esos que tienen mucha luz, son mis hijos”. Con esas palabras, “carisma para la renovación y expansión de la Iglesia Universal” es como me aclaró lo que era la Obra un día en una de nuestras conversaciones mi maestro don Leonardo Polo.

El modo en que los primeros afirmaban que Escrivá era Ipse Christus me resultaba desconcertante, y por eso, en una de mis conversaciones con don Vicente Rodríguez Casado, le pregunté si Escrivá era un hombre como nosotros. Me respondió que sí, riendo a carcajadas, y con las mismas carcajadas me respondió que sí a la pregunta de si Escrivá era Ipse Christus tan plenamente como San Pablo o más. Lo mismo creían también don Francisco Botella, don Ricardo Fernández Vallespín, Hernández de Garnica y otros cofundadores, con los que tuve ocasión de hablar cuando recalaban en la Clínica Universitaria de Pamplona para sus últimas revisiones, y yo tenía el encargo de acompañarlos y cuidarlos.

Después de la elección de Juan Pablo II don Francisco Botella sostuvo por teléfono con otro de ellos esta conversación: - Era polaco, ¿verdad? –Sí. Era polaco. De ese modo confirmaban una revelación que Escrivá les había comunicado en algún momento, y que no dejaba dudas de que tenía, entre otros, el “don de conocimiento”.

Escrivá tenía muchos dones naturales y sobrenaturales, y una personalidad como la que queda dicho antes y ha sido analizada ampliamente en Opuslibros. Sentía que había recibido una inspiración sobre la llamada universal a la santidad. Con su carácter volcánico iba realizando esa misión adoptando las formas institucionales que le resultaban más convenientes, y después de 20 años intentando ser obispo sin lograrlo, unos cuantos años después de llegar a Roma y de ser nombrado prelado doméstico, comprendió que la mejor salida y el mejor destino para su tarea y para el cumplimiento de su vocación era a través de la prelatura personal, y lo solicitó en 1962.

El Opus Dei antes de 1928 fue una idea en su cabeza, tan vaga como la que podía tener del nacional-sindicalismo, tanto él como Franco en aquellos años. Pero en 1962 ya podía tener perfilada la idea de la Prelatura personal como Iglesia particular y, por tanto, como Iglesia Universal. Y podía comunicarla a los cofundadores inscritos en los congresos generales. Mientras recorría ese itinerario jurídico, Escrivá expandió por todo el mundo su iglesia particular como iglesia universal, con una concepción de la Iglesia como la de Monseñor Lefevre, es decir como la de Pio X, y con un sentido de la autoridad y de la disciplina tan estrictos que causaron gravísimos daños materiales, psicológicos y espirituales entre quienes se le unieron para realizar su idea. Tal como consta en la web Opuslibros y en los libros de EBE y Gervasio.

Cuando en 1970 Lefevre funda la Fraternidad de San Pio X e inicia su despedida de la Iglesia Católica, Escrivá da las indicaciones precisas para que los sacerdotes del Opus Dei y las misas en los oratorios de La Universidad de Navarra, adopten las innovaciones del Vaticano II y se puedan distinguir de la fraternidad cismática. Escrivá nunca tuvo voluntad de cisma. La idea del Carisma del Opus Dei como equivalente a una nueva fundación de la Iglesia, venía reforzada en el caso del Opus Dei por el modo en que Escrivá se consideraba a sí mismo, y por los miembros de la Prelatura, no solo alter Christus sino Ipse Christus, de un modo muy especial.

El contraste y la incompatibilidad entre la Iglesia y el Opus Dei, entre Juan Pablo II y Escrivá, me resultó patente por primera vez el 2 de octubre de 1979, cuando escuché el discurso de Juan Pablo II en la sede de la Naciones Unidas en Nueva York, que fue una proclamación inequívoca y profundamente sincera de los Derechos Humanos. Ese discurso, y muchos escritos de Juan Pablo II, me llevaron a cuestionarme si la fuente de la legitimidad venía del Vaticano o de Villa Tevere y entré en una crisis que duró hasta que me fui en 1996, y que he contado en varias publicaciones. Cuando don Leonardo Polo me preguntó qué me había pasado y se lo conté, me preguntó: ¿entonces, te has pasado al [bando del] papa? No, le contesté. No me he pasado a ningún sitio. Me he quedado destrozado. Polo me comprendió y me respetó. Poco a poco caí en la cuenta de que el Opus Dei, la santificación del trabajo ordinario, era una idea que no tenía más domicilio que mi mente. Quizá había estado alguna vez en la de Escrivá, pero había quedado completamente arruinada entre las fuertes tensiones de su personalidad desequilibrada. Quizá había estado también en la mente de algunos primeros, pero ellos la habían ido viendo descomponerse también en la maraña de disposiciones burocráticas internas sin poder hacer nada. Si el Opus Dei no tenía más domicilio que mi mente, y era una idea que se había hecho realidad en ninguna parte, mi conclusión fue que el Opus Dei no existía, y me marché.

En una entrevista que me hizo la BBC me preguntaron por qué, y respondí que porque no me parecía compatible con la doctrina de la Iglesia. Puede leerse en Google. El motivo de mi marcha fue la incompatibilidad entre el Opus Dei y la Iglesia de Juan Pablo II, que yo percibía en plena continuidad con la de Pablo VI y el Concilio Vaticano II. Fue mi vuelta a la Iglesia sin más, sin ninguna reflexión sobre el estatuto jurídico del Opus Dei ni las prelaturas personales. Ahora, después del Motu proprio puedo pensar mi paso por el Opus Dei así. Puedo pensarlo como mi paso por un camino de desvaríos fantasiosos que termina bien, porque vuelvo a la Iglesia comprendiéndola mucho mejor. Creo que el Opus Dei podría haber existido si Escrivá no hubiera hurtado el Opus Dei a la tutela de la autoridad de la Iglesia. No fue así y la Obra no ha existido nunca como realidad jurídica.

Como hecho sociológico ha existido como una amalgama extraña de ideales que funcionaban como envoltorio de formas de vida, en algunos momentos gratas, y la mayoría de las veces, ingratas. ¿Creéis que alguna vez existió el Opus Dei de otro modo? ¿Creéis que alguna vez puede existir? Pienso que con las indicaciones del motu proprio, y la revisión anual en las diversas dependencias del ministerio del clero y de los institutos de vida consagrada, podría existir como realización de la idea maravillosa que teníamos muchos cuando nos incorporamos de buena fe. No sé si eso lo tolerarán los dirigentes de la actual prelatura. Quizá pueden ganarle la batalla a la Santa Sede, como dice Thelonius Monk. Ya el papado pasó años de cautiverio en Avignon y a la iglesia no le pasó nada. Pero puede ser que no la ganen. A fin de cuentas, la Iglesia tiene más garantías que la Obra, como yo me repetía en los años 80 cuando el contraste entre ambas me angustiaba. En cualquier caso, para la difusión del evangelio en un mundo global, ya están la jerarquía, los clérigos, los consagrados y los cristianos corrientes de la Iglesia Universal. ¿Hace falta otra Iglesia Universal para realizar la misma misión? ¿De verdad la única diferencia entre los miembros de la Obra y los cristianos corrientes es la de mayor o menos intensidad de la luz de faroles que son el mismo?

Por supuesto cada uno es muy libre y muy dueño de seguir creyendo en el carisma Opus Dei como “carisma para la renovación y expansión de la Iglesia Universal”, y de seguir creyéndolo de buena fe, “sin pasarse al bando del papa”. Yo nunca he dudado de la buena fe de don Leonardo Polo. Pero fui leal con él y le dije por qué: yo no voy más con usted porque usted es un tradicionalista, y yo por ahí no voy. Y luego siempre nos hemos respetado y querido. Yo ya hice mi elección entre Juan Pablo II y Escrivá. Ahora frente a las aspiraciones de Escrivá aparecen claramente cuatro papas: Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Yo ya hice mi elección. Ahora os toca a muchos de vosotros. Ahora podéis hacerla teniendo más experiencia, y teniendo en cuenta que el derecho es el reconocimiento y la expresión de la vida, que el derecho es la arena donde se juega que el Opus Dei pueda existir, si es que la idea sigue mereciendo la pena. Os agradezco de todo corazón vuestras respuestas, sugerencias y comentarios.

Un montón de abrazos para todos, y especialmente para Agustina, que ha hecho posible toda esta bendita conversación durante tantos años.

Jacinto.

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Publicado el Friday, 19 August 2022



 
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