Lo que viene a continuación es mero pedaleo mental veraniego. Vaya, como si estuviéramos jugando al Sudoku.

Casi a diario hay noticias de diversos aspectos de la puesta en práctica de la constitución Praedicate Evangelium. Hace meses ya dije en estas páginas que lo primero era reformar la Curia Romana, y que después vendrían reformas más abajo. Y parece que esto está ya siendo así. En los próximos días 28 y 29 de agosto el Papa ha convocado una reunión de cardenales para reflexionar sobre esta constitución.

Este mes de agosto está siendo de todo menos tranquilo. Mira por dónde que Ocáriz y Fazio pensaban en un verano a la dolce far niente pero este Papa argentino les está fastidiando el invento...

De momento, la constitución Praedicate Evangelium ya ha situado al Opus Dei (o sea, a la única prelatura personal existente en la Iglesia Católica) en el sitio que le corresponde, en el Dicasterio del Clero, ya que las prelaturas personales no son sino entes de carácter carismático asociativo compuesto únicamente por sacerdotes y diáconos incardinados en dichas prelaturas.

El motu proprio Ad Charisma Tuendum ha sido otra vuelta de tuerca, y no será la última. Si no, al tiempo.

A partir de ahora vienen las reformas, lo quiera o no Ocáriz, dada la anacronía institucional en la que ha quedado de manifiesto que está el Opus desde noviembre de 1982, al dejar a los laicos en una nube del estilo de Google o Apple. Y las reformas tienen un nombre, “modificación profunda de los estatutos”, por muy “santos, perpetuos e inviolables” que se autocalifiquen estos (joder, qué ridículo). Nada de retoques, como insistentemente dice el protonotario apostólico supernumerario Ocáriz.

En una de mis colaboraciones anteriores he sugerido que el nombre de “prelatura personal” es equívoco para lo que realmente son, sociedades de sacerdotes. Pienso que se deberían de dejar de llamar prelaturas personales para llamarse “sociedades sacerdotales”. Pensemos que probablemente el Papa ha pensado crear nuevas prelaturas personales y quizá no venga mal, en aras de una mayor claridad futura, llamarlas por un nombre más adecuado a lo que realmente son, unos entes asociativos clericales de carácter carismático. El nombre de “prelatura” parece que puede no ser el adecuado al evocar las prelaturas nullius dioecesis, que sí son entes pertenecientes a la estructura jerárquica de la Iglesia.

De esta manera, la prelatura personal de la Santa Cruz bien podría pasar a denominarse “Sociedad sacerdotal de la Santa Cruz”.

Pero entonces surge la pregunta acerca de cómo debería llamarse lo que ahora se llama Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, de la que forman parte tanto los curas incardinados en la prelatura personal de la Santa Cruz como los sacerdotes (diáconos, presbíteros y obispos) que se asocien a esta asociación inseparable de la prelatura y en la que el presidente general es el propio prelado.

A mi modo de ver, esto es algo que habría que revisar porque no tiene mucho sentido que una sociedad sacerdotal genere otra sociedad sacerdotal en la que no hay sacerdotes incardinados en la primera. Sería una complicación absurda. Qué evacuación mental la de san Josemaría.

Parecería más lógico crear algo parecido a las órdenes terceras en las que cabe todo el mundo, pero con un compromiso jurídico muy leve, simplemente de vivir bajo la espiritualidad del carisma correspondiente a la organización carismática que sea, ya sean dominicos, franciscanos, etc.

Las órdenes terceras no las forman personas consagradas, pues en ellas caben tanto consagrados como laicos o clérigos. Las órdenes terceras no afectan en lo más mínimo a la secularidad de quienes forman parte de ellas. Solo suponen una participación en un determinado carisma.

No tiene mucho sentido que, por ejemplo, los jesuitas tuvieran una asociación de sacerdotes que no sean jesuitas pero que vivan la espiritualidad jesuita de modo organizado y que su presidente general sea el prepósito de la Compañía de Jesús.

Ya vimos que originariamente, no existían los sacerdotes en el Opus, sino que había unos cuantos sacerdotes que ayudaban a san Josemaría en su labor sacerdotal, confesando a los primeros miembros del Opus Dei.

Aquellos sacerdotes son el precedente, en cuanto a compromiso jurídico, a lo que actualmente son los sacerdotes de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, es decir, no incardinados en la prelatura personal de la Santa Cruz, cuyo ordinario no es Ocáriz, pero que participan de la espiritualidad de la prelatura.

Ahora bien, si la prelatura de la Santa Cruz solo consta de curas incardinados, esos otros curas ya no pintan nada organizándose en otra sociedad de sacerdotes vinculada a la anterior.

Tonticos, que sois unos tonticos.

En OpusLibros se ha puesto de manifiesto el follón y los roces que ha generado la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, al inmiscuirse y pretender regular desde fuera la relación de los curas diocesanos con sus obispos o sus compañeros sacerdotes diocesanos, lo cual ya está regulado por el derecho común de la Iglesia.

Tonticos, más que tonticos.

Si las prelaturas personales son simples sociedades de sacerdotes, puede ser interesante que esas sociedades de sacerdotes tengan una serie de cooperadores orgánicos, ya sean hombres, mujeres, sacerdotes, religiosos o laicos. Pero es absurdo crear una sociedad de sacerdotes cooperadores de los otros sacerdotes incardinados en la prelatura.

Legalmente no es imprescindible que los tengan, pero si los tienen, basta que se regule en los estatutos de la prelatura personal EL MODO de prestar esa cooperación, sin ir más lejos, sin organizarles la vida tanto a los laicos que cooperen como a los sacerdotes que cooperen, e incluso a los religiosos que cooperen. Hay que evitar la extralimitación en las competencias.

Tonticos.

A mi modo de ver la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, tal y como hoy la conocemos, tiene los días contados. A las prelaturas personales solo pertenecen los curas y diáconos incardinados en ellas. Los demás, sean lo que sean, serán cooperadores orgánicos o inorgánicos, pero desde los estatutos de las prelaturas personales no se les ha de organizar internamente, sino solo el modo en el que han de cooperar.

Tonticos, que sois unos tonticos, empezando por san Josemaría y el marciano de su sucesor, que vivía en otro planeta.

Bueno, lo que acabo de escribir es un simple pedaleo mental para ejercitar el cerebro en este tiempo estival, siempre mejor que permanecer con anteojeras y tomando por inspiraciones o locuelas divinas las indicaciones futuras que lleguen a los centros sobre los cambios que se avecinan. Que sí se avecinan, aunque aquí parezca que no pasa nada. Ocáriz está totalmente dedicado este verano en anestesiar a sus “hijos”.

Y además de pedaleo mental, es una apuesta, ya que a todos nos gusta ser un poco profetas, como Josef Knecht que, hace años, predijo en OpusLibros que lo adecuado sería que las prelaturas personales deberían estar en el dicasterio del clero, y dio en el clavo.

Yo, la verdad, no dejo de estar admirado de la cantidad de profetas que hemos proliferado en OpusLibros: Todos hemos predicho desde hace muchos años lo que este verano estamos viendo que ha sucedido. Todos diciendo a todas horas que el rey estaba desnudo y ellos como si nada, in puribus naturalibus, o como diría Camilo José Cela, en pelotonem.

¿No será que hay mucha acémila ahí dentro?

Antonio Moya Somolinos