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 Tus escritos: El cuerpo extraño y la Columba.- E.B.E.

070. Costumbres y Praxis
ebe :

 

El cuerpo extraño y la Columba
Opuslibros.org - 15 de julio de 2022 – E.B.E.

 

«Vosotros hacéis lo que habéis aprendido de vuestro padre»
(Jn 8,38)

«Estamos llamados a vivir al día, con lo puesto, sin que nada nos ate, confiados a la Providencia de nuestro Padre Dios. Si no, el camino se torcería. Quizá alguno aguantara un tiempo en ese estado, pero el clima peculiar de la Obra —de entrega total— acabaría por rechazarlo, como cuerpo extraño. Qué horizonte más pobre el de un hijo mío que se embebiera de tal modo en sus cosas que se juzgara intocable, incapaz de considerarse disponible.» (Carta 14-II-1974, n.7, el subrayado no es del original)

Son palabras terribles, amenazadoras. No se refieren a una situación en particular de 1974, sino a cómo es -y debe ser- la Obra fundada por el que escribe dichas palabras...



¿Quién vive con lo puesto? El que no tiene nada más que eso, lo que lleva encima.

¿Quién vive al día? El que no tiene planes a futuro porque no tiene posibilidad de tenerlos, lo gasta todo porque no puede ahorrar nada.

Este era uno de los argumentos más importantes para no pagar sueldos ni jubilaciones dentro del Opus Dei: tú has de vivir al día, de lo contrario serás considerado un cuerpo extraño. También para exigir que nadie fuera deficitario, incluso aunque hubiera entregado toda su herencia anteriormente, eso no contaba. Y ese mismo argumento servía para no indemnizar por ninguna razón a quien se fuera, porque se convertía instantáneamente en un cuerpo extraño, en alguien que nunca había pertenecido a nuestra la familia.

Ahora bien, ¿quién decía esas palabras citadas al principio?, valdría la pena preguntarse. ¿El fundador de alguna orden mendicante? ¿El fundador de alguna orden dedicada a los pobres? Alguien que, dando ejemplo, viviría con lo puesto, cabría pensar.

Si tú no vives al día, nosotros te vamos a rechazar, vienen a decir esas palabras relativas al «clima peculiar de la Obra». Ese «nosotros» implícito da a entender que cada uno era vigilado por el resto (quien no perteneciera a ese resto, pasaba a ser el vigilado y así todos eran controlados).

Vale la pena también hacerse la siguiente pregunta:

¿Qué es un cuerpo extraño? Cualquier objeto externo que se ha introducido accidentalmente en el organismo y debe ser rechazado.

Esas palabras recuerdan al Vademecum de Consejos Locales de 1987*, que usa la palabra «cuerpo sano» para referirse tácitamente a los que «no perseveran» como cuerpos extraños. Se entiende ahora que –al menos hasta hace poco tiempo y tal vez se dé aún- cuando alguien de adentro se encontraba en la calle con alguien que se había marchado lo considerara rechazable. Si ya había sido rechazado una vez, no tenía sentido acercarse de nuevo a esa cosa, no fuera a ser que se introdujera de nuevo.

Pues uno podría imaginar que al menos –a quien se marchaba- lo consideraban un organismo, algo vivo, al denominarlo cuerpo (extraño). Pues no, un cuerpo extraño no tiene vida, es un objeto a ser expulsado, no una persona.

***

Escrivá es el autor de esas palabras de 1974 y por lo tanto hay que preguntarse, ¿él vivía al día en 1974?

Es interesante que Escrivá asociara el cuerpo extraño con el vivir al día como dos ideas incompatibles.

Entonces, ¿cómo explicaría Escrivá que para vivir al día él necesitaba un oratorio personal para rezar sólo él frente a un sagrario de platino y oro con forma de Columba, con miles de diamantes y miles de piedras preciosas?

¿Cómo es posible vivir al día y necesitar de semejante Columba al mismo tiempo?

¿Cómo es posible exigir a otros que vivan con lo puesto para no ser considerados cuerpos extraños mientras que el autor de dichas palabras se dispensaba semejante lujo personal?

Eso es mirar la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio. El contraste es tan fuerte que no resiste análisis.

Esa Columba no era para el culto a Dios. En ese caso habría estado en un lugar público. En esa Columba, Escrivá se miraba al espejo cual Narciso. Reconocía en ella su dignidad inigualable.

En la misma línea de la pobreza, quien exigía a los demás hacer testamento, no lo hizo.

Ustedes tienen que vivir al día, Yo no tengo que vivir al día. Ustedes tienen que hacer testamento, Yo no tengo que hacerlo.

Es lo que decía Escrivá con sus acciones, pero en sus cartas y reglamentos daba a entender lo contrario, que él era uno más y que cumplía obedientemente lo que mandaba hacer a otros («Yo no tengo otro fin que el corporativo: la obediencia. ¡Qué hermoso es obedecer!», Meditaciones, IV, pág. 88).

Lo interesante es que en 1974, poca gente sabía de la existencia de esa Columba y casi nadie del testamento ausente de Escrivá. Pocos conocían la doble vida de Escrivá (de la cual no se ha tenido noticias en el proceso de canonización).

En palabras de Escrivá, el cuerpo extraño era él mismo, quien no vivía precisamente al día.

E.B.E.

 

NOTA
---------

* «Resulta inevitable que algunos se vayan. Es una prueba más del vigor sobrenatural, de la salud de espíritu de la Obra. Como todo cuerpo sano, se resiste a asimilar lo que no le conviene y expulsa inmediatamente lo que no asimila. Y no sufre por eso: se robustece» (Vademecum de los Consejos Locales. Incorporación a la Obra - La perseverancia en la entrega, pág. 48, 19-III-87)

 




Publicado el Friday, 15 July 2022



 
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