Me gustaría que los lectores de Opuslibros sepan que el Opus Dei no nos deja en paz a las 43 ex numerarias auxiliares que lo denunciamos por explotación y trata de personas. Sufrimos una campaña organizada de presión y acoso, a través de Whatsap, Messenger, email y cualquier otra manera de comunicación para pedirnos, bajo amenazas, que acudamos a la Comisión de Escucha que han creado para, ahora, escuchar nuestros problemas como si no nos hubieran escuchado en su momento, como si no los hubiéramos hablado y denunciado mil veces antes de marcharnos sin ninguna respuesta, cariño ni apoyo.

A las propias numerarias auxiliares que siguen dentro y que con muchas compartimos penas y alegrías, aquellas de las que guardas un buen recuerdo y que si las vieras nuevamente por la calle nos daríamos un abrazo, ahora les han indicado que, en unas pocas letras, nos acusen de que mentimos, de que el demonio está detrás de nuestra denuncia y de que rectifiquemos por el bien de nuestras almas. Las “hermanas pequeñas” vuelven a ponerse como alfombra para que pisen blando las directoras que, sabiendo que no mentimos, les obliguen a que den la cara por ellas.

Afortunadamente, ya no sirven amenazas tan infantiles. Los años perdidos por el adoctrinamiento de continuar dentro a través de la coacción y el miedo, quedaron atrás. Ahora somos personas libres, tenemos fuerza y tenemos razón.

Nos dicen que nos tenemos que retractar, que entendimos mal, que “ellos” pueden aclararnos todo y ayudarnos. Ellos, los verdugos como les llamó “Tuces”, ¿nos van a aclarar lo mal que se portaron? ¿Nos van a aclarar por qué no cumplieron con los aportes de nuestro trabajo y nos dejaron sin derechos para una jubilación merecida? ¿Pueden aclarar a esos padres, muchos de ellos ya enterrados, por qué les mintieron diciéndoles que íbamos a tener una vida mejor o por qué no permitieron que, fruto de nuestro trabajo, les ayudáramos las veces que necesitaron unos pesos para quitarles agobios por sus necesidades?

Algunas de nosotras recibieron ayer las mismas amenazas, ahora de una numeraria. Parece que se extiende el campo de más acosadores. ¿Nos amenazarán también los sacerdotes de la obra a los que les contábamos en el confesionario nuestras penas, dudas, miedos…, a los que les limpiábamos sus sotanas y toditas sus prendas, a los que también servíamos y de los que no tenemos noticias de que manifiesten que no mentimos?

Saben por petición de nuestro abogado que no deben contactarnos y que el acoso está penado.

Lástima defender a una institución que tanto daño les hace a todas ellas también aunque sigan dentro porque, cuando quieran hablar y desahogarse por lo que pasan día a día, no habrá ninguna Comisión de Escucha. Tendrán enfrente a unas directoras que les harán ver que sus sufrimientos sólo son tentaciones del demonio.

Un abrazo a todos,

Pacha