Mucho se está escribiendo en OpusLibros sobre lo de las 43 ex numerarias auxiliares argentinas. Y más que se va a escribir a nivel mundial en el futuro.

Voy a hacer algunas observaciones de lo que veo. Otros – que conocen más a fondo todo esto – están destripando el tema. Yo me voy a limitar a hacer algunas observaciones. ¿Quién se ha hecho eco del asunto fuera de unos cuantos medios de comunicación de América Latina? Quiero decir, ¿quién se ha hecho eco del tema en España. Solo OpusLibros…

Otra observación. Evidentemente, el que da la cara es ese vicario jovencito de la región del Plata que monta tan bien en bici, pero esa comisión tiene un último autor, Ocáriz, de quien Lavallol es simplemente su vicario en esa región. Y esto es así porque la denuncia ante la Santa Sede apunta en último término al último responsable de esa institución de gobierno monárquico que es el Opus Dei.

Sigo observando. Todo buen gobierno podrá llevarse a cabo en el ámbito político, en el militar, en el eclesial o en una comunidad de vecinos o asociación vecinal. Pero sea cual sea el ámbito, debe ser “buen gobierno”, y tener como puntos de partida al menos dos características: la verdad y transparencia por un lado y la honradez, el respeto a la persona, la mutua confianza y el espíritu de servicio por otro.

Evidentemente todo gobierno conlleva un poder. En la Iglesia también, y en el Opus Dei también. El buen gobierno supone una buena administración de ese poder.

Todo buen gobierno debe partir también de un buen diagnóstico y debe aplicar también unos medios adecuados para los problemas. Y saber medir los tiempos.

Para todo esto no hace falta ser cristiano o tener la fe católica. Ahora bien, el gobierno de la Iglesia y de cualquier institución de la Iglesia no puede perder de vista la fe. Pero actuar desde la fe no excluye las cualidades que acabo de mencionar, sino todo lo contrario.

En la carrera universitaria de Administración de Empresas se estudian estas cosas, y mutatis mutandis, son válidas para una pluralidad de organizaciones.

Empezado por Escrivá, y siguiendo por sus sucesores y por toda la cadena de directores de comisiones regionales y asesorías, delegaciones y centros, entiendo que en el Opus Dei se practica un mal gobierno, o lo que es lo mismo, que son unos inútiles gobernando, porque practican lo que se podría llamar el “gobierno místico”.

En mis tiempos en el Opus, cuando se pedía a los directores de la delegación una foto de san Josemaría para tenerla en la habitación, no era raro que te dieran una en la que aparece sentado ante una mesa con una pluma estilográfica en la mano y aire solemne de estar escribiendo algo para la posteridad.

Ni que decir tiene que a san Josemaría le fascinaba ser fundador y no perdía ocasión para emular a la gran fundadora Santa Teresa de Jesús, cuyos pintores posteriores han hecho un flaco servicio a la Iglesia al pintarla, pluma de ave en mano, cara de enajenada y con el Espíritu Santo revoloteando en forma de paloma por encima de ella.

Esa imagen es lo que en la mente perturbada de san Josemaría, además de su fascinación por el poder de la abadesa de las Huelgas, dio lugar a un peculiar modo de gobernar que ellos llaman “con visión sobrenatural” y que san Josemaría alguna vez glosó diciendo “una visión más nuestra”, en donde esa “visión sobrenatural” ha venido a sustituir a la fe hasta el punto de convertir el gobierno en un gobierno místico, en el que se funden, sin ningún respeto a la persona, el fuero externo y el interno, y donde se sustituye la conciencia y el discernimiento personal por la voluntad de los directores.

Hasta tal punto es así que un mero capricho de san Josemaría o de sus sucesores llega a tomarse como una moción del Espíritu Santo, frente a la que no cabe crítica, sino unidad, unidad y unidad, y donde la alternativa es obedecer o marcharse.

Un gobierno así llega a convertir en norma el capricho de quien gobierna, aunque las normas promulgadas digan otra cosa. En OpusLibros hay ejemplos a patadas de esto que acabo de decir.

Evidentemente, esto está muy distante de lo que sería un sereno diagnóstico tipo DAFO, que obviamente exige algo inusual en el Opus Dei, como es la autocrítica, y no digamos una serena escrutación de los signos de los tiempos, a la que nos animaba vivamente el mismo Cristo.

Si a partir de aquí añadimos un error en la medición de los tiempos, es decir, una torpeza para saber cuándo hay que actuar con inmediatez y cuando hay que esperar, tenemos servido en bandeja el problemón con que se enfrentan en Argentina.

Primero: No se han preocupado cual es la pinta en este juego del tute. Es decir, no saben quién es Jorge Mario Bergoglio, Francisco. Y, por tanto, no saben cómo es el Papa que Dios ha dado a la Iglesia en el momento presente.

Segundo: No han atendido los movimientos de piezas en el tablero de ajedrez de este Papa, en concreto, la Exhortación Evangelii Gaudium, Iuvenescit Ecclesia y la carta de 20 de agosto de 2018, por mencionar solo tres. Y muchas cosas más, pero por lo menos, estas.

Tercero: Desde hace muchos, muchos años, en Argentina los centros se vienen quedando vacíos. Algo debería de decirles esto.

Cuarto: Viven todavía metidos en un machismo arcaico de postguerra española que nada tiene que ver con el papel que afortunadamente, poco a poco, se le va reconociendo a la mujer en el mundo actual y en la Iglesia.

Quinto: Creen que haciendo una reestructuración de los países de la región del Plata y poniendo a la cabeza a un vicario jovencito que monta en bicicleta se van a solucionar los problemas.

Sexto: No prestan la más mínima atención durante años a unas pobres mujeres dejadas de la mano de Dios y que se condenarán con seguridad en los infiernos por haber dejado de ser del Opus.

Es decir, no han prestado la más mínima atención si quiera a alguna norma de buen gobierno que hasta el gobernante más zoquete tiene en cuenta.

Un buen día de setiembre de 2021 se enteran de que ha tenido entrada en la Santa Sede la denuncia que todos conocemos.

No sé si empujado por Ocáriz, o por propia iniciativa, de pronto, a ese vicario jovencito, el de la bici, se le ocurre montar una comisión de escucha como quien se digna bajar del pedestal para hacer caso a unas pobres mujeres que parece que gritan allá abajo.

Por supuesto, publican el curriculum vitae de los componentes de esa comisión, de mucho pedigrí, y dicen que a partir del día 4 de julio de 2022, la que quiera venir, que venga, que le haremos caso.

Este chico de la bici no tiene ni idea de lo que es el Derecho, y menos, el Derecho Procesal. No sabe que las burras de leche ya pasaron y que los procedimientos judiciales no los marca él a su capricho, sino que están establecidos legalmente y él, como buen ciudadano, debe cumplir.

Ha sido necesario que el abogado de estas mujeres le lea la cartilla y le recuerde que, tras ser ignoradas durante años, el momento de hablar y de ser escuchadas quedó atrás, ya que a partir de ahora el escuchador va a ser un juez en sede judicial, lo cual se rige, no por el capricho de un chico que monta muy bien en bici (y que en vez de tener iniciativas, tiene ocurrencias), sino por normas procesales precisas, según las cuales, si el vicario jovencito de la región del Plata tiene algo que decir, no debe esperar a que esas mujeres vayan a su palacio a llorarle, sino que debe ser él quien mueva el culo y se desplace al despacho del abogado de estas mujeres, las cuales, me imagino que, ante la Santa Sede, habrán nombrado un procurador que las represente ahí.

Ha sido el propio abogado el que le ha recordado que debe abstenerse de tratar directamente con las víctimas, puesto que tienen un abogado nombrado que defiende sus derechos presuntamente vulnerados y que, por tanto, este es el interlocutor.

Como puede verse, el lenguaje no verbal de los gestos es importante para que cada cual se percate de cuál es el lugar que ocupa en un entierro o en cualquier otro evento.

Ni medición de los tiempos, ni diagnóstico, ni derecho procesal, ni saber el lugar que ocupa cada cual, ni sentido común, ni respeto por la dignidad humana, ni nada de nada. Un desastre total. Siempre llegando tarde y mal. Una panda de mediocres, de ignorantes, de imprudentes, de malos gobernantes. Eso sí, muy místicos, pero un desastre. Hijos legítimos del marqués emérito de Peralta, el del gobierno místico.

Antonio Moya Somolinos.