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 Libros silenciados: ¿Aceptar o rechazar de la Comisión del Opus Dei?.- E.B.E.

125. Iglesia y Opus Dei
ebe :

 

¿Aceptar o rechazar la Comisión del Opus Dei?

 

«Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto (…) Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión» (Lc, 10,30-33).

«Es innegable (…) que existen muchas personas que se dedican deliberadamente a oscurecer las inteligencias, a enturbiar las conciencias. Se presentan como siempre se ha presentado el demonio: fingiendo. Aparecen, a veces, incluso con manifestaciones ficticias de respeto y comprensión, y hasta de piedad, escondiendo debajo el veneno mortal (…) no hay novedad en esta farsa: se ve que el demonio está agotado y se repite. No obstante, hay que estar siempre vigilantes» (Escrivá, Carta, 30-IV-1946, n. 17.) [1]

 

¿Quién podría sospechar de Escrivá al presentarse con semejante advertencia? ¿Quién podría sospechar de una comisión creada para "escuchar a las víctimas"? Nadie, salvo aquellas personas que ya hubieran experimentado no sólo reiterados incumplimiento de promesas sino también engaños, abusos psicológicos, abusos morales y explotación laboral por parte de la institución que respalda moralmente a dicha comisión y sobre todo que la ha creado ad-hoc[2].

Además, no es una comisión sólo para escuchar a las víctimas. Aparentemente habrá abundantes testimonios para desacreditar la denuncia, ya que esperan llamar también a directoras y todas aquellas personas que den un testimonio favorable al Opus Dei. Será lo más parecido a un tribunal...



El sentido de la Comisión de “escucha y estudio”

La idea de formar una comisión de “escucha y estudio” sería una brillante idea por parte del grupo de especialistas en comunicación del Opus Dei, encargados de responder a la denuncia de las 43 ex numerarias, si finalmente lograra imponerla. Para el bien de las víctimas, es de esperar que dicha comisión fracase, al menos en un sentido trascendental.

Si lograra ser instalada y aceptada la idea de tal comisión, instantáneamente el Opus Dei se correría del incómodo asiento del acusado y se ubicaría en el lugar del benefactor (que escucha y estudia posibles "soluciones", "ayudas", etc., todo un lenguaje comunicacional estudiado por los especialistas que asesoran al Opus Dei) para finalmente afirmarse en el lugar de la inocencia.

El Opus Dei, con esta Comisión, quiere hacerse pasar por el buen samaritano, pero en realidad, en la acusación presentada por estas 43 mujeres, ocupa el lugar del personaje que las ha asaltado.

¿Repudiar la Comisión públicamente?

Para no permitir que el Opus Dei se instale en un lugar que no le corresponde, es necesario ponerle límites a dicha comisión.

Se trata de no prestarse a colaborar y al mismo tiempo rechazarla activamente (incluso mediante un escrito colectivo, si se considerara necesario), para no legitimarla.

Pues en la medida en que esa Comisión fuera legitimada, ya habría logrado una victoria fundamental, que sería el primer paso para seguir avanzando sobre un territorio que no le corresponde pisar, que es el derecho de las víctimas a defenderse[3].

Como decía un prestigioso historiador, quien legitima vence. Por lo tanto, las víctimas no pueden permitir que el Opus Dei públicamente llegue a legitimar dicha comisión.

El Opus Dei no se instala solo ni se constituye en autoridad “para escuchar y estudiar” por cuenta propia únicamente. Se instala gracias dos fuerzas esenciales: su acción activa (de formar la comisión) pero también gracias a la acción pasiva de no rechazarla.

Al establecer esa comisión, el Opus Dei busca otorgarse autoridad para gestionar él mismo las acusaciones en su contra, lo cual es un sinsentido.

Cabría preguntarse hasta qué punto este avance del Opus Dei no es una invitación a que intervenga la Santa Sede de una buena vez.

Pues la denuncia fue presentada frente a la Congregación para la Doctrina de la Fe, no frente al Opus Dei, por lo tanto el Opus Dei no puede ponerse en el medio para impedir su desarrollo ni quitarle su lugar a dicho Dicasterio (que es el Juez legítimo) mediante un artilugio tan elemental como una "comisión de escucha", que no tiene atributos para decidir sobre las acusaciones en contra sus jefes.

Dimensiones de la Denuncia

¿Por qué debería intervenir la Santa Sede? ¿Por qué se trata de un problema institucional y no individual? He aquí la dimensión y trascendencia de la denuncia presentada frente a la Congregación para la Doctrina de la Fe.

No se denuncia a unos subalternos en particular, que deberían ser objeto de castigo por parte de sus superiores, sino a la misma institución Opus Dei, por lo cual, la que escuche en todo caso ha de ser una instancia superior al Opus Dei y esa es la Santa Sede.

Para entender las razones del rechazo de la Comisión, además de no permitir al Opus Dei instalarse en un lugar que no le corresponde, es fundamental conocer las dimensiones de la denuncia.

Mucho más que mucamas y que trabajo en negro

·         Estas mujeres ex numerarias auxiliares denunciantes no han sido simples empleadas del hogar que han trabajado en negro, sin aportes jubilatorios y ahora reclaman por ello al Opus Dei.

·         Fueron reclutadas siendo menores de edad (bajo un sistema de reclutamiento, las iban a buscar al pueblo donde vivían).

·         Fueron sometidas a un régimen de vida religioso para explotarlas laboralmente (trabajo gratis y sin aportes laborales), y retenerlas bajo ese régimen de por vida (con amenazas de perder la salvación eterna[4] si lo abandonaban) y de esta manera no tuvieran argumentos para reclamar por sus derechos laborales (los cuales debían "entregar")[5].

·         A ninguna empleada del hogar se le exige castidad perfecta de por vida,

·         Ni que entregue todo su sueldo a su empleador,

·         Ni que esté sometida a la obediencia ciega[6] del empleador, hasta hacer de ello un holocausto personal[7] (manifestado en un trabajo extenuante).

·         El trabajar en negro (sin aportes) y gratuito (sin sueldo ni posibilidad de ahorros personales) fue una consecuencia de ese régimen, signado por el abuso psicológico y manipulación de sus conciencias (abuso religioso).

·         A ese sometimiento contribuyó el engaño -según denuncian- de falsas promesas de estudios y progreso profesional, algo que iba a contramano del régimen de vida religiosa que se les impondría en el futuro inmediato.

·         El régimen religioso les prohibía explícitamente cambiar de profesión de por vida, serian empleadas del hogar para siempre[8], del mismo modo que deberían guardar castidad perfecta para siempre.

·         Con 14 años y medio, muchas de estas mujeres ya tenían su vida predeterminada para siempre y no podrían cambiarla a menos que desafiaran la voluntad de Dios, según les decía el Opus Dei.

·         No podían tener otro trabajo fuera del Opus Dei, estaba obligadas a trabajar sólo para las casas del Opus Dei de forma gratuita, entregando todo su sueldo, sin posibilidad de ahorros personales, lo cual hacía aún más difícil abandonar el Opus Dei.

·         Se les engañó incluso desde el punto de vista religioso, porque se las sometió a un modo de vida propio de monjas (con compromisos de pobreza, castidad y obediencia comparables a los votos de las monjas) cuando en realidad se les había prometido que jamás llevarían una vida semejante sino todo lo contrario, que seguirían siendo cristianas corrientes como cualquier otra chica católica de su edad.

·         Al igual de las monjas que adquieren un vínculo sagrado, las numerarias auxiliares (aun actualmente) necesitan de una "dispensa" del superior religioso si quieren dejar el Opus Dei, cosa que ninguna cristiana corriente necesitaría.

·         Se les privó de su libertad (no podían salir solas, ver tv, ver películas (salvo infantiles y con permiso previo), leer libremente libros o diarios sin censura previa, tenían prohibido ir al cine, teatro, espectáculos deportivos y todo tipo de espectáculos públicos) argumentando que sus vidas ya no les pertenecían a ellas mismas sino a Dios y también con argumentos paternalistas de sobreprotección.

·         Eran supervisadas siempre por señoritas[9] (numerarias) que controlaban el régimen de privación de la libertad bajo el cual eran sometidas estas mujeres.

·         Las prácticas religiosas que se les impusieron -como el uso del cilicio mientras trabajaban y la obediencia absoluta a sus superioras- servía para reforzar el sometimiento laboral.

Coacción psicológica profunda

Estas mujeres denunciantes no fueron simples mucamas trabajando en negro. Fueron personas que sufrieron una explotación laboral bajo un régimen de sometimiento psicológico, mediante amenazas de tipo religioso.[10]

El ingreso al Opus Dei de estas mujeres se ha dado generalmente gracias a una mezcla de seducción y falsas promesas, junto con la inducción del miedo a Dios (a desobedecerle) como argumento de presión. Esos tres elementos subsistieron durante el tiempo en que permanecieron en el Opus Dei y especialmente el miedo al castigo divino fue  muchas veces utilizado por las directoras como herramienta para impedir que estas mujeres denunciantes abandonaran el Opus Dei[11]. A todo esto, se sumaba el proceso de indefensión al cual era sometida la persona que se entregaba del todo a la institución, como fue el caso de estas ex numerarias auxiliares: no tenían ahorros y en todo dependían de la prelatura, pues de eso se trataba la "entrega total", que se les quitara todo, como decía Escrivá[12] que había que hacer.  

Entonces, cuando aún hoy el Opus Dei habla de voluntariedad[13], hay que tener en cuenta todo ese contexto de presiones religiosas[14] y de vulnerabilidad personal de quien se queda sin nada frente a la autoridad suprema del Opus Dei, que tiene el poder de decidir sobre la vida y destino[15] de la persona que ha entregado todo[16], incluso su propio ser.

El Opus Dei ha sido una trampa para estas mujeres, porque una vez adentro no tenían la posibilidad de salir libremente (de hecho muchas afirman que tuvieron que escaparse).

Como irse del Opus Dei es la muerte, según su fundador Escrivá[17], permanecer en el Opus Dei nunca puede ser libre. Se permanece para no morir afuera.

Por lo tanto, la voluntariedad que tanto declama el Opus Dei es inconsistente y a su vez un engaño. Más aún, para que la permanencia en el Opus Dei no resultara sumamente angustiante[18], estas mujeres podrían llegar a convencerse de que era voluntaria.

A estas mujeres se les prometió una familia –con lazos más fuertes que los de la sangre- y junto a la ilusión de un progreso profesional muchas de ellas se sintieron felices durante un tiempo, hasta que la explotación laboral las terminó agotando, desengañando y desilusionando para siempre.

Una institución esquizofrénica

El Opus Dei tiene dos "personalidades" dentro de una misma institución, la personalidad A y la personalidad B. Una es la agradable y maravillosa; la otra es oscura, produce daño. "A" no reconoce lo que hace "B". Es más, B obliga a que A termine mintiendo. B se alimenta del buen trabajo que hace A para atraer víctimas.

El Opus Dei tiene un problema grave y se llama disociación. "A" está disociada de "B" y de ese modo conviven en "armonía" pero quienes sufren y pagan el precio son las víctimas de "B", a quienes "A" no quiere escuchar ni reconocer.

Esta comisión será una prueba de ello si espera buscar abrumadores testimonios sobre "A" para contrarrestar todo lo que se refiera a "B" y así demostrar que "B" es un invento de las denunciantes, o peor aún, ellas son "B". El mismo vicario las acusa de herir a las personas de la prelatura con la denuncia[19].

No es casual la cita del fundador puesta al principio de este escrito como epígrafe: lo que Escrivá señala como algo que se encuentra afuera del Opus Dei es justamente lo que ha venido sucediendo adentro. Desconozco si el fundador era esquizofrénico, pero llama la atención que en demasiadas oportunidades describe el lado oscuro su organización con una precisión notable[20] pero lo hace como advertencia de un imaginario peligro exterior, cuando en realidad se dará dentro de su organización.

Escrivá advierte sobre «personas que se dedican deliberadamente a oscurecer las inteligencias, a enturbiar las conciencias. Se presentan como siempre se ha presentado el demonio: fingiendo». Fingir (hacer creer algo que no es verdad) es una de las principales acusaciones en contra del Opus Dei, que aparenta ser una cosa y termina siendo otra muy diferente: a todas estas mujeres que hoy acusan al Opus Dei, cuando eran jóvenes de 13 o 15 años se les prometió un mundo maravilloso.

Pero luego, dentro del Opus Dei descubrieron debajo el veneno mortal que consistió en un lento proceso de autodestrucción en beneficio de la organización (lo que Escrivá llama en varias oportunidades "holocausto"[21] personal), como esa arañas que tienen atrapadas en su red a un insecto y se van alimentando de él lentamente sin que éste pueda liberarse. Horroroso. Hecha la advertencia, Escrivá mismo termina diciendo que «hay que estar siempre vigilantes», por lo cual ¿quién va pensar que el que tales consejos da es el que luego será el victimario?  Nadie puede pensar eso. ¿Pero entonces porqué se cumplen sus predicciones? Es de una película de terror, pero claro, eso no se puede contar, hay que vivirlo. Testimonios sobran en Opuslibros.

Las denunciantes hablan del lado oscuro de la organización, de aquello que experimentaron desde dentro, pero desde afuera no se ve, al contrario, lo que atrae del Opus Dei es su personalidad "A" (que de todas formas ya presenta aspectos sospechosos, como una seducción exagerada, por ejemplo, un recurso al elogio de quienes serán reclutadas como forma de manipularlas, etc.).

¿Cómo "A" va a crear una comisión para investigar a "B"?

El problema es que se ha creído que para preservar a "A" había que pagar el precio de esconder a "B", sin importa los costos ni las víctimas. Pero desde el momento en que se empiezan a amontonar los cadáveres, hay que hacerse la pregunta: ¿hasta cuándo?

¿Qué es lo que ha sucedido en la última década, a partir de 2010 aproximadamente?

Que "B" se quedó sin víctimas, desde mediados de los 90 y hasta 2010 se marchó un gran número de ellas y ya no entra casi gente. Al contrario, se han ido acumulando los testimonios en contra de B, testimonios de quienes se fueron huyendo de B, lo cual atenta con la supervivencia del Opus Dei en su conjunto.

No sabemos cuál será el futuro de "B", si seguirá haciendo daño o no (pues cada vez está más acorralada por el testimonio de sus víctimas) pero está claro que "A" se quiere deshacer de ese pasado siniestro ("B" se ha vuelto un carga), enterrarlo para siempre, ocultar el hecho de que crecieron juntas y que "A" siempre supo de "B" e incluso se benefició de los daños de "B", los cuales le permitieron un gran crecimiento y desarrollo a "A".

Para eso es necesario deshacerse del testimonio de las víctimas y por lo tanto "A" necesitará una vez más de "B" para que lleve a cabo su siniestra labor.

El Opus Dei no va a cambiar nunca mientras no reconozca él mismo sus dos personalidades y denuncie a "B" y la propia complicidad de "A".

Algo semejante ha sucedido en la Iglesia con los abusos sexuales: no se pudo llegar a reconocerlos hasta que no fueron expuestos a la fuerza por la prensa, porque es algo tan horroroso lo que se descubre que no se puede manejar sino ocultar (de ahí los traslados de los victimario, por ejemplo, como forma de negar la realidad e huir para adelante).

Es impresionante pensar que haya habido psiquiatras al servicio de "B" para tratar como enfermas a sus víctimas, empastollándolas y convenciéndolas de que eran ellas las equivocadas y de que el Opus Dei era un organismo sano.

Ha llegado tal vez el momento de reconocer la enfermedad del Opus Dei. No habrá modo de ponerse de acuerdo, salvo que se diagnostique a la institución como esquizofrénica.

Abusos institucionalizados, no individuales

Los abusos descriptos más arriba no fueron producto de una dirigencia local ni incluso regional. Fue un régimen de explotación ya en funcionamiento en época de fundador, cuando Escrivá aún estaba con vida (existen testimonios de ex numerarias auxiliares de época del fundador). Hay testimonios de muchos países, no sólo Argentina, Paraguay, Bolivia y Uruguay. Hay que sumar especialmente México y España, Irlanda, Italia, entre otros.

Fue el mismo fundador el creador del régimen vocacional y de trabajo de las "numerarias auxiliares" vigente hasta hace pocos años (pues ahora se les permite obtener título universitario, al menos a algunas de ellas y la misma legislación laboral de diversos países fue obligando al Opus Dei a cambiar) No fue un cambio por propia voluntad sino que el Opus Dei se vio forzado a cambiar[22].

 

Texto con las NOTAS en la versión en PDF


 




Publicado el Wednesday, 29 June 2022



 
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