Supongo que me ha pasado como a muchos. Pasado cierto tiempo, miramos atrás y analizamos qué diantres pasó para que estuviéramos allí y qué pasó para que nos fuéramos. Esta página para mí ha sido un bálsamo en muchos sentidos. Digamos que yo no me fui ni con resquemor, ni rencor. Pasé unos años estupendos y otros no tanto. Al final, entre unos y otros y contando los de la adolescencia, se hicieron casi treinta. Fundamentalmente trabajando con gente joven, muy joven, demasiado joven tal vez. Y muy convencido de estar haciendo algo muy bueno…

Esta página, sobre todo, me sirvió para empezar a recuperar el espíritu crítico, ver con perspectiva y nuevos aires algunas de las cosas que a través de esa “filosofía del anuncio”, con ese “repiqueteo constante”, había quedado integrado en lo más profundo de mi mente.

Sabemos muy bien los exnumerarios que, al final, uno ejerce una inquisición pura y dura sobre sus propios pensamientos. Se encendían luces rojas cuando uno pensaba “menudo petardo de director" o “eso es una chorrada”. No hacía falta ninguna cof (corrección fraterna). La cof nos la hacíamos directamente cada uno. Lo otro era una falta de unidad, y una desafección al espíritu de la obra. Y con este espíritu crítico, pues se ven muchas cosas.

Llevo varios meses pensando en escribir. Primero porque me sirve mucho a mí para poner orden en mi cabeza. Segundo porque muchas veces no estoy de acuerdo con algunos de los comentarios más duros que se hacen. Sobre todo, aquellos que indirectamente muestran una tremenda falta de fe. Cuando yo a mi padre (supernumerario) le comenté que me iba, lo que más le preocupaba era si pensaba que marcharme me alejaba o me acercaba de Dios y de la Virgen. Y yo le dije sin dudarlo… “me acercará más papá”. Y así lo pienso.

Pienso que, por los motivos que iré desgranando poco a poco, la obra, una institución humana a todas luces basta ver los frutos- pero que está llena de gente buena, que solo quiere hacer el bien, se ha ido convirtiendo poco o poco, o se ha descubierto poco a poco, que es un masticador de almas, particularmente las de aquellas que en un principio más implicadas estaban (numerarias auxiliares, numerarias/os y agregadas/os). Las tritura, las machaca, las pulveriza, y las expulsa. Y lo peor de todo es que lo hacen los propios numerarios/as, queriendo servir a Dios con auténtica rectitud de intención pero con una formación torcida a lo largo de los años. Si miramos atrás… cuántas cosas hemos repetido y hemos tal vez expuesto con ilusión y fervor en un círculo o en una charla que ahora vemos como aberrantes.

En fin, por hoy, como mi primera contribución, lo dejo aquí. Mi intención es escribir cómo las frases aprendidas y redichas tantas veces , esconden precisamente lo contrario. Por ejemplo

• ¡De 100 almas nos interesan las 100!

• Servir a la Iglesia como la Iglesia quiere ser servida

• La obra es familia, con lazos más fuertes que los lazos de la sangre

• Yo me fio más de la palabra de un hijo mío que la de 100 notarios

• Lo nuestro es ocultarse y desaparecer

• La pobreza de espíritu, y el famoso pobre con la cuchara

• Los sacerdotes no mandan

• Apostolado de amistad y confidencia

• Unos padres preocupados por la formación de sus hijos…

• Las obras corporativas y las labores personales

• El testamento

• La santificación del trabajo y de lo ordinario: Los numerarios como seres extraterrestres Y un largo etc… que, poco a poco, si tengo tiempo y energía iré escribiendo.

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