Iré contando algunas vivencias.

Fuimos muchos hermanos y mi hermana la mayor hizo de madre con gran amor y paciencia nos cuido y se olvidó de hacer su propia vida, pero llegó un momento en que todos nos habíamos ido de casa y se quedó sola con una pensión de miseria.  Mientras estuvo bien ahí seguía siendo como la madre de todos, siempre solicita para todos y era el refugio donde íbamos cada vez que podíamos aunque yo era la que menos iba lógicamente por el trabajo por la entrega y por toda esa parafernalia que te meten en la cabeza… No podía ir siempre que quisiera, ni mucho menos...

Por ley de vida llego un momento en que ella necesitaba cuidados y una persona que le hiciera compañía. Me dijeron en el centro que bueno, a ver cómo iba a ser eso, si lo hacemos entre todos los hermanos sí, porque no vaya a ser que yo cargue con ella como una tonta. Comenté que ella no podía estar viajando de acá para allá pues se desubicada y se bloqueaba, que había que estar allí en el pueblo, pues mientras su cabeza estuviera bien no íbamos a llevarla a ninguna residencia,  bajo ningún concepto. Lo estuvimos hablando los hermanos y lógicamente yo era la más disponible pues no dejaba ni hijos ni marido ni casa sola. Pero las directoras no entendieron eso nunca, no interesaba, así que entonces empezó una lucha titánica porque me hicieron ver que yo tengo mi familia, mi compromiso, mis obligaciones, y cuidar de mis hermanas de la Obra y que si los demás no podían yo tampoco. Pero no quise entenderlo está vez,  ahí ya me rebele, pues solo vi egoísmo por parte de ellas. Y pensé hasta aquí hemos llegado pues me había pasado media vida yendo 2 días cada 3 años y esto se iba a terminar sí o sí. Estaba ya muy distanciada de mi propia familia gracias a eso que se dice familia. 

Así que por fin un buen día me fui a cuidar de ella, con mucha ilusión, se lo merecía todo y aunque al principio el pueblo me imponía un poco, terminé amando esa paz, ese sosiego de caminar por las calles o por el campo y encontrarme con esta gente tan sencilla de la que había aprendido mucho. Estos sí que viven con lo puesto y al día, la mayoría de la gente es muy humilde pero para mí ha sido un gran aprendizaje volver a mis raíces y disfrutar de esta paz y está libertad. Sin tener nada me sentía que ya lo tenía todo y es que la libertad te da alas y empiezas a amar la vida de verdad.

Un buen día vinieron a verme para ver cómo estaba, si necesitaba algo porque la obra es madre (qué buenas) y de eso no me debía olvidar y me lo recordaron. Volvieron a venir más veces hasta que una vez sí que me preguntaron que qué hacía durante todo el día, que si podía aprovechar más el tiempo, que a lo mejor podía hacer repostería o coser para sacarme un dinero. Que también podía sembrar un huerto y luego cooperar con los productos o venderlos y así ganar un dinero porque, en definitiva, en el centro hay muchísimos gastos y hay un montón de gente como tú que manteneros, y la obra es pobre. Vivir para creer.

Vaya, que entendí bien el mensaje como que apáñatelas, que la obra es pobre y tiene muchos gastos. Me quedé bastante perpleja porque de los 28 años que he estado ahí he dejado toda mi vida, mi salud, mi tiempo, mis energías y solo he vivido para la obra, pero está visto que no les importa, que cuando llega un momento de necesidad, no es su tema, es el mío. El caso es que me vi pidiendo prestado casi mendigando. A una vecina le hacía las tareas del hogar y la comida para ganarme un dinero. Esto te duele después de dejar tantos años en la obra encontrándome sin ahorros, sin nada. Ya no volví a pedir nunca más 1 € pero sí que se despertó algo en mi interior. He empezado un nuevo modo de ver la vida lejos de ellas. Me di cuenta de cómo aman el dinero, todo es pedir, pedir, hacer cooperadoras, yo muchas veces pedí para Saxum, para torreciudad, para no sé cuántas cosas más. Todo lo que oía, allá me iba a pedir, tonta de mí. Si lo llego a saber que esta familia es así, lo hubiese ahorrado todo y así no me hubiese visto mal. Pero claro, creía firmemente en ellas y jamás pensaba que te podía suceder esto. Estaba ciega.

Hace poco me volvieron a recordar muy finamente que somos familia con lazos más fuertes que los de la sangre, (mentira), que tengo una actitud un poco distante que no ayuda a la vida de familia, que ellas para lo que necesite están siempre ahí (otra mentira), que yo soy la que debo rectificar y hacer bien las cosas. ¡Vamos, esto no hay por donde cogerlo! Es como si te tiraran a la cuneta y después te preguntan que si estás bien. Ya os digo, porque me ha pasado a mí, porque si me lo cuentan no me lo creo.

Gracias a todos.

Hasta otro momento

AnaFlor