Recuerdo que me tocó varias veces llevar al Obispado de la diócesis del centro donde vivía, una enorme y cara torta para su cumpleaños. El motivo de ese presente no era el cariño hacia el obispo, sino las ansias de ganárselo y quedar bien, así apoyaba lo que la obra hiciera en su diócesis.

No escuché nunca un comentario de cariño hacia el obispo. Más bien decían, "debemos quedar bien así conseguimos dónde ir con la catequesis, para que los curas de la obra puedan tratar de pescar sacerdotes y seminaristas diocesanos, para no tener problemas".

También se me hace presente la invitación a un arzobispo influyente en la Conferencia Episcopal del país... Se preparó una "tertulia", las preguntas que se le harían, en qué orden. Se hizo un gasto oneroso en comida y vinos... nada espontáneo.

La instrumentalizacion de las personas en la obra, es deleznable y para nada cristiana.

Sinculpa