La pseudo espiritualidad del Opus Dei, está marcada por un rasgo de sumisión. Quieren imponerla en sus círculos y obras corporativas. Sus universidades y colegios se acoplan a los valores fijados por el Estado y los valores del mundo, pero operan desde un cuidadoso proceso de lavado de cerebro que frena todo auténtico espíritu universitario o educativo.

Hay una falla en toda la estructura evangélica que está en directa relación con los graves problemas de familia que sufrimos los cristianos desde la vivencia de cismas que no hemos resueltos. Es muy interesante observar los procesos de movilidad ascendente que se dan en las organizaciones privadas regentadas por los fanáticos del Opus Dei en sus colegios y universidades. En todas sus organizaciones, donde sus cuadros directivos se imponen en la pirámide directiva, la mentalidad y el modus operandi proyecta la sumisión de quienes no son de la Obra. En consecuencia, el cuerpo de sus instituciones proyecta un halo de organización moderna que pretende competir con colegios o universidades públicas o privadas, pero es al interior de sus organizaciones que se vive el fariseísmo y la proyección de máscaras que le mienten al mundo, a sus miembros y a sus empleados. Ni conservadores, ni tradicionalistas, son los llamados neo-cons, que perdieron toda aroma y fuerza evangélica.

El servilismo los está erosionando, se reproduce dada el hambre y la miseria que paraliza la vida de los burgueses que dependen de un trabajo, del sueldo o del empleo que proporcionan las llamadas obras corporativas. Todo menos ejemplar. Nada de autenticidad, poco testimonio de vida. Dependencia con el amo-sueldo, acallamiento de toda posible disidencia. En una palabra: violencia. El Opus Dei, es la violencia ejercida contra las almas y el pueblo de Dios. El jesuitismo más degenerado. Observen bien a sus universidades: centros de falsificación de la visión de Cristo.

Apóstol Tierra