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 Correos: Sobre el artículo de E.B.E.- Antonio Moya Somolinos

020. Irse de la Obra
Antonio Moya :

Excelente el artículo de EBE, como siempre en sus análisis, pero quiero puntualizar algo. No creo que Ocáriz sea ajeno a todo lo que le ha terminado pasando al Opus Dei. Bien es cierto que en estos momentos la crisis de la institución ha dado la cara de un modo agudo y ya generalizado. También es cierto que tras un perturbado, un fanático y un inútil, cuyo factor común era la miopía histórica, la incompetencia de gobierno y una soberbia institucional que les llevó a pensar que "cuando yo muera, en el Opus Dei no pasará nada; tengo certeza", en estos cuatro años han emprendido una cuesta abajo de la que muy difícilmente van a salir, pues han terminado siendo como una araña presa de su propia tela, fuera de la cual no pueden vivir... .



Hay un refrán de Zimbabue que dice que "un solo dedo no puede quitar un piojo", lo cual expresa magistralmente que el hombre no es solo individualidad, sino sociabilidad, y que para lo bueno y para lo malo, no estamos solos, lo que equivale a decir que, si bien las organizaciones están en manos de quienes las gobiernan, ellos solos no podrían haber hecho solos ni lo bueno ni lo malo. Por eso siempre hay gente que dimite de sus cargos al no querer aceptar los derroteros que toman sus organizaciones. En mi opinión, el mejor servicio que creo que ha hecho un Papa a la Iglesia fue Benedicto XVI con su renuncia precisamente tal día como hoy, 11 de febrero de 2013, al reconocer que le faltaban las fuerzas físicas necesarias para poder servir a la Iglesia como se merece.

Sobre la crisis imparable del Opus Dei no hay un único "culpable", de la misma manera que en un régimen político al frente del cual haya un dictador, no tiene solo la culpa ese dictador, sino toda la camarilla de aduladores, soplagaitas y turiferarios que le han jaleado y rodeado.

Esa "unidad de la Obra", convertida en fanatismo ciego por tantos y tantos -entre los cuales reconozco que he formado parte un tiempo- ha sido el mejor caldo de cultivo para que las excentricidades de san Josemaría llegaran donde nunca debieron haber llegado.

No, Ocáriz no es el único "culpable", ni san Josemaría ni Álvaro ni Javier ni personas sueltas. Culpables son todos los que han formado -y forman- parte del Consejo General, de las Comisiones y Delegaciones y de los Consejos Locales y no han dimitido cuando han visto vulnerar los más elementales Derechos Humanos en el gobierno de la institución y han preferido "el bien de la Obra", de la institución, a la dignidad de las personas.

Ocáriz no es un buen hombre que se ha encontrado el Opus Dei como unos zorros cuando fue elegido. En primer lugar porque podía no haber aceptado, y aceptó el cargo (que conlleva varias "dignidades", como ser rector magnífico y estupendo de unas cuantas universidades y muchas cosas más). Y además, porque desde su más tierna infancia ha estado metido en altos cargos de gobierno del Opus Dei, lo cual también le ha llevado a medrar un poco en la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe y codearse con gente importante como Ratzinger. Ocáriz tuvo algo que ver en la retaguardia -digo yo- con la denuncia contra OpusLibros ante un juzgado de lo mercantil que terminó en sentencia favorable a los intereses del Opus Dei. Ocáriz era ya un personaje públicamente relevante cuando demandó a Agustina por el asunto de la Protección de Datos de Carácter Personal.

Efectivamente, era algo notorio en tiempos de Javier Echevarría que la prelatura y el Opus Dei no iban bien. Desde el primer momento, con el incidente de Catania, ya se vio que Echevarría no sabía el mundo en que vivía como consecuencia de haber vivido desde los 18 años en los muros de Villa Tévere. En mi opinión, fue a él a quien le estalló entre las manos el Opus Dei, y como no tenía la menor idea de gobernar, su mandato fue una secuencia ininterrumpida de bandazos a ninguna parte en medio de un mundo cambiante que nunca llegó a entender y en el que Internet dio la puntilla.

Efectivamente, "en el Opus Dei no pasará nada", pero eso solo duró de verdad en el mandato de del Portillo. Controlar una institución tras la muerte es algo imposible. Puede serlo unos años, pero no más.

Actualmente, los más mayores, o han muerto o están muriendo o están fuera de juego, y lo que en tiempos de Echevarría eran meras contradicciones, ahora es un desastre que hace agua por todas partes.

Quizá quienes menos "culpa" tengamos somos quienes nos hemos ido, quienes ha habido un momento en nuestra vida en el que elegimos a Jesucristo en vez de a san Josemaría. Mejor dicho, quienes "mantuvimos" nuestra vocación de seguir a Cristo en vez de hacerlo a san Josemaría y a su organización.

No culpo a quienes, desde dentro, se dan cuenta de todo esto y permanecen en la organización. Sus razones tendrán, entre ellas, la de que no tienen ya ninguna independencia económica que les permita sobrevivir y su única salida es la de Fidel Castro: "para lo que me queda en el convento, me cago dentro". También puede haber quienes piensen noblemente que desde dentro pueden hacer todo lo posible para salvar la institución en un momento tan difícil. A estos yo les invitaría a pensar seriamente si el lugar que ocupan en el Opus Dei es tal que pueda ser factible esa "redención desde dentro", es decir, si tienen posibilidades reales de promover o llevar a cabo una regeneración desde dentro. Con esto quiero decir que tipos como Gorvachov o Bergoglio no hay muchos.

Ahora bien, a todo aquel que vea que no tiene posibilidades de hacer cambiar eso y ve claramente, desde dentro, que tal y como va la organización, está causando un perjuicio a la Iglesia, si personalmente puede buscarse la vida por otro lado, lo mejor que puede hacer, lo más honrado, es dimitir de su cargo de gobierno en el Consejo General o en la Comisión en donde está, y denunciar ante la Santa Sede las prácticas de abuso que conozcan en razón de su cargo, pues la razón de ser del Opus Dei -tengo entendido- es "servir a la Iglesia como la Iglesia quiere ser servida", no servir a una organización que ha devengado secta de facto.

Me refiero a los fieles del Opus Dei, pero más concretamente a los sacerdotes de la prelatura de la Santa Cruz, quienes estatutariamente están sometidos en el fuero externo E INTERNO a la potestad plena y absoluta del prelado. Creo que algo tan anticristiano como esto es como para pedir INMEDIATAMENTE la excardinación de la prelatura. Afortunadamente, cada vez hay más obispos diocesanos dispuestos a conceder la incardinación a sacerdotes que estén en una organización así, y en los últimos meses hay varios casos concretos. Por tanto, en muchos casos ya no vale la excusa de Fidel Castro.

Aunque estatutariamente el gobierno de la prelatura y del Opus Dei es monárquico, mi opinión es que la situación que probablemente se viva de puertas adentro es muy compleja. Una vez más le doy públicamente gracias a Dios por haberme librado, en los últimos años de mi vida, de algo tan desagradable como pertenecer al Opus Dei. Y no solo desagradable, sino desgarrador para quien sinceramente quiere seguir -con sus propias miserias- a Jesucristo y solo a Él.

Antonio Moya Somolinos




Publicado el Friday, 12 February 2021



 
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