He leído en el correo de esta página del 6 de noviembre dos artículos que me interpelan a contestar. Uno de ellos es el de DECEPCIONADO 2020 y otro el que echa en falta algún comentario mío sobre la famosa cartita de Ocáriz para miembros despistados. Todo llegará. Estoy un poco liado de tiempo pero os voy a contestar. A DECEPCIONADO 2020 por una razón de mero cristianismo: quiero acompañarte y ponerme a tu lado, aunque no te conozca, porque, como tú, yo también viví esa experiencia de decepción y de ausencia de caridad y amor que, por lo que veo, se da cada  vez más, de modo generalizado, en los centros del Opus Dei, sobre todo en aquellos en los que vive gente de una cierta edad (cuando se es joven, todo son espejismos y optimismo irreflexivo y acrítico; con los años, la realidad se muestra más cruda y sórdida).

“Donde hay caridad y amor, ahí está el Señor”.

Luego donde no hay caridad y amor, aunque el Señor siga ahí, en la Eucaristía, en el oratorio del centro, en cierto modo, está ausente, o mejor dicho, es como si no estuviera. Para mí, lo más grave de lo que pasa actualmente en los centros del Opus Dei es que se comportan como si el Señor no estuviera presente ahí, lo cual es terrible. En mis últimos años de numerario esto me producía una desazón tremenda. Pero lo peor es cuando me di cuenta de que la causa de todo esto está arriba del todo, en el prelado y en quienes le rodean, los cuales no hacen sino reclamar “unidad” insistentemente del resto de la gente de la institución.

No quiero adelantarte nada, DECEPCIONADO 2020, pero ya te contestaré con un poco de tranquilidad. En cuanto encuentre un hueco.

En cuanto a la cartita de Ocáriz pienso que tiene más enjundia de la que a simple vista parece y que hay que leerla en el contexto, lo cual lleva también un poco de tiempo y de análisis. Todo llegará. Mi problema, aunque me acabo de jubilar, es que tengo tantas cosas que querría hacer, que las horas de la propia vida no me dan de sí. Desde luego, el hundimiento del Opus Dei es un fenómeno tan interesante desde el punto de vista de la sociología e historia eclesiástica, que si no fuera por los cadáveres o heridos que van quedando en la cuneta, su estudio sería algo apasionante. Lo malo del Opus Dei es que sus males no son una película de ciencia ficción…

Antonio Moya Somolinos.