Recuerdo la altivez con la que un sacerdote numerario decía hace varias décadas, despreciándolos, que los religiosos se habían relajado por abandonar la oración, vestir de paisano y no obedecer al Papa, y que esas eran las razones por las que no tenían vocaciones e iban a desaparecer.

Hoy veo que todo es más complejo y que esa interpretación era incompleta y errónea.

¿Qué diría este sacerdote en la actualidad, contemplando la sequía vocacional y las deserciones en el seno del propio Opus Dei? ¿Suscribiría que las causas del decaimiento en el Opus son las mismas que alegaba para los religiosos de entonces o ahora haría un análisis más justo, teniendo en cuenta otros factores, internos y externos?

Un sacerdote que no era de la prelatura me dijo una vez que al Opus le faltaba memoria histórica, años a cuestas y dificultades como las que pasaron los jesuitas, que fueron disueltos varias veces por Papas en el pasado.

En el Opus no han empezado a humanizarse cuando han visto poner las barbas de sus vecinos a remojo, como dice el refrán, sino cuando han visto en sus propias carnes que en las familias del Opus había hijos homosexuales, divorcios, estafas, apostasías, adulterios y las mismas situaciones que se dan en las demás familias. Al menos, están en proceso de conversión porque se están abriendo al amor misericordioso. Pienso que les falta dar el paso al arrepentimiento, a la petición de perdón, a la reparación y al propósito de enmienda.

El Opus y sus miembros no son la élite exclusiva de la iglesia ni la task force inmaculada del Papa con la que resurgirá la iglesia primitiva desde el laicado. Al menos hasta que no sustituyan completamente la ideología por el auténtico Evangelio.

Sombrío