Queridos amigos,

En estos días pasados un nuevo escándalo ha estallado en el Vaticano, mostrando la podredumbre en que los hombres convertimos las cosas más divinas. En un movimiento fuerte, el Papa obligó a Mons. Becciu a renunciar como Prefecto de la Congregación de la Causa de los Santos y a su puesto como cardenal. La verdad es que historia da para una telenovela.

Resulta que este señor usaba su influencia en el Vaticano para favorecer a las empresas de su familia, con un manejo de dinero a todas luces corrupto e inmoral. Espionaje, lujo, viajes, juegos de poder,... todo con dinero de la Iglesia, generando un agujero de 500 millones de euros en las finanzas vaticanas. Y lo que es peor: cuando el Papa encomendó al Cardenal Pell que le investigara, Becciu pagó 700.000 euros en sobornos a jueces en Australia para que fuera condenado por supuestos abusos sexuales. Al cabo de un año en prisión y una dura batalla judicial, Pell demostró su inocencia y recientemente regresó a Roma.

¿Por qué cuento esto en OpusLibros? Muy sencillo. Esta joya de persona, corrupto a todas luces, fue ni más ni menos quien beatificó el año pasado a Guadalupe Ortiz de Landázuri rodeado de toda la plana mayor del Opus Dei, que se derretía por mostrarle sus simpatías. Si tamaño sinvergüenza dirigía la oficina que estudia los casos para crear nuevos beatos y santos, ¿quién nos asegura que no hubo corrupción en muchos de estos procesos?.

De ahí es fácil saltar un paso más: ¿se actuó así para lograr la celeridad con que se beatificó a Escrivá? ¿y para que se callara entonces a muchos "testigos incómodos" para la Prelatura? ¿y Fundador? Como decía hace poco la víctima de Manuel Cociña, "creo que Dios es más grande que esta panda de mediocres". Ojalá tengamos nosotros la misma fe, porque algo huele a podrido desde lejos... y ya no hay forma de taparlo.

Guillermez