Lo de Isabel Sánchez da pena y con ella da pena el Opus. La campaña para promocionar su librito y poner al Opus en el candelero está siendo muy potente: muchas entrevistas en los diarios más importantes. Se nota el poder que aún atesora la institución. ¿Habrán costado dinero esas entrevistas?

Lamentablemente, ni una referencia a Cristo entre las palabras de la mandamás. Se les ha olvidado aquello de que ser cristiano es ser discípulo de Cristo, nuestro maestro y salvador.

Da la impresión de que Isabel representa a una ONG, no a una institución de la Iglesia Católica. Mucho asesorar sobre la promoción de la mujer, mucho feminismo y “sororidad” pero la brújula de Isabel (y del Opus) no señala a Cristo. ¿Para esto necesita la Iglesia una Prelatura Personal? ¿Dónde están esos fines específicos que hacen necesaria la Prelatura? ¿Dónde está la fe de los que mandan en el Opus? ¿Se puede ser santo en medio del mundo y esconder a Jesús detrás del feminismo?

No cuentan con la Gracia. Siguen empeñados en fiarse de los medios humanos (campañas, libros, obritas, laborcitas, ideitas de despacho, tejemanejes de consejo local…) pero se han olvidado de Dios. Todo es muy humano… ¡da pena!

Como remate al plan de marketing, los beneficios del libro irán destinados a un programa de becas para mujeres africanas... ligado al Opus Dei, ¿cómo no? Que todo quede en casa. Postureo y más postureo.

Cyrano