Tras la lectura del reciente correo de Orange, veo oportuno añadir algo.

Observo que, al aconsejar a los exmiembros recién desvinculados que acudan a una ayuda profesional, se refiere únicamente a los médicos psiquiatras, y prescinde de los psicólogos clínicos. Sin embargo, la gran mayoría de los psiquiatras no acostumbran a practicar psicoterapia, es decir tratamientos con métodos psicológicos, sino solo farmacológicos. Si a una persona que exhibe síntomas ansiosos o depresivos, falta de autoconocimiento o una baja autoestima -como consecuencia del profundo estrés adaptativo que está sufriendo al salir de la Obra- le suministran una medicación que disminuye los síntomas, no por eso soluciona el problema más profundo que subyace a éstos. Ciertamente, se sentirá mejor, pero –como apunta Orange- el problema de la personalidad dañada o desestructurada no se resuelve. Hay psiquiatras que sí practican psicoterapia, pero son los menos. La mayoría se limita a medicar, como hacen los psiquiatras del Opus.

Al acudir a un psiquiatra habría que comprobar, además de las precauciones a las que se refiere Orange, si es experto en algún método de psicoterapia (sea cognitiva, existencial-humanista u otras), y si no es de los que tienden a patologizar toda experiencia religiosa.

En las experiencias vividas en el Instituto Erich Fromm de Psicoterapia Integradora Humanista de Barcelona (yo estoy jubilado hace dieciocho años), atendiendo en psicoterapia a ex-miembros  –quizá han pasado unos veinte- lo más típico son los trastornos de adaptación con síntomas ansiosos o depresivos, los pensamientos rumiativos en relación con la Obra y la dificultad de romper interiormente con ella. En algunos casos las secuelas son comparables a las del estrés postraumático, porque si bien este diagnóstico se reserva para quienes han sufrido amenazas graves a sus vidas, no faltan quienes han sido amenazados gravemente respecto a su vida espiritual, e igualmente, pueden tener secuelas similares a los abusos sexuales por la violación de su conciencia y de su intimidad que han experimentado, y por supuesto a las del maltrato psicológico. Aparte de proponer en algunos casos, además de lo específico de cada uno de ellos, métodos psicológicos para la vivencia práctica del duelo, en ninguno de ellos hubo tratamiento farmacológico. Sobre ello ya envié, en julio de 2008, una técnica a opuslibros: Teoría y práctica sobe el “duelo psicológico” para exmiembros (Erasmo y Ana). Si hubiera sido necesario tratamiento farmacológico, habríamos acudido a psiquiatras, preferentemente exalumnos de nuestro máster en Psicoterapia Integradora Humanista.

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