—Pues, eso, que lo que ha dicho no tiene nada que ver con lo que dice Camino. “Deja esos meneos y carantoñas de mujerzuela o de chiquillo”.
—Sí, claro, Nuestro Padre hablaba y escribía sin tapujos.
—Sí, sí, eso está claro. Lo que no está tan claro es si se leyó alguna vez el diccionario.
—Pero ¿qué dices?
—Hombre, una mujerzuela es una prostituta y lo de compararla con un chiquillo, digamos que no me parece lo mejor. Así que la única conclusión lógica, si no queremos criticarlo, es que no supiera ni lo que estaba diciendo cuando lo escribió.
—Bueno, tampoco te lo tomes así, no se refería a eso.
—Ah, ¿no? ¿Y a qué se refería?
—Él solo eligió palabras despectivas para que quedara más claro.
—Pero, más claro, ¿el qué? Porque mujerzuela no tiene nada que ver con chiquillo. Carantoñas son gestos y palabras con las que se quiere conseguir algo de alguien, y meneos son movimientos rápidos, o también masturbación, aunque imagino que no se refería a eso.
—No, claro que no.
—Entonces, ¿para qué lo dijo?
—Pues eso está escrito así, como siempre se ha hecho, para que cada uno lo interprete en función de lo que necesite.
—Ah, o sea, que no se refería a nada y así sus sacerdotes pueden decir lo que quieran en la meditación. ¿Y cómo lo hacen? ¿Porque conocen a la gente que va a la meditación y saben lo que necesitan, o qué? A mí me parece que eso es manipular a la gente que escucha.
—Bueno, pero ¿no es eso lo que hace cualquier párroco, que cuando da una homilía lo hace pensando en los fieles de su parroquia? Eso no es manipulación, Juanjo, eso es adaptarse a las necesidades espirituales de las personas.
—Si tú lo dices. A mí sigue pareciéndome que el sacerdote se aprovecha de lo que sabe de cada uno para dar una charla en la que nadie le pueda replicar y, para hacerlo, utiliza las palabras de otro, que tampoco decía lo que quería decir o no sabía lo que estaba diciendo.
—¿Tú crees que Nuestro Padre no sabía lo que quería decir?
—Pues, ya que insistes, ese es el problema, que da la impresión de que sabía perfectamente lo que estaba haciendo, por más que no utilizara un lenguaje digno de un santo, metiendo a las prostitutas y los niños en el mismo saco para ponerlos de ejemplo de cómo no se debe ser.
—Es que esa no es la idea.
—No, ya, por lo que veo, vuestro Padre escribía ideas sueltas con palabras provocadoras y sin relación entre ellas para dejarlo todo en el aire, lanzando la flecha y que cada uno se la clave donde más le duela. Y lo más gracioso es que esa es exactamente la intención de las carantoñas, conseguir algo de otra persona.
—Verás, Juanjo, creo que no lo has entendido bien.
—Es posible. Pero no hace falta que me expliques lo que está escrito ni que interpretes lo que Balaguer escribió de un modo vago para que vosotros podáis interpretarlo siguiendo sus directrices. Lo que sí te puedo decir es que a la conclusión de ese punto, la de dejar que el porte exterior sea reflejo de la paz y el orden del espíritu, no se puede llegar desde una premisa o ejemplo como ese. Además, me ha sorprendido bastante que utilice precisamente a las prostitutas y los niños, cuando en el Evangelio vemos a Jesús acercándose con cariño a los dos, a no ser que vuestro Padre no supiera lo que es una mujerzuela, un chiquillo, los meneos ni el objetivo de las carantoñas. Por eso, si queremos dejar las manipulaciones e interpretaciones aparte, hay una cosa que sí te puedo decir con toda paz y orden de espíritu.
—A ver…
—Pues es muy fácil, que tu Padre no se leyó nunca el diccionario.

Plutone

PD: Para ser justos, hay un punto de Camino que no tiene desperdicio:
“Camino 5. Acostúmbrate a decir que no”.
Ahí, Sanjo, di que sí. Asertividad al poder. Sin explicaciones.
Lo mismo me da que sea para afrontar a los que se sienten con la potestad de jugar con las vidas y las conciencias de los demás, que para chafar la santa audacia de los que van a saco a por los 500, que para bregar con los de “espíritu pueblerino” (sic) que no ven más camino que el de Villa Pueblopus.
“Acostúmbrate a decir que no”. Y punto pelota. ¡Bien dicho!