Muchas veces me he preguntado si en el Opus Dei se ama realmente a Dios.

En la obra hay gente que ofende a Dios, de ordinario en cosas nimias pero de vez en cuando, también en cosas importantes. Me refiero a gente de la obra que comete faltas muy graves tales como: 1) La apropiación indebida, que antes se llamaba robar, y ladrón al que la practicaba. 2) La corrupción, que es aceptar dinero (dinero sucio, dice Francisco), u otros bienes o prebendas, a cambio de prestar favores y viceversa. 3) La mentira solapada y otras faltas graves afines , como la maledicencia, la difamación,el juicio temerario u ofender el honor y la buena fama del prójimo. Esto se da especialmente en los organos de gobierno de la obra. 4) Faltas graves sexuales como la masturbación, la fornicacion, el adulterio, el tener amantes, el visitar prostíbulos, además de los pensamientos y deseos consentidos. 5) La avaricia o amor desmedido a las riquezas de lo que existen cientos de ejemplos a la vista. 6) La soberbia y el orgullo de sentirse « mejores que los demás » , despreciando o ignorando a otras instituciones de la Iglesia, incluidos los ordinarios, que todos hemos conocido y experimentado. 7) Las explosiones de ira, y ensañamiento, ( recuerdese el caso de Dña. Maria del Carmen Tapia), y el maltrato frio ( como el caso de D. Antonio Petit ) , la persecución ideológica ( caso de D. Antonio Ruiz Retegui), y de tantos otros y otras, no tan sonados. 8) Deshonrar padre y madre , desairando a las propias familias al reducir deliberadamente las normales visitas al mínimo , manifestandoles a las claras un desapego del que siempre éstas se han quejado. ( sin ir más lejos, mi hermana numeraria no asistió a mi boda). 9) Tomar el nombre de Dios en vano, llamando Padre a quienes no lo son, sabiendo que está literalmente prohibido por Jesucristo ( Mt 23, 9) 10) La extorsión, sobre todo a personas mayores ricas para hacerse con su herencia caiga quien caiga. 11) Etc. , Etc. Etc.

Es decir, que ellos cometen las mismas faltas graves que todos los demás cristianos cometemos y que nos debería llevar a avergonzanos de llevar ese nombre. Y el que sostenga lo contrario, que me tire la primera piedra.

Conviene recordar, ahora que estamos en Semana Santa ,que cada falta grave es una ofensa a Dios, un latigazo desgarrador en el cuerpo de Cristo, un escupitajo estampado en su cara, un estacazo descargado en su cabeza que le hunde más las espinas en su cráneo, una humillación pública dándole una caña de pitorreo a modo de cetro real, unas bofetadas dadas por la espalda para que adivinase quien le había pegado, unos martillazos que clavaron sus manos y pies en las maderas, un dejarlo colgando de la Cruz , dándole la espalda y largandose… en fin, para que seguir. Y todo ello, además del sufrimiento supremo.

Pues bien, los directores que llevan charlas y los sacerdotes que confiesan y charlan ( y a veces cotorrean indebidamente) , al oir que un miembro de la obra ha cometido un falta gorda, lo tratan con la máxima finura, delicadeza, comprensión, paciencia, acogimiento, benevolencia y calma. Le imponen penitencias mínimas . Y si se reiteran en su conducta , continuan con la serie de melifluas palabras y recomendaciones todo el tiempo que haga falta. Y eso creo que eso está bien porque es una actitud de acompañamiento caritativo. 

 Aunque tal parece que ese dolor innegable que se propina a Jesucristo , ellos apenas lo sintieran.

Pero si un miembro de la obra manifiesta que deben separarse tajantemente las labores de gobierno de las de dirección, o que en los medios de formación se debería hablar más de las virtudes evangélicas que de las frases de Escrivá, o que es una deslealtad prostituir la genuina amistad humana utilizandola como medio embaucador para conseguir proselitos, o cuaquier otro cuestionamiento de la multitud de normas y «costumbres» existentes... entonces los directores, como un resorte , reaccionan severamente a modo de basiliscos contra el miembro en cuestión.

Lo amonestan como si hubiera proferido una blasfemia , conminandolo a retractarse de su sentir y pensar, bajo la amenaza del arrinconamiento , del amedrentamiento o de la expulsión más despiadada y el olvido inmediato si no lo hace en un tiempo relativamente breve . En este periodo lo presionan incesantemente, para que cambie de opinión, por todos los medios a su alcance, incluidos los psicofarmacologicos. Sobran testimonios desgarradores sobre este asunto, provinienes de todo el mundo , publicados en esta web.

Ello demuestra que son ciertamente intolerantes si se pone en duda algún aspecto de la maquinaria que mueve el funcionamiento de la institución. En tal caso, el ofendido es el amado líder Escrivá que es quien la inventó. Y que son excesivamente laxos y remolones cuando se trata de acciones infinitamente más graves, ya que el ofendido es Dios.

De ahi mi pregunta del primer parrafo de este envio. Siguiendo aquello de que por sus frutos los conocereis, ¿ A quien aman más , a Escrivá con sus dictados o a Dios con su Ley ?

Orange