A falta de ordenador en el lugar donde mi marido y yo quedamos confinados a causa del coronavirus, seré breve pues no es cómodo teclear en mi pequeño teléfono. Tampoco el tema da para más.

Acostumbrados a no parar en casa, como a la mayoría de vosotros, acudo continuamente a mi ingenio para dar un toque de novedad a lo cotidiano, saltarme las normas y romper con lo establecido. Más importante que distraer la encerrona material, es buscar una descarga a la sordidez, dolor, impotencia y tensión con la que vivimos estos días enfrentados a tanto dolor.

Por salud mental, por amor a la vida, por respirar el frescor de la creatividad que anula la monotonía cotidiana, por facilitar la sonrisa en la dual y estrecha convivencia, y por tantas cosas más... pues sí, bendito sea! tengo el placer de "buscar compensaciones"

Para mí, "buscar compensaciones" fue desde mi adolescencia una frase hecha que se usaba en la obra y cuyo contenido me costó comprender. Me resultaba enigmático, amenazador, destructivo... y hasta contraproducente.

Aún así, fueron muchas las décadas de mi vida en las que estuve empeñada en rechazar todo lo ilusionante y bello con lo que podría aderezar las cosas más comunes, o escapar de ellas para correr al encuentro de lo atractivo y satisfactorio. Pero lo atractivo y satisfactorio en la obra estaba vetado. A "oler como todos" como dice el viejo chiste.

Las inviolables normas y costumbres, los criterios, las praxis, los horarios...

"He buscado compensaciones?" Te preguntaban en los exámenes, "¿Buscas compensaciones? Te preguntaban amenazantes, en la confidencia. Horror! La tortura de "No buscar compensaciones" era como un maldito fantasma que trataba continuamente de asfixiarte con su envoltorio. Y todo lo que te alegraba, ilusionaba, te atraía, te gustaba... el buen espíritu te obligaba a despojarlo de su belleza, de su ilusión, de su atractivo para enfrentarte a ello a palo seco, con toda su crueldad, su tristeza, su monotonía, su oscurantismo.

Y cuando tocaba confesar (otra vez! Qué agobio!) Y buscaba algo para decir... ya está: "he buscado compensaciones" Yo creo que no faltaba nunca en mi lista de pecados.

Pues sí, ahora en esta vida nueva, me recreo en la satisfacción de buscar compensaciones. Mi marido me agradece esos detalles novedosos que rompen con la monotonía y los estándares. Son... la sal de la vida. La emoción de saltarte lo previsto, la ilusión de cargarte las normas en busca de la sorpresa.

Si alguno queda ahí dentro todavía, le animo a buscar sanas compensaciones. Te va tu alegría y tu salud mental. Son reparadoras, y si te queda fe, verás que el Creador, que te quiere feliz en la tierra, las aplaude.

Mi deseo de salud y ánimo para todos.

Mil brazos,

Fueraborda