Queridos amigos,

Me quedé bastante impactado a raíz del escrito de CSA.

Iluso de mí, pensaba que con Ocáriz y el Papa Francisco este tipo de prácticas desaparecerían del Opus Dei. Pero se ve que ni con eso. Esta gente sigue empeñada en meter sus narices donde no les corresponde, destrozando todo a su paso.

Querida CSA, rompe con tu novio, sin lugar a dudas. Si ahora que os estáis conociendo ya deja que un cura le diga qué sentir respecto a tí, imagínate dentro de unos años. Le dirán dónde matricular a sus hijos, qué películas ir a ver al cine, dónde pasar las vacaciones, cuánto dinero aportar, dónde comprar libros,... En definitiva, seréis 3 en el matrimonio. No sé si es lo que quieres para tu vida.

No pasa nada por casarse con un supernumerario. Pero éste tiene que tener el sentido común y la valentía de saber separar espacios. El tuyo parece que no es de esos. He conocido a muchas familias destrozadas por culpa del Opus Dei. Parejas que se casaron sólo porque eran supernumerarios y algún cura les animó a juntarse, acabando en un desastre mayúsculo... Padres que se divorcian porque uno de ellos se opone a la manipulación de sus hijos en clubes, mientras el otro es un devoto de la causa... Hermanos que no se hablan con una hermana, sólo porque ésta decidió dejar de ser numeraria... Madres que indican a sus hijas con quién salir, en función del consejo de tal o cual cura...

Conocí de cerca un caso en el País Vasco que me impresionó mucho. Un matrimonio de supernumerarios con 8 hijos, ambos trabajando en labores de la Obra (colegios y fundaciones). Su hija mayor cumple 14 años y medio, y pita. La madre empieza a verla triste y agobiada, pero no hace nada. Al cabo de 2 años deja el Opus con una depresión de caballo. Lo mismo le ocurre a su segundo hijo, y también a la tercera. Harta de ver cómo sufren sus niños, la madre decide oponerse al pitaje del cuarto. Sobra decir que a los tres días recibe la visita en su domicilio del director del club juvenil, acompañado del cura. Éste era bien conocido en toda la ciudad, un verdadero "pata negra" de la época de Escrivá, famoso por hacer pitar hasta al portero de la esquina. Cuál no sería la sorpresa de la pobre mujer, cuando el cura empieza a regañarla en alta voz, con maneras bastante enérgicas:

- Me parece alucinante tu actitud. Deberías repensar tu vocación si sigues poniendo obstáculos a la labor de la Obra.

- Mire, Don Fulanito, es que estoy harta de ver sufrir a mis hijos. Compréndame, el papel de madre está por encima de cualquier cosa.

- ¿¿Por encima de cualquier cosa?? ¿¿por encima de cualquier cosa?? Entiéndelo bien, ¡TU OBLIGACIÓN ES QUE PITEN, esa es tu obligación! ¡Para eso te ha dado Dios hijos!

Pobre gente. Se han convertido en una secta, y aún no lo saben.

Guillermez