Como ya comenté, con ocasión de la serie “Esclavas de los hombres…” he recibido y sigo recibiendo decenas de correos electrónicos, la inmensa mayoría con agradecimientos o contando historias que con todo derecho merecerían haber sido incorporados a la serie. Han sido correos provenientes de sacerdotes, numerarias, numerarias auxiliares, y sobre todo ex numerarias auxiliares, ex numerarios o ex numerarias y ex supernumerarias. Aprovecho esta oportunidad para agradecer a todos el interés mostrado. He procurado contestar todos esos correos, pues además no pocos de ellos han solicitado consejo y orientación ante situaciones concretas que viven los interesados. 

También he recibido llamadas telefónicas y hasta visitas a mi domicilio con motivo de la serie. Por lo general, han sido intervenciones muy correctas y educadas, serenas y ponderadas, algunas en desacuerdo con lo que he expuesto. En parte fueron algunas de estas intervenciones las que me llevaron a hacer esa aclaración con mi pasado escrito pues me hicieron ver algunas omisiones o un cierto sesgo en mi narración que había que atemperar.

Pero tampoco han faltado algunos correos que definitivamente me he negado a contestar tanto por el tono como por el fondo con el que se exponen. Esencialmente se reducen a un ataque contra mi persona con una calumnia que alguien ha hecho circular entre la gente de la Obra y que seguramente se irá expandiendo. Me importa muy poco que así sea. Se trata del modelo de siempre que se ha seguido en estos casos, aprovechando la imaginación calenturienta de un desaprensivo: desacreditar la vida moral del autor para desacreditar el escrito y todo cuanto pueda decir ahora o en el futuro. No hay nada nuevo. Calumnias muy parecidas padecieron María Angustias Moreno y María del Carmen Tapia, con quienes por lo demás ni siquiera pretendo compararme.

Quiero afirmar enfáticamente que nada de eso es verdad, que se trata de una calumnia integral. No existe ningún fundamento para afirmarlo hasta por imposibilidad física, por la enorme distancia que nos separa desde hace más de 10 años, después de un encuentro único en lugar público. 

Pero tampoco quiero dejar de añadir que si así fuera, si tal calumnia fuera una realidad, sólo a unos tontos y débiles mentales podría importarles. En nada cambiaría la sustancia de las cosas que he contado. Sólo en una atmósfera tan reducida y endogámica como la del Opus Dei, en la que el sexo es tabú, puede resultar escandalosa la relación entre dos personas adultas y libres. Al resto de la humanidad le importa muy poco, como tampoco me importa a mí la calumnia. Quienes se han apoyado en esta para atacarme, curiosamente se han mostrado incapaces de decir apenas nada sobre los temas como tales. Se limitan a sugerir que todo lo que digo es perverso porque soy una pervertida y una pervertidora. 

Después de esta aclaración no volveré más sobre el tema ni volveré hacer aclaración alguna. Quise dejar constancia de la pequeñez mental de quienes acuden a este recurso inmoral y de paso dejar bien claro que voy a seguir ejerciendo mi derecho de libre expresión y seguiré escribiendo todo lo que considere que deba decir.

Saludos

Salypimienta

salypimientalaencomendada@hotmail.com

Nota de Agustina.- Querida Salypimienta, todo mi apoyo y mi cariño. Si yo te contara lo que han dicho de mí… hasta me hace gracia recordarlo porque no dan para más. Aquí seguimos y seguiremos, con buen humor y honestidad y si no les gusta, que se pongan más horas el cilicio y lo ofrezcan por la apasionante labor en Chiquidistan. Besos!