Todos percibimos y sabemos que la enfermedad que afecta al Opus Dei es gravísima, profunda y fortisimamente arraigada en su interior estando localizado el foco mas especialmente grave en la cabeza, es decir, en la cúpula directiva de Roma.

Es un cáncer de los peores. Para curarlo no bastan buenas palabritas exortatorias porque el Opus jamás se va a corregir a si mismo, dadas su arrogancia y su soberbia. De nada sirven los bienintencionados consejos que les llueven de todas partes porque su orgullo ,su necedad y su petulancia les impide siquiera prestarles atención.

La cura del Opus ha de ser intensa y agresiva; una intervención quirúrgica de máxima envergadura. Y es evidente que el Opus no se va a dejar que lo curen si no es previamente inmovilizado con la autoridad de una visita apostólica en toda regla, como se hizo con los legionarios.

Pero, quien debe ser el doctor que lo aplique? Evidentemente, dada la gravedad del problema, solo hay uno que por su posición y autoridad puede realizarlo: EL PAPA. Pero hasta ahora ninguno de los últimos Papas ha tenido la suficiente energía espiritual como para hacerlo. Y el Papa actual, hasta ahora solo se ha limitado a aplicar algunos escasos paños calientes, de los cuales el Opus se revuelca de la risa que la da y están tan contentos porque lo tienen controlado. Este Papa no ha dado el menor signo de tener la energía necesaria como para actuar. Una pena.

Orange