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 Correos: Recuerdos del Herrando y Rafael Solís.- Pez

010. Testimonios
pez :

Extraordinario artículo el de Madurez de este pasado miércoles 12 junio sobre el "finado" (a efectos opus) Ramón Herrando. No le arriendo la ganancia. A Herrando, digo.

Os contaré dos anécdotas de opuesto carácter sobre estos altos cargos del Opus-España. La de D. Rafael Solís, recién pitado, me lleno de admiración ante el buen hacer y la calidad humana de los directores de la Comisión y contribuyó a afianzar mi "vocación" y mi confianza ingenua en los directores. La de Herrando, al contrario, cuando ya llevaba yo años de durísima y entregada labor y fue un fuerte aldabonazo para despertar del oscuro sueño del lado oscuro.

Conocí a Ramón Herrando cuando se encargaba de los agregados de España y yo era director de hecho de un numeroso centro de agregados. Era un numeroso grupo de muchachos y profesionales ejemplares y entregados. Pero no pitaba mucha gente.

Un buen día vino a ver al Consejo local de este centro; bueno, no vino a vernos o a animarnos o a aconsejarnos con su experiencia (no tenía) o con las luces del Paráclito (que creo que tampoco tenía) o con las luces propias de su inteligencia, que no parecía ejercer, si las tuviera. Vino exclusivamente a echarnos un broncazo de mil pares.... porque no pitaba gente.

Como pudimos comprobar, ya venía con la receta hecha antes de escucharnos. Intentamos explicarnos, contar las múltiples iniciativas que hacíamos... imposible, él seguía con su discurso de bombardeo. Toda la culpa era nuestra, éramos unos tibios, no dedicábamos tiempo, estábamos decepcionando al Padre y a Dios en persona, nos iban a dimitir.... todo con unos gestos y modales y expresiones del más puro chulito madrileño, recostado en el sillón de medio lado y fumando nerviosamente. Los del consejo local estábamos aterrados. Yo me sentía arder de indignación y cuando logré sobreponerme le dije de la mejor manera que pude que hacíamos lo que podíamos, que no podía dudar de nuestra entrega y que ya que no llegábamos, que él, con su experiencia y sus luces y su profundo conocimiento de la vocación de agregado (....) nos ilustrase, nos diera ideas.... y también nos animara, pues sus palabras nos habían dejado muy desanimados. El director (teórico) del consejo local me daba nerviosas pataditas bajo mesa mientras yo decía eso, estaba volado. Pues no: el Don Herrando,-que se había ido congestionando pasando del rojo al amarillo- me dijo más o menos: "vale sí, tienes razón, ya sé que hacéis muchas cosas bien, pero si no pita gente no me vale de nada". Yo seguí, ya más envalentonado: "¿entonces qué nos sugiere usted?". A lo cual, miró el reloj, y mientras se levantaba me espetó de malas formas: "Yo no he venido a eso; que recéis más" y se fue sin más. Con un cabreo del diez.

Mis conclusiones, extensibles a casi todos los miembros de comisiones y delegaciones que llegué a conocer:

1. No tenía ni idea de qué era un agregado.
2. No tenía ni idea de cómo llevar la labor.
3. Le importaban un rábano agregados, numerarios y sursum corda.
4. Sólo le importaban las estadísticas.
5. Estaba trasladando a los de abajo la bronca que antes le había caído a él.
6. Ejemplo de libro (de los famosos"casos" del IESE) de directivo incompetente. (En vista de lo cual le ascendieron en virtud del famoso Principio de Peter, versión "sublimación percutiente")

Cuando me enteré de su nombramiento como Consiliario, Vicario o Papamoscas (que es lo que realmente era) pensé !Pobre Opus-España, la que te espera!. Y me alegré, claro. Así le ha ido a la Obra en España y a aquel centro de agregados: la mitad huidos, la otra mitad enfermos mentales, empastillados y algún otro fantasma que sobrevive por ejemplar fidelidad a Dios y para cuidar a sus hermanos. El que lo ha visto da testimonio, y su testimonio es verdadero.

Tristes tienen que ser los años que le queden de retiro a Herrando, como probablemente le habrá ocurrido a muchos otros grandes jerifaltes opusianos. Ahora en su "soledad sonora", sin el adulador rumor de sus adláteres, no podrá dejar de oír las voces que le hablen del gran desastre al que colaboró con ardor. ¿Irá de noche por los pasillos solitarios, como Lady Macbeth, frotándose las manos que han causado tantos males y imprecando a gritos a los fantasmas de los numerarios desaparecidos? No le deseo ningún mal, en el pecado lleva la penitencia. Pero sí le deseo un gran bien: que reconozca el mal que ha hecho a tanta gente, que se arrepienta, que pida perdón a Dios y a quien pueda. Así sus últimos años serán bastante menos amargos. Que Dios le ampare.

De don Ramón Solís recuerdo estar recién pitado, a solas con el director en el centro y abrirle la puerta. Era un señor afable, elegante, educado, con gracioso acento de andaluz fino. Yo acababa de pitar y no lo sabía, pero era el Vocal de San Rafael de la Comisión de España. Ni corto ni perezoso, le paré los pies cuando intentó adentrarse en el centro y le metí en una salita. Avisé al director, que me puso una cara de preocupación, le recibió con grandes zalemas y se metieron en un despacho. Yo me esperaba la del pulpo.... Efectivamente, al salir de su reunión el director empezó a echarme la gran bronca, pero don Rafael Solís vino al rescate, me dijo que había hecho bien en parar a un desconocido y con mucho cariño me dijo: te voy a dar tres consejos para que seas eficaz en la Obra: aprende inglés, aprende a conducir y aprende a escribir a máquina.

Le hice caso, pero fui eficaz fuera del Opus, en mi trabajo y mi vida. Y al contrario que a Herrando "Prado de la ribera", le recuerdo con afecto. Pero esto fuę una anécdota de un señorito andaluz fino y bien educado. Su verdadera naturaleza la deduciremos de sus obras, de las que seguro que Madurez nos pondrá al día. ¡Que impaciencia!

Pez




Publicado el Friday, 14 June 2019



 
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