Bienvenido a Opuslibros
Inicio - Buscar - Envíos - Temas - Enlaces - Tu cuenta - Libros silenciados - Documentos Internos

     Opuslibros
¡Gracias a Dios, nos fuimos
Ir a la web 'clásica'

· FAQ
· Quienes somos
· La trampa de la vocación
· Contacta con nosotros si...
· Si quieres ayudar económicamente...
· Política de cookies

     Ayuda a Opuslibros

Si quieres colaborar económicamente para el mantenimiento de Opuslibros, puedes hacerlo

desde aquí


     Cookies
Utilizamos cookies propias y de terceros para obtener datos estadísticos de la navegación de nuestros usuarios y mejorar nuestros servicios. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Puede obtener más información aquí

     Principal
· Home
· Archivo por fecha
· Buscar
· Enlaces Web
· Envíos (para publicar)
· Login/Logout
· Ver por Temas

     Login
Nickname

Password

Registrate aquí. De forma anónima puedes leerlo todo. Para enviar escritos o correos para publicar, debes registrarte con un apodo, con tus iniciales o con tu nombre.

     Webs amigas

Opus-Info

NOPUS DEI (USA)

ODAN (USA)

Blog de Ana Azanza

Blog de Maripaz

OpusLibre-Français

OpusFrei-Deutsch


 Correos: Partiendo del supuesto de la vocación.- JuanchoR

010. Testimonios
JuanchoR :

Mucho se ha hablado aquí sobre la vocación, desde variadas perspectivas. De la vocación como un hecho, algo que le acontece a alguien, pero cuyo origen está allende nosotros mismos: como sabemos, etimológicamente el término “vocación” deriva de vocare, “llamar”: alguien o algo “me llama”. Este significado es muy amplio, y va desde lo que podemos denominar la “llamada” profesional (en el ámbito académico, sobre todo en los países anglosajones, se usa el término “orientación vocacional” para referirse a lo que nosotros llamamos “orientación profesional”) hasta la llamada a seguir un camino determinado en la vida, como el matrimonio, o incluso lo que a lo largo de la historia del cristianismo ha cuajado como el fenómeno de la llamada religiosa, en el sentido amplio de la palabra: una llamada de origen divino para seguir un camino ascético determinado...



Sin tratar de ser exhaustivos, podemos concluir que la palabra “vocación” es poliédrica. Y por eso, a menudo, lleva a confusión.

Ahondemos, sin embargo, en la última acepción a que hemos hecho referencia. En ese caso, se parte del supuesto de que Dios llama a alguien a seguir un camino determinado, o que llama a alguien para algo (para una misión, digámoslo así). Al tratar de clarificar este fenómeno, nos damos cuenta de que el significado de “vocación” sigue sin ser unívoco. Dios llama… pero, ¿cómo? Cuando las personas que dicen haber sentido una vocación de este tipo describen su experiencia, nos encontramos con que es algo tan íntimo y personal que pocas veces queda claro para el oyente de qué se trata, aunque para el que lo ha experimentado pueda llegar a ser algo bien concreto o incluso nítido. Muchas veces, este tipo de experiencias van parejas a lo que podríamos llamar una conversión más o menos pronunciada de tipo vital o existencial (San Pablo, Chesterton, etc.). Otras veces, no se da ese cambio tan abrupto, sino que es el resultado de un proceso. A veces, como es el caso de Agustín de Hipona, pueden distinguirse diversas etapas vitales que culminan con la llamada final, pero en muchos otros casos hay una continuidad en la que el momento de la vocación es un momento más, quizá de mayor toma de conciencia, pero no muy distinto de otros. En todos ellos, sin embargo, la vocación conlleva, eso sí, enfrentarse a una decisión: responder o no.

En el párrafo anterior he hablado de la vocación “religiosa” en términos generales, no de la vocación específica al Opus Dei, ni siquiera de la vocación específica a formar parte de cualquier otra institución de la Iglesia. Es más, podemos cuestionar o analizar desde muy diversos puntos de vista si la decisión que lleva a formar parte de estas instituciones conlleva necesariamente una llamada divina, específica, peculiar y concreta.

En sentido amplio, creo que puede estar claro que Dios llama a las personas: las llama cada día a desempeñar sus tareas con amor, y puede que llame a uno a ser bombero, a otro a cambiar de trabajo, a otro a hacer penitencia, y por ende, también puede llamarlo a uno a meterse a carmelita descalzo.

Ahora bien, supongamos efectivamente que Dios llama a determinadas personas a tomar la decisión de entrar en una institución religiosa. Supongamos, pues, que detrás de la decisión de formar parte del Opus Dei hay una llamada divina. Supongamos que, desde antes de nacer, Dios tiene previsto eso para un número determinado de personas, igual que para el resto de los mortales tiene previstas otras cosas u otras llamadas.

En este caso, se me ocurre la siguiente reflexión: ni están todos los que son, ni son todos los que están. Y sin juzgar a nadie. Pero… ¿quién puede saber si una persona tiene o no vocación al Opus Dei, si no es el mismo interesado?

No entraré ahora a analizar los métodos de proselitismo o captación por considerar que están de sobra tratados tanto en este sitio web como en otras publicaciones. Por cierto, si partimos de la idea de que hay una vocación divina (independientemente de que tenga que haber “consejeros” que ayuden a discernir), está claro que en ese punto el Opus o personas del Opus han actuado en muchas ocasiones de modo inadecuado, según queda patente por diversidad de testimonios.

Pero lo que deseo resaltar, partiendo de la idea de la llamada divina, es lo siguiente:

1. Cabría suponer que la mayoría de las personas que forman parte del Opus Dei realmente experimentaron esa llamada divina (dicho en términos para que nos entendamos, “tienen vocación”).

2. No es ningún disparate afirmar que dentro del Opus Dei también hay personas que no tienen vocación, sino que debido a determinadas circunstancias (ya sean biográficas, vitales, personales o por captación) han terminado en la Obra.

3. Habrá muchos ex que nunca tuvieron vocación, independientemente del tiempo que estuvieron dentro, y que finalmente, lograron clarificar sus ideas y dejar la institución (en muchos casos, después de años de servicio desinteresado).

4. También habría un buen puñado de ex que tienen vocación (no que “la tuvieron”: la vocación no se pierde), pero que por las circunstancias que sean, tuvieron que o se vieron obligados a salir.

5. Por último, habrá personas que tienen vocación pero que nunca llegarán a entrar.

Frente a estos puntos, expuestos así de forma tan neutral, pueden surgir muchas voces, cuestiones, preguntas…

Desde mi punto de vista, lo primero que cabe decir es que Dios no se olvida de nadie. Que, independientemente de las decisiones que tomemos en la vida, Él se adecuará a cada uno para llevarle a la salvación. Frente a esto, algunos escolásticos y logicistas podrían argüir: “¡pero si Dios, al ser perfecto, es inmutable, y por tanto, su voluntad también lo es!”. Madre mía, vaya cacao. O sea, que Dios es un concepto, ¿no? No seguiré por aquí, pero creo que Nietzsche hizo bien en tratar de destruir al Dios conceptual y al Dios gramatical. Recordemos, simplemente, que Dios es persona y es vida; que una cosa es decir que en Dios no se puede dar un cambio ontológico hacia la perfección porque Él es la plenitud, pero de ahí a concluir que se trata de un ente estático… Dios es ante todo Dinamismo, Dinámica divina: eso es el amor.

Lo segundo es de capital importancia. Dios no llama de modo necesario a nadie: afirmar lo contrario sería una herejía que iría en contra de lo atestiguado a lo largo de toda la historia de la salvación. Dios… no es que cuente con la libertad humana… esta expresión resulta pobre: Dios ha creado libre al hombre, y lo ha hecho así, en su omnipotencia y de modo deliberado (vamos, que no fue un despiste o algo con lo que Dios se encontrara después de crear al hombre y ahora tenga que contar con ello).

Desde mi experiencia personal, opino –utilizando la jerga coloquial– que he visto salir de la Obra a gente de Casa que siguen siendo de Casa, algunos de ellos incluso más ahora que están fuera. No porque cumplan o dejen de cumplir las normas, sino porque ahora más que nunca se están santificando en medio del mundo con una amor desenfrenado a la libertad y a la verdad (y es que, para mí, ese es el espíritu del Opus Dei, y no porque yo me lo haya sacado de la manga, sino porque así es como me lo presentaron desde antes de pitar y a lo largo de todos estos años, y por eso pité; todo lo que me hayan dicho o mostrado con hechos, mandatos, consejos, etc., que fuera en contra de esto, lo siento pero no pasó la prueba del algodón en mi fuero interno: contradicciones de este tipo las encontramos en todos lados… ¿acaso no están presentes dentro de la misma Iglesia por aquí y por allá? Y no olvidemos que esa –la Iglesia– sí que la fundó el mismo Cristo, no un enviado ni un representante ni un iluminado). Aquí cabría preguntarse: “¿y cómo es posible que Dios, que llamó a Fulano al Opus Dei, luego haya permitido que lo hayan dejado fuera?” Pero… no seamos ingenuos. La historia de la Iglesia está plagada de casos como estos: pensemos en la misma Santa Teresa de Calcuta o incluso –en otro orden de cosas– en Santa Juana de Arco. Dios nos curte en las contradicciones: ¿acaso no es una contradicción que el mismo Dios que se hace hombre sea ejecutado por una pandilla de politicuchos y lidercillos pseudoreligiosos de pacotilla?

Bueno, no deseo alargarme mucho más. Solo quiero añadir alguna reflexión más sobre alguno de los puntos que he enumerado más arriba.

El que haya personas dentro de la Obra que no tienen vocación no significa nada en absoluto. Muchos de ellos morirán dentro. Eligieron ese camino, y se santificarán en él si Dios quiere. Lo que quiero decir es que… no se trata de juzgar a nadie. Nunca aplicaré esa afirmación general a nadie en concreto. ¿Quién sabe lo que hay dentro de cada uno sino solo Dios? Pero me consta, por testimonio de algún que otro interesado, que eso no solo es posible, sino que se da.

También me gustaría añadir que… sí, ha habido algún que otro director que, con ocasión de algún que otro consejo/mandato estrambótico o idea descabellada, me incitó a cuestionarme si realmente yo tenía vocación a eso. En mi fuero interno, y después de hablarlo a solas con Él, pensé que lo mejor era dejar pasar la tormenta… Y, vaya, en no pocos casos, la tormenta pasó, y no faltan casos en los que las personas aludidas llevan años fuera de la Obra dedicándose a menesteres más apropiados.

Esta es mi experiencia personal. No puedo ni pretendo compararla con la de otr@s, como ya he dicho en escritos anteriores. Posiblemente si me hubiera visto encerrado en las situaciones en que se vieron otros, ahora no estaría donde estoy.

Y, como también he dicho en otros escritos, que esté donde estoy no significa que piense que los errores que existen son simples excepciones, ni que todo se haga bien, etc., etc. Ni buenismo, ni ingenuidad. Ni complicidad. Ni por supuesto, que yo esté por encima de nadie de dentro ni de fuera (solo pensar en ello me da nauseas). Simplemente… ¿por qué Dios me ha puesto aquí? Él sabrá. Esto no es algo que me haya dicho ningún director, subrayo: forma parte de mi experiencia más íntima a solas con Él…

En cualquier caso, gracias una vez más por hacer posible este espacio de expresión tan personal… y plural.

Con cariño,

JuanchoR




Publicado el Wednesday, 29 May 2019



 
     Enlaces Relacionados
· Más Acerca de 010. Testimonios


Noticia más leída sobre 010. Testimonios:
Diecinueve años de mi vida caminando en una mentira: OPUS DEI.- Ana Azanza


     Opciones

 Versión imprimible  Versión imprimible

 Respuestas y referencias a este artículo






Web site powered by PHP-Nuke

All logos and trademarks in this site are property of their respective owner. The comments are property of their posters, all the rest by me

Web site engine code is Copyright © 2003 by PHP-Nuke. All Rights Reserved. PHP-Nuke is Free Software released under the GNU/GPL license.
Página Generada en: 0.140 Segundos