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 Tus escritos: EN CUATRO DIÁS MORIRÁS (VII).- Josefina Hurtado

010. Testimonios
Josefina Hurtado :

EN CUATRO DIÁS MORIRÁS (VII)

Josefina Hurtado

 

El día 18 de Junio se reunirán a puerta cerrada cuatro magistrados de la sala de lo penal de la Audiencia provincial de Murcia. Ellos decidirán sobre nuestra apelación al archivo que hizo el juez instructor del juzgado número 2 de Murcia el 21 de Noviembre del 2018. Aproximadamente un mes después se hará pública la sentencia.

 

El Juez último, el que cerró el caso, tomó la decisión basándose solo en las declaraciones de los tres oncólogos que habían tratado a mi padre, del médico de urgencias que certificó su fallecimiento, del médico de urgencias enviado a través mío, dos días antes de su muerte, de los forenses del juzgado y de un médico directivo, coordinador de emergencias del 061. También tomó en cuenta la declaración de la hija de una prima de mi padre que estuvo en la casa el día de su fallecimiento. A los demás testigos que declaramos incluida yo simplemente nos ignoró.

 

Analizaré de forma simple y sintetizada las declaraciones de los testigos que fueron utilizados por el juez del archivo tal y como consta en la apelación hecha pública. Comenzaré en primer lugar con las declaraciones de los oncólogos…



El primer oncólogo explicó en su declaración el tiempo que normalmente duran los pacientes, con y sin tratamiento. Declaró que mi padre había durado mucho. Pero lo que no dijo fue que él le había suspendido el tratamiento a los dos meses de comenzado, y cuando mejor iba. Durante este tiempo el tumor se le había reducido a la mitad de su tamaño y su tolerancia a la quimioterapia era excelente según constaba en la historia médica. Este acto aberrante ordenado y enfocado a que el paciente muera lógicamente no lo escribió en la historia pero una sustituta de la médico de cabecera de mi padre sí lo hizo. La sustituta dejó esta constancia escrita cuando lo refirió al Hospital Reina Sofía para que fuese tratado de un problema en un ojo. En la historia de la médico de cabecera, la anotación de este hecho había desaparecido tanto cuando la solicité yo como cuando lo hizo el juzgado.

 

El segundo oncólogo citado declaró meses después de que se hubiera hecho la exhumación del cadáver de mi padre. En el cuero cabelludo, que fue una de las muestras tomadas, se había encontrado el antipsicótico Amisulprida. Este oncólogo declaró sin ninguna vergüenza que este fármaco se utilizaba para tratar los vértigos que suelen darse como efecto secundario en los tratamientos de la quimioterapia. Es decir, que no solo mintió, sino que como lo que quería era favorecer al investigado declaró sobre un fármaco que además de no emplearse para tratar el vértigo puede afectar al corazón. Este es el motivo por el que se tiene que suministrar con sumo cuidado en pacientes ancianos o con patología cardíaca como era el caso de mi padre. Pero es que además ese fármaco no aparecía prescrito por ningún médico ni reflejado en ninguna historia médica, es decir se lo habían suministrado clandestinamente.

 

El tercer oncólogo fue el que le dio la puntilla con la dosis de caballo que le suministró (palabras textuales de mi padre). Ante la petición de mi hermano el investigado y como consta en la historia médica de que le diese una dosis más activa a su padre, este oncólogo le hizo caso y le suministró una sobredosis.

 

Como probablemente ninguna enfermera quiso ponérsela se la dio a mi padre para que el mismo se la inyectase. Mi padre se lo inyectaba en las piernas sin saber que era quimioterapia lo que se ponía. Mi hermano menor declaró al igual que otros testigos que él se las inyectaba en las piernas y que no supo para lo que eran hasta el miércoles del anuncio de su muerte cuando el investigado se lo dijo. El destrozo de las venas que se produjo con el auto inyectado de la quimioterapia le causó una trombosis venosa profunda en ambas piernas. Con ellas echando sangre como me dijo el sábado, día anterior a su muerte, había ido a su médico de cabecera cuatro veces.

 

De la misma forma lo vio el médico de urgencias de la UME 14 que había sido enviado a través mío. Ninguno hizo nada. Este último ni lo escribió en la historia. No sabemos si la primera lo escribió porque parte de esa historia esta desaparecida del OMI, el sistema informático donde se mantienen las historias médicas de atención primaria.

 

Desafortunadamente para ella esas visitas aparecieron reflejadas en el sistema informático Selene. El causante del desastre, el oncólogo del hospital Morales Meseguer vio lo que había hecho y redactó un informe para paliativos, aunque mi padre no estaba para ser llevado por ellos como el propio investigado declaró. 

 

En este informe que el oncólogo realizó escribió a las nueve y cuarto de la mañana los resultados de una ecografía que no se realizaría hasta dos horas después. En este informe presentó los resultados como normales, pero en la historia de urgencias del Morales Meseguer consta como después de realizada la ecografía y haberse marchado mi padre lo estuvieron llamando insistentemente. No contesta, escribieron en la historia en letras grandes.

 

No contestó porque ya le habían quitado su teléfono móvil.

 

Quiero señalar aquí que la quimioterapia se debió de derramar por las piernas de mi padre. Que los residuos probablemente se tirarían al contenedor de la basura y que veremos las consecuencias que esto traerá a las personas que estaban con él.

 

En la Apelación colocamos un Link del Ministerio de medio ambiente en donde se muestran las indicaciones precisas para el manejo de estos fármacos.

 

He de anotar aquí que a raíz de esto la jueza Miriam Marín solicitó al Morales Meseguer el nombre de la persona que sacó el fármaco de la farmacia del hospital. La directora contestó que el fármaco no salía del hospital. Cuando solicitamos que nos diesen el nombre de la enfermera y el día en el que había sido aplicado el fármaco, la jueza sustituta que nos bombardeó el caso impidió que se ejecutara esta petición.

 

Siguiendo con otra de las declaraciones utilizadas para el archivo tenemos la realizada por el médico de urgencias del SUAP 2 que certificó la muerte de mi padre. Este simplemente contó una historia increíble. Entre tantas mentiras declaró que le había puesto oxigeno ese día o días anteriores.

 

Las empleadas que estaban con mi padre todos los días de la semana declararon que nadie había llamado a urgencias y que solo había ido al domicilio el médico de la UME que había llamado yo. Si el juez del archivo se hubiera leído todas las declaraciones se hubiera dado cuenta que este testigo mentía. Y además yo me pregunto, ¿Cómo se puede aceptar este tipo de declaraciones sin que exista una historia médica que certifique lo que declara?

 

La siguiente declaración utilizada fue la del médico directivo/coordinador del 112/061. Este simplemente era un falso testigo, uno de los seis coordinadores médicos presentados como falsos testigos.

 

La jueza Raquel Flores, una de las primeras juezas ayudantes en el juzgado número 2 se daría cuenta de esto. Ella ya les había tomado declaración a todos los testigos que vivían y estaban con mi padre a diario. Ellas habían declarado que no habían llamado a urgencias.

 

Entonces, ¿Cómo es que presentaban ahora a seis coordinadores médicos como testigos que estaban de guardia los días lunes, miércoles y domingo de la semana que murió mi padre? Sin dudarlo lo hablaría con la jueza titular Miriam Marín y ésta los citó a declarar. Solo lo hizo uno. Los otros los retiró corriendo el abogado de mi hermano al darse cuenta que yo también había sido médico directiva y que los iba a pillar en sus declaraciones.

 

Las siguientes declaraciones utilizadas para el archivo fueron las de los forenses.

 

Cuando el Dr. Frontela, nuestro perito forense vio el informe de Toxicología escribió en el suyo que allí no había longitud de pelo alguna, por lo tanto no se podían determinar el tiempo de suministro del fármaco. Que el informe de toxicología solo se refería a cuero cabelludo (piel de la cabeza) no a pelo. 

 

En el informe de toxicología ponía segmentos como si hubiera habido pelo, pero en las muestras tomadas no lo había. Hablé por teléfono con la jefa de fármacos del Instituto Nacional de Toxicología forense de Madrid y le dije lo que había en el informe. Ella se sorprendió de esto y me dijo que le pidiera al juez que los llamara y les pidiera que aclarasen el informe. Así lo hicimos y la jueza Miriam Marín emitió un auto pidiendo explicaciones a Toxicología sobre el informe toxicológico. Este auto nunca se llegó a ejecutar. Lo encontramos nosotros cuando nos mandaron el sumario. El juez del archivo no debió de ver el auto que había dictado su predecesora.

 

En Agosto y antes del archivo del caso envié una carta mediante fax al Instituto de Toxicología dirigida a la jefa de fármacos. En ella les enviaba el informe elaborado por ellos. Les pedía que investigaran lo que había pasado. La técnica de Toxicología con la que hablé en el mes del archivo del caso me confirmó que había sido un error de ella y que no se lo había comunicado a los jueces porque ellos solo se comunicaban con los forenses. La conversación grabada y transcrita la tienen los jueces de la Audiencia.

 

Ella además me confirmó algo muy interesante. Como en el cuero cabelludo o piel de la cabeza lugar donde apareció el antipsicótico Amisulprida está muy irrigado, esto indicaba que el fármaco se lo acababan de dar cuando murió mi padre. Por fortuna para nosotros el fármaco no se desintegró.

 

Los forenses llamados a declarar por la jueza Miriam Marín la engañaron intentando proteger al cura del Opus Dei. Declararon que el fármaco se le había dado dos meses antes y esto lo explicaban tomando como base una muestra de pelo ficticia. Ellos jamás habían tomado muestra de pelo alguna y engañaron a la jueza declarando sobre un pelo inexistente. Pero hubo una cosa muy curiosa.

 

Cuando a la técnica de toxicología le dije que se podrían estudiar las uñas ya que no haba pelo, se sorprendió. Ella se sorprendió porque las uñas eran la única muestra mandada al instituto que no había sido analizada, o si la habían analizado se habían guardado los resultados. En la apelación a la Audiencia pedimos que además de la declaración de la técnica se investigara debajo de las uñas.

 

Como todo demuestra por lo que yo encontré en la habitación después de la muerte de mi padre que hubo lucha, quizás debajo de los lechos ungueales podrían encontrarse restos de sabana, piel o cualquier elemento de los que mi padre pudo arrancar al defenderse. Pero pedimos aún más, que se investigase el ADN de los restos que se encontrasen. Con esa muestra de ADN se podría conocer quién presuntamente lo remató.

 

El labio inferior amoratado e hinchado que mi padre presentaba y que mi hermano menor describió, muestra la lucha desigual que tuvo que haber.

 

Los restos de cristales de suero alrededor de la pata de la cama, pastillas enteras y polvo de otras pisadas en el suelo que yo encontré, demostraban esa lucha. La cancelación de la declaración de nuestro principal testigo el forense Dr. Frontela demuestra lo que intentaron ocultar a toda costa.

 

Incluyo como última declaración en la que se basó el juez para cerrar el caso la que hizo la hija de una prima de mi padre que estuvo en la casa el día de su muerte. El día anterior por la tarde la llamé. Entre lagrimas le supliqué que fuera a ver a mi padre, que no me gustaba lo que estaba pasando allí. Le conté que mi hermano le había dicho que moriría en cuatro días. Le conté que entre susurros me había dicho que esa mañana había ido un hombre de la organización (Opus Dei). Ella me escuchó en silencio y un poco después me respondió con evasivas. Ante esa respuesta y llena de impotencia le colgué el teléfono. Cuando declaró lo hizo ocultando toda la verdad. Negó todo lo que yo le había dicho cuando la llamé ese sábado tarde traicionando así la memoria de mi padre.

 

Estas fueron las declaraciones de los testigos que utilizó el juez para archivarnos el caso. No utilizó ni mi declaración, ni la de mi hermano menor ni las de otros testigos. Archivó la causa dejando autos importantes sin ejecutar y cancelando sin argumentación alguna la declaración de nuestro principal testigo el Dr. Frontela.

 

La penúltima jueza, la sustituta puesta por el Presidente del tribunal superior de justicia de Murcia bombardeó toda la investigación realizada por las anteriores juezas incluyendo la titular. Realizó un interrogatorio light al investigado después de estar más de año y medio escabulléndose sin declarar ante la jueza titular Miriam Marín. Posteriormente dicha jueza sustituta aprovechando el mes de Agosto y cuando ya Miriam Marín se había trasladado a Madrid nos canceló todo incluida la petición de prisión sin fianza que tenía el investigado.

 

El lapsus que cometió al declarar diciendo que había dejado a mi padre sin darle agua el fin de semana en el que murió, le gastó una mala pasada. El oncólogo me lo aconsejó, dijo. Había escrito tanto sobre la eutanasia y la suspensión de la alimentación e hidratación en los enfermos terminales, que mostraba ser un experto. El escribía que el hacer eso con los enfermos era un asesinato. Él mismo se acusó de haberle aplicado a su padre lo que calificaba como homicidio.

 

La petición de cárcel fue rechazada sin argumentación. Pasó en apelación a la Audiencia y ésta la devolvió al juzgado de instrucción para que fuera argumentada la suspensión de prisión para el investigado. El nuevo juez titular y nuevo instructor del caso como respuesta lo archivó todo.

 

Señalar por último que el juez del archivo no dijo ni una palabra, ni escribió una sola frase en referencia al motivo principal por el cual se había abierto la causa. El anuncio de mi padre de que mi hermano, el sacerdote numerario del Opus Dei le había dicho que moriría en cuatro días como así mismo sucedió.

 

En la apelación a la Audiencia Provincial de Murcia adjuntamos el Documento de la Ceremonia de la Muerte de Escrivá. El documento aceptado por el juzgado como prueba y no rechazado por la otra parte, es una obra inédita, y no publicada de Escrivá de uso exclusivamente interno entre los miembros del Opus Dei.

 

Tanto a la Fiscalía General del Estado como al Papa Francisco como al Presidente de la Conferencia Episcopal Española D. Ricardo Blázquez le mandamos el documento. Este último me dirigió una escueta carta respondiendo a la mía. Adjunto aquí la parte principal del documento de la ceremonia de la muerte de Escrivá exactamente como consta en la Apelación al auto de archivo.

 

Han venido a decirnos que es la hora, y llega un sacerdote de Casa para atendernos. ¡Qué consuelo abrir una vez más el alma a un hermano tuyo —yo a un hijo mío— con quien has sido siempre sincero! Hacemos una confesión clara, entrecortada y breve. Con caridad sacerdotal nos van ayudando, para prepararnos mejor al abrazo de Dios: ¿y esto?, ¿y esto?, ¿y esto?—Sí, sí, también. Luego nos imponen una pequeña penitencia: di conmigo: Ave María Purísima, sin pecado concebida. A continuación, nos imparten la indulgencia plenaria in articulo mortis. EL MÉDICO DICE QUE NOS VAMOS, Y SALE A BUSCAR UNA INYECCIÓN... Tus hermanos vienen desde el oratorio, donde están rezando, con velas. Han llegado desde el Centro donde se guardan los Santos Óleos, para que nos administren la Extremaunción. Y recibimos también el Viático. ¡Qué alegría!

 

Josefina Hurtado

 

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Publicado el Monday, 20 May 2019



 
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