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 Correos: La obsesión de canonizar.- Salypimienta

070. Costumbres y Praxis
salypimienta :

     El pasado viernes se cumplieron 27 años de la beatificación del fundador del Opus Dei y al día siguiente beatificaron en Madrid a la primera laica de la Obra: Guadalupe Ortiz de Landázuri.

     Es extraordinaria la obcecación que tiene la Prelatura con canonizar a sus miembros. En estos momentos hay abiertas 12 causas de canonización de fieles del Opus Dei...



Álvaro del Portillo (Beato), Guadalupe Ortiz de Landázuri (Beata), Montserrat Grases (Venerable), Isidoro Sorzano (Venerable), José Luis Múzquiz, Dora del Hoyo, Tony Zweifel, Tomás y Paquita Alvira, Ernesto Cofiño, José María Hernández Garnica, Eduardo y Laurita Ortiz de Landázuri y Encarnita Ortega

     Personalmente, no dudo que todos ellos estén en el cielo, pero ¿de verdad es tan importante atravesar por el proceso difícil y caro que conlleva una canonización? ¿Por qué para la Obra es tan importante contar entre sus filas con santos titulados? ¿Es para darle prestigio al Opus Dei? Más aún, ¿es posible alcanzar la santidad a pesar de la deformación que produce del Opus Dei en sus miembros? Creo que sí, y lo creo porque estoy convencida de que Dios en su infinita misericordia siempre está dispuesto a permitir que todos sus hijos entren en el cielo aún a pesar de que éstos hayan pertenecido al Opus Dei.

     En la Obra existe la idea, más o menos solapada o inconsciente, de que es difícil salvarse, o que son más los seres humanos que se condenan que aquellos que se salvan. Esta idea está en Tomás de Aquino: ¿Qué tantos se salvan? Más bien pocos. Por tanto, si el Opus Dei ha mostrado ser camino de santidad, entonces la Obra es algo muy bueno.  

  No es difícil imaginar que la elección de los miembros a canonizar obedece a ciertas razones de conveniencias institucionales. Los miembros elegidos no son quienes encarnaron más radicalmente el espíritu de la Obra sino aquellos cuya canonización daría mayor prestigio al Opus Dei. Por ejemplo, estoy enterada de que existe un notable interés en iniciar el proceso de Leonardo Polo. Don Leonardo es considerado por algunos un pensador de talla, y eso redundaría en prestigio para la Obra. Sin embargo, en opinión de uno de sus discípulos más cercanos, el Dr. Polo vivió muy a su aire el espíritu de tal suerte que de ningún modo podría ser considerado un miembro de la Obra ejemplar. Pero para el Opus Dei, es más importante el prestigio académico e intelectual de Don Leonardo Polo que la manera (más bien libre) de vivir su ‘vocación’).

      Si nos preguntamos si algún miembro de la Obra ha vivido la verdadera caridad con el prójimo, si ha respetado la amistad que otros les han brindado, si han respetado la libertad de los demás, si no han subordinado a las personas a la institución, si han practicado las Obras de Misericordia, etc., en lugar de creer que su salvación depende de rezar a todas horas y mortificarse sin piedad yo diría que sí, que esa persona seguramente está en el cielo y es digna de ser considerada una santa y que es muy posible que entre los miembros del Opus Dei haya muchos santos. También estoy segura de que los fieles de la Prelatura que han alcanzado el cielo ha sido más bien por la gracia divina y no por haber cumplido puntillosamente con todas las normas, instrucciones, criterios, costumbres y demás reglamentos que impone el Opus Dei a sus miembros que todo lo que hacen los hace parecer a los fariseos porque todo lo que se hace en ‘Casa’ de puertas para dentro es exactamente lo que Jesucristo expuso en Las Críticas a los fariseos (Mateo 23:13-36).

     Uno de los grandes defectos de la Obra es haber creado todo un sistema racional, extraordinariamente detallado, rígido y unívoco, cuyo puntual cumplimiento santifica de suyo. A ese sistema se le pretende llamar “espíritu de la Obra”. Escrivá solía decir que le aseguraba el Cielo a quien cumpliera con las normas por él establecidas. Como es evidente, este conjunto de determinaciones como camino de santidad, mata de entrada el aliento de la gracia divina y la acción del Espíritu Santo, y es tremendamente deformante por cuanto impide cualquier espiritualidad creativa y libre. Convierte al cristiano en un robot obsesionado minuto a minuto por cumplir un conjunto de normas y costumbres. Es la santidad reducida a un estado mecánico.

     Ni Jesucristo, ni sus Apóstoles ni los Papas de los primeros mil años de la Iglesia consideraron importante darle a ningún cristiano el título oficial de santo. Me imagino que era porque confiaban que un buen cristiano se iba directamente al cielo sin más trámite. No fue sino hasta el año 993 que el Papa Juan XV decidió 'canonizar' a San Ulrico. Antes sólo se veneraba a los mártires y eso era porque los primeros cristianos suponían que al morir por la fe, tendrían un lugar especial cerca de Dios. Creo, y es algo muy personal, que las devociones a los santos tienen algo de panteísmo. He conocido a muchas personas que creen más en la eficacia de los santos que en la del mismo Jesucristo, es increíble que la mayoría piensen que el santo es quien hace el milagro. Pero no vengo a dar una disertación sobre los santos, sus devotos y los favores recibidos.

     Estuve husmeando en la página oficial de la prelatura. Llamaron mi atención dos cosas en especial: la primera es que todos los favores recibidos, fuera de los de Don Álvaro y Guadalupe Ortiz de Landázuri que sirvieron para su beatificación, que sí podríamos tomar como milagros en toda regla (de la Iglesia, por supuesto), los de todos los demás (Montse, Isidoro, Tony, Cofiño, Tomás y Paquita, Dora, Encarnita y Eduardo y Laurita) ni echándoles mucha imaginación y bastante buena voluntad los podríamos clasificar como milagros. La segunda cosa que llamó mi atención fueron las canonizaciones “gemelas” de Tomás y Paquita y Eduardo y Laurita. Sabemos que cada persona es un ser individual, por lo tanto, ¿cómo es posible que se puedan canonizar a dos personas en conjunto? Puedo conceder que en el matrimonio uno ayuda a la santificación del otro, pero uno se santifica por sus acciones individuales, de otra manera la Obra podría organizar una canonización masiva de todos sus miembros difuntos, es que es casi lo mismo. Hasta el momento, sólo Don Álvaro y Guadalupe como beatos y Montse e Isidoro como venerables son, por decirlo de alguna manera, los únicos que tienen el visto bueno del Vaticano porque los demás sólo tienen título de “siervo de Dios” y eso, en teoría son todos los católicos.

     Sé que en la Obra están buscando canonizar a varios más, a alguno de ellos lo conocí personalmente y nunca daría testimonio sobre sus virtudes en grado heroico, más bien lo contrario. Pero ya sabemos que en el Opus Dei se mueve todo lo que se deba de mover, se adorna todo lo que se tiene que adornar y se gasta sin límite para salirse con la suya, y si “conviene”, pasan por encima de quien sea, manipulan todo lo manipulable y hasta se echan unas cuantas mentiras. La Obra considera que todos quienes mueren dentro de ella se van al cielo, eso lo garantizó el fundador saltándose al Espíritu Santo, la gracia de Dios y demás minucias. Por tanto, lo de menos es narrar sus vidas con veracidad.

     Vuelvo a repetir que no dudo en ningún momento que ninguno de los ‘canonizables’ estén en el cielo, pero la verdad, como para gastar tanto de todo (tiempo, energía, y sobre todo dinero) para poder presumir que la Prelatura es una fábrica de hacer santos, me da la idea de que es para tratar de contrarrestar el gran desprestigio que el Opus Dei se ha ganado sobre todo en los últimos tiempos. ¿No sería más fácil limpiar la imagen del Opus Dei deshaciéndose de sus malos hábitos, corrigiendo sus errores, reformándose en su pelagianismo?

     El gran milagro que podrían obtener de Dios todos esos santos del Opus Dei, sería que ¡por fin! en “Casa” tomaran la decisión de actuar como una institución de profunda raigambre cristiana y no escrivariana, ese sí sería un milagro grande. Es más, un milagro realmente espectacular sería conseguir que desde el prelado hasta el último pitado siguieran la idea primigenia del fundador, la de ser santos en medio del mundo, en vez de ser como los esenios porque es a lo que más se parece la obra de Escrivá.

Besos

Salypimienta




Publicado el Monday, 20 May 2019



 
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