Ayer leía la intervención de Castalio, citando a D. Florencio: "con que piten 10 y queden 2"... El opus dei tiene un olfato especial para descubrir posibles candidatos a engrosar la lista de miembros y plantearles la vocación. 

La expresión de no sacar a nadie de su sitio es papel mojado. 

Varios miembros de mi familia eran miembros del movimiento laico de los legionarios de Cristo. Bastante antes de que se conocieran los escándalos de su fundador, el P. Maciel, mis familiares dejaron el Regnum Christi y se hicieron supernumerarios, sin motivo aparente. 

¿Por qué el opus fue a captar a personas que ya tenían su vida espiritual encaminada y concebida vocacionalmente dentro de otro grupo laical consolidado, diferente del suyo? 

No sé qué pudieron ofrecerles o qué pudieron ver ellos en el opus dei, que no tuvieran en el anterior grupo católico, en el que tenían sus compromisos de vida tan intensos -o más-, que en el opus dei. 

Ahora se codean con otros supernumerarios, a los que encargan sus reparaciones domésticas, procuran hacer negocios y contratar a supernumerarios, sus amigos se han reducido al entorno opusino, llevan a sus hijos a colegios y clubes del opus...

¿Qué pensarían los del opus dei si cualquier otro grupo católico fuera a captar a sus supernumerarios alegando no sé qué, para que se cambiaran de fila? En la charla dirían que no es posible porque la vocación es divina y no se negocia con ella. O sea, que su vocación al opus es innegociable porque es divina y la de los demás -aunque el otro grupo considere divina también su propia vocación a su grupo-, no vale nada y está justificado el cambio. 

En la práctica, el bien de estar en el opus es superior y eso justificaría no respetar las decisiones ajenas de formar ya parte de otros grupos eclesiales, sacándolos de su sitio para que vayan a la mayor perfección dentro del opus dei. 

Para mí no es ni comprensible ni evangélico.

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