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 Correos: La sentencia del caso Gaztelueta.- Ramón

010. Testimonios
ramon :

La presencia de Josef Knecht en este foro es siempre bien venida. Sin embargo, quiero escribir (como otros tantos) para discrepar tanto de su escrito como del del Cid Campeador a cuenta de la sentencia de Gaztelueta. Por motivos que no hacen al caso, he seguido todo lo que he podido del caso en los medios de comunicación. Creo recordar además que el padre del muchacho en cuestión publicó un escrito en OpusLibros.

Ni Josef K ni Cid están de acuerdo, porque les parece poco verosímil la historia del muchacho. A Josef K le parece además que la vida del numerario no permite ese tipo de salidas del tiesto de la rutina numeraril. Por decirlo resumidamente, en su orwelliano mundo el nivel de control habría hecho que el comportamiento anormal del profesor se detectara antes, tanto por su forma de comportarse como por los horarios y costumbres. Lo lamento, pero debo discrepar con ambos. El problema de los abusos sexuales es precisamente que se perpetran en secreto, y que además son de muy variada naturaleza. Aunque Josef K lo tiene muy claro, y probablemente en muchos casos tenga razón, me veo obligado a discrepar...



Os cuento una anécdota: cuando yo era un chaval, ofendí al hijo de un profesor del colegio de jesuitas al que iba. Dicho profesor (que como veréis era un tipo horrible, pero los curas no hacían nada para impedírselo) me dijo que me quedara al final de una clase, me llevó a una sala apartada, en un sótano y me dio todos los palos e insultos que quiso. No me violó, pero podría haberlo hecho y no se habría enterado nadie. Lo más gordo es que mis padres no se atrevieron a quejarse ni los jesuitas tomaron cartas en el asunto: "algo habrás hecho".

No soy jurista, y mi relación con los delitos sexuales se remonta a las clases de medicina legal, que ya me quedan en el zancajo de los calcetines. Ya entonces la profesora nos alertaba muy claro que se trataba de un tema espinoso, en el que muchas veces es "la palabra de uno contra la de otro". En el que los jueces y fiscales han decidido que el testimonio del menor (y no olvidemos, de los peritos forenses) es coherente y suficientemente inculpatorio. Las víctimas de abusos sexuales con frecuencia se quedan solos con su daño, mientras que la otra parte se dedica a ensuciar su reputación y poner dudas sobre su carácter o su salud mental. En un caso de robo, o de legislación civil, o de derechos laborales hay algo físico que comprobar: el objeto robado, el cadáver... Aquí sólo se puede comprobar el daño a la víctima, porque el agresor se cuida de que no haya testigos. Por tanto: a ver si nos solidarizamos con las víctimas, que tienen lo suyo.

Es cierto, y no lo vamos a negar, lo que dice JosefK sobre la vida numeraril: que impide las salidas del carril. Pero tampoco podemos ignorar que el ser humano es capaz de las mayores heroicidades y bajezas. En los campos de concentración a pesar de estar terminantemente prohibido y no haber medios físicos, se hizo música, fotografía, contrabando e incluso matrimonios. En las cárceles hay contrabando. Hombre, el profesor podría perfectamente decir que estaba muy interesado en un pitable, que se quedaba a rezar en la capilla o en su despacho... Lo que queráis, pero el que la quiere hacer la hace. Por otra parte, creo que los recuerdos de la vida numeraril de JK igual no se corresponden con los actuales. Por razones que no hacen al caso, tengo cerca a una persona del Opus, muy buena gente, la verdad. Como tiene un trabajo con prestigio (y le viene además de familia), sale de comida o cena con los del trabajo, sale a hacer deporte, entra y sale como le place. Bien pudiera ser que el numerario en cuestión fuera alguien parecido a otro nivel.

Otra cosa son algunos aspectos - para mí - muy llamativos del caso:

1.      El padre en primer lugar acudió a la autoridad eclesiástica, animado por la actitud papal. Craso error. Ni la iglesia está preparada para este tipo de investigaciones, ni la voluntad del Papa en este punto tiene ninguna relevancia. De hecho, el relato de la visita que le hicieron al muchacho, es digno de Berlanga. Primer error: confiar en una institución que pone por delante su "prestigio".

2.      Posteriormente, se hizo público y se llevó a los tribunales. El camino lógico es el contrario. Si el abuso se produce, pongamos en una discoteca, no se va al gremio de hostelería y luego a la comisaría. 

3.      Es sorprendente lo relativamente poco que le ha llevado a la justicia decidir sobre este caso y dejar al Opus por los suelos. El poco prestigio que le quedaba entre la gente normal, no lo recupera así que pasen mil años.

Hace muchos años que sostengo que el Opus Dei le venía muy bien a Roma: es muy carca, da dinero y no da escándalos ni teológicos ni, sobre todo sexuales. Una maravilla para quienes consideran que acostarse con una mujer (y no digamos ya un hombre) es malo. Pues todo eso se fue al garete. A la cola como los demás. No es que su prestigio haya desaparecido, pero ya ha quedado claro que también ellos ponen a la institución y su prestigio por delante de la verdad y las víctimas. Como cualquier obispo.

Todo esto debiera llevarnos, por si no fuera ya poca razón, para hacernos mirar en la iglesia católica todo lo referente a la sexualidad y al clericalismo. 

En primer lugar, a ver si entendemos que el sexo es bueno, siempre que sea consentido y sin engañar a nadie. Ya basta de asociar pederastia con homosexualidad o con celibato. Los gays no son pederastas, como no lo son la mayoría de los célibes y santos sacerdotes. Los curas que abusan de monjas, o niñas, o feligresas, no son menos execrables que los que lo hacen con chavales. Pero la falsa moral sexual, que sostiene que reprimir los instintos sexuales tiene un valor nos está matando. No se trata de que los curas se vayan de putas (con perdón) o tengan líos que los obispos consienten. Se trata de que la gente al servicio de la iglesia tenga una sexualidad normalizada, gay o no. La pureza no consiste en no acostarse con nadie o en ser virgen, sino en no degradar el sexo ni el amor. 

Y en segundo lugar, ya basta de clericalismo, de hacer una casta aparte que decide y dispone y encima es predadora del pueblo llano. En cualquier empresa, un directivo medio que abusara de un cliente se encontraría de patas en la calle mañana mismo. Parece que aquí tenemos que defender lo indefendible, y encima es el pueblo llano el que tiene que pagar las indemnizaciones con su óbolo. Tócate las narices. Delinquen unos y pagan los otros la indemnización. El Papa cometió un error gordo al interesarse personalmente por el caso, igual que hizo con los de Granada. Parece que si el que manda se interesa, el caso va a salir a gusto del interesado, y eso es injusto e ilegal. Además, el Papa no tiene poder real sobre los curas si éstos se la quieren armar. Mira si no la que están liando con el Valle de los Caídos, que el abad hace lo que le sale del níspero (para los no españoles: donde está la tumba de Franco con miles de sus víctimas, a ver si ahora lo podemos sacar de ahí y no darle una sepultura de honor). Lo que hace falta es diferenciar pecado y delito (cosa que la iglesia hasta ahora no hacía) y aceptar que la Iglesia no está capacitada ni le sienta bien la trasparencia, porque su cultura en estos temas es oscurantista y fundamentalmente contraria al espíritu del Evangelio. Menos clericalismo, más trasparencia, más participación, más mujeres, más normalidad y decencia. Y ya verás cómo no hace falta que venga el de Roma a poner orden.

Recuerdo, una vez más, que Roma (es decir, durante el pontificado de JPII a quien el Opus Dei idolatra) no quiso hacer nada contra los casos de pederastia. Muchos cardenales y obispos fueron tan malos como los agresores, puesto que los encubrieron. Y Roma, peor que todos que no quiso hacer nada de nada incluso en casos tan estrafalarios como el de Maciel. De aquellos polvos vienen estos lodos, que lo único bueno que pueden traer es cierta depuración.

A ver si ahora podemos empezar a llevar a los hijos a la catequesis con tranquilidad. Si es que queda alguno.

Felices fiestas y que Dios os guarde

Ramón




Publicado el Friday, 21 December 2018



 
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