Cuando se escriba la historia de la Iglesia del siglo XX y XXI, la Obra será conocida como la institución de la Iglesia que sufrió la mayor operación de aggiornamiento, a pesar de que su fundador rechazó que alguna vez eso sucediera.

El ejemplo emblemático son las imágenes de las tertulias generales en América del Sur de 1974 y 1975, es decir, diez años después del fin del concilio, en las cuales el fundador grita que “ellos” han quitado el índice, “pero yo puse el índice”, mostrando orgulloso su mano con el dedo hacia arriba y luego tenemos los varios folios que se leyeron en el círculo en 2013/2014 en el que se quiso decir, pero sin decir, que el índice había sido sustituido por una consulta opcional del sitio Almudi y que todos agradecemos ese asesoramiento. Lo de siempre...

Pero hay cosas que la Obra no va a conseguir maquillar. Una de las principales es su profundo desprecio y desconsideración desde siempre por el Breviario/oficio divino, Laudes, Vísperas, etc.

Es notorio que la Iglesia en sus documentos deja bien claro que el Oficio divino es para las personas consagradas, pero también que hay varios laicos que se asocian a esas oraciones, lo que está muy bien. Desde Benedicto XVI y después con Francisco, que en casi todos los viajes de estos Papa siempre tienen encuentros en el programa oficial en que se rezan vísperas. En la Obra siempre nos dijeron que el Breviario/Oficio Divino / Laudes no se rezaba por ser cosa de religiosos y si había algo claro en la formación inicial era que nosotros no éramos religiosos.

Además, una de las grandes conquistas de la historia de la Obra había sido el año en que se había dejado de rezar el oficio divino (creo que en los años cincuenta o sesenta), que en su tiempo da Santa Madre Iglesia habría impuesto.

Además, siempre nos dijeron que los sacerdotes de la Obra tenían una ley especial que les permitía rezar el oficio divino todo seguido y no conforme las horas del día como sucede con todo lo resto del mundo.

Mi experiencia de más de 30 años en la Obra fue ver curas rezando el oficio divino mientras caminaban por el jardín de las casas de convivencia, o en la sala de estar, algunos mientras escuchaban música, otros en la furgo en las convivencias de sr mientras no aparecía a nadie para confesarse.

Además de este enorme desprecio, que contrasta con el enorme respeto que se ve por todo el mundo en los católicos, consagrados o laicos, que rezan el breviario/oficio divino, al que dan la mayor importancia, hay otro hecho de que me di cuenta al hablar personalmente con curas numerarios.

Es que don Alvaro había mandado que para los curas numerarios el oficio divino sería siempre en Latín y hasta había mandado imprimir unos breviarios en los Estados Unidos para ofrecer a quien se ordenaba.

Ahora bien, como todos sabemos, hoy, al menos en la que fue mi región, ningún sacerdote numerario sabía latín, mucho menos para entender el breviario, que contiene muchas cosas del antiguo testamento.

En consecuencia, además de tratar el Breviario como una obligación más, como llegar a horas a la meditación, los sacerdotes, al tener que leer en latín no perciben nada de lo que allí está escrito, por lo que es un cumplimiento meramente ritual.

Como todo en la Obra llegará la hora en que Ocariz, o el que lo sustituya, va a escribir una carta con varias citas del santo fundador, a defender como en la obra siempre se valoró y estimó el breviario/oficio divino.

Estoy con una enorme expectativa por ver llegar ese momento, y sobre todo:

            - cómo va la Obra a compatibilizar tantas obligaciones de piedad que ya imponen a sus miembros con el rezo del breviario;

            - cómo va a la Obra a explicar que el breviario puede ser rezado en lenguas vernáculas y no en latín, contra la soberana voluntad del fundador y d. Alvaro?

De seguro que Ocariz y el consejo no nos defraudarán e tendrán una justificación milagrosa e hilarante.

Saludos

Le Plumitive