Estoy leyendo la serie que Antonio Moya Somolinos ofrece en el diario Siglo XXI. Una entrega larga, que vale la pena leer, para que quienes se acercan a la labor de la obra, tengan otra fuente de información que les ayude al discernimiento.

Entre las personas que comentan los escritos de Antonio, existen algunos que nos acusan a quienes escribimos en contra del Opus Dei de desleales, por escribir o denunciar algo que vimos, vivimos y percibimos en nuestro paso por la Obra y que no actuamos como la "inmensa mayoría" que se va, "muy agradecida por cierto", que no dice nada. Entiendo entonces que esas personas esperan de quienes nos vamos un silencio de oficio, que supone lealtad. Pero ¿Por qué?. Tal vez porque cuando uno se va, en la obra ya no se habla de esa persona más y punto.

El otro día me encontré con una supernumeraria, muy buena, compañera de convivencias. La saludé, charlamos un poco y me dijo: "no te pierdas, ven al círculo". No sabía si decirle que ya no era supernumeraria o no. Me callé. Pero me quedé pensando que precisamente en la obra nunca se comenta sobre quien se fue, quien se murió, a no ser que sean los sucesores de san Josemaría y aquellos a quienes pretenden abrirles la causa de beatificación. He conocido personas muy buenas en la obra, debo reconocerlo. Pero también reconozco que la Obra hace daño, ejemplos tenemos muchos en esta página.

El proceso de salida es doloroso, a mí me costó noches de insomnio, llanto. Sabía que algo se había roto en mí y ni las mejores lianas del mundo dentro de la obra iban a repararla. Necesitaba otros aires, y los he ido encontrando... eso sólo se lo puedo agradecer a Dios.

Sólo me queda pedir que, por favor, la obra no rompa más vidas. Y si para eso tenemos que hablar o escribir aunque sea bajito, con quienes queremos y con quienes tienen la paciencia de escucharnos y leernos ¿Por qué no hacerlo? Escribimos nuestras vivencias y percepciones... esa es nuestra verdad.

Cariños, Pasiva