Como la mayoría de los lectores, en esta época ya estábamos preparando el Curso anual. En este caso era mi primer curso. Aunque el coste era alto (eran dos meses), tenía ahorrado para una bicicleta y de ahí saqué el importe (todavía no había entregado mi dinero al secretario de mi club). El programa impreso era sensacional, cargado de actividades educativas y culturales. No nos costó convencer a los padres para que nos dejasen ir. La realidad es que luego no se cubrió casi nada de lo que venía en el folleto publicitario. Mi curso era en Torre I, en el CM Belagua, en Pamplona. ¡Qué ilusión!

Al poco de llegar a “la torre”, algún recién pitado de los que vivía allí durante el curso académico nos contó un suceso de unas semanas antes. Un residente se había “caído” por la ventana desde el séptimo piso y falleció en el acto. Del comentarlo lo único que nos dijeron es que se había “mareado” y que, por precaución, no nos sentásemos en el borde de la ventana. Ahí quedó el hecho. Y si no hubiese sucedido ningún otro accidente similar no lo comentaría.

Un tiempo después, un amigo (J.A.) de mi club que pitó después que yo y que lo dejó antes, apareció muerto en extrañas circunstancias en las vías del tren, a las afueras de su ciudad. Fue catalogado como suicidio.

Pocos años después otro amigo mío (C.G.), que también había pitado, se suicidó años después de abandonar la Obra.

Evidentemente fueron casualidades en la vida. Los dos amigos míos ya no eran de la Obra y nadie podrá culpar al Opus Dei de ser la causante. Si a estos casos uno tres más del mismo club (L.M., A.M. y M.M.) y en la misma época (primero numerarios y luego ex) que fueron presa de adicciones (y no de simples pastillas) parece que la probabilidad de que sean casualidad baja bastante.

Las poquísimas veces que hablo de estos casos, quien me escucha me dice:

Pero tú, ¿dónde estuviste?

Fueron unos años terribles que dejaron tocada a mucha gente de mi generación. Evidentemente la Obra no fue responsable… ¿o tal vez sí?

Puois