Bienvenido a Opuslibros
Inicio - Buscar - Envíos - Temas - Enlaces - Tu cuenta - Libros silenciados - Documentos Internos

     Opuslibros
¡Gracias a Dios, nos fuimos
Ir a la web 'clásica'

· FAQ
· Quienes somos
· La trampa de la vocación
· Contacta con nosotros si...
· Si quieres ayudar económicamente...
· Política de cookies

     Ayuda a Opuslibros

Si quieres colaborar económicamente para el mantenimiento de Opuslibros, puedes hacerlo

desde aquí


     Cookies
Utilizamos cookies propias y de terceros para obtener datos estadísticos de la navegación de nuestros usuarios y mejorar nuestros servicios. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Puede obtener más información aquí

     Principal
· Home
· Archivo por fecha
· Buscar
· Enlaces Web
· Envíos (para publicar)
· Login/Logout
· Ver por Temas

     Login
Nickname

Password

Registrate aquí. De forma anónima puedes leerlo todo. Para enviar escritos o correos para publicar, debes registrarte con un apodo, con tus iniciales o con tu nombre.

     Webs amigas

Opus-Info

NOPUS DEI (USA)

ODAN (USA)

Blog de Ana Azanza

Blog de Maripaz

OpusLibre-Français

OpusFrei-Deutsch


 Tus escritos: No se va de mi memoria (IV).- Dax

010. Testimonios
Dax :

En efecto, pité a una semana de acabar el año 2000, tras la Misa del gallo en el centro, mientras los demás veían una película. Había pedido la admisión dos días antes y el subdirector me había dado el teléfono para llamar al director, P.F., que estaba de curso anual. Nunca olvidaré sus palabras al otro lado del auricular:

- Que sepas que la vocación es de Dios, es sagrada y es para toda la vida. Hablamos a mi vuelta. Es para toda la vida…



Ya desde entonces era tan de Casa como el que más, se me había insistido. Claro. Si Dios lo ha decidido así desde toda la eternidad, si me ha creado con el único propósito de ser un instrumento en una Obra en favor de los hombres, tengo dos posibles respuestas: o respondo que sí, y mi vida tiene sentido, o respondo que no, y le doy la espalda a Dios, y no hago su Voluntad. Y, sin duda, aparte de ser un inútil, seré un condenado. Lo recuerdo perfectamente: el argumento de mayor peso en mi pitaje fue la conciencia de que si no lo hacía, tendría un remordimiento de por vida. Que jamás ya podría volver a rezar el Padrenuestro en voz alta, pues – si no me entregaba – no quería que se hiciese su Voluntad. Como se ve, argumentos muy positivos y liberadores, florecidos sobre el humus de la santa coacción.

Nada había aquí de discernimiento. Nada de: “pregunta a quien quieras”. Nada de acompañarme en el camino vocacional. De ver si era lo mío. Nada de nada de nada. Nadie me dijo que me podía ir sin problemas antes de la admisión. Antes al contrario, recuerdo plantearle dudas de vocación al tipo con el que hice la charla al principio, C.C. Se quedó pálido y no volví a hablar con él. Desde entonces, mi confidencia la recibiría el director, P.F. Alguna vez más, antes de hacer la admisión, y bastantes más, antes de la oblación, volví con él sobre el tema. Las respuestas eran de fondo invariable, y de forma diversa, según el día.

Una respuesta recurrente era:

- Lo he llevado a la oración, y no veo nada.

Una vez fue bien original. Me dio un cachete en la mano, mientras me miraba a los ojos diciendo:

- ¡Caca! ¡Eso no se toca! ¿No te lo ha dicho nunca tu madre, de niño, al tocar una porquería? Pues con la vocación es igual. No se toca. No se manosea. Está ahí para agradecerla cada día, y ya está.

En el primer verano tras mi pitaje hice la charla con J.R., el subdirector, que habría luego de llevar mi charla durante algún tiempo. Era aún antes de la admisión. Le manifesté mis dudas:

 - Esas tentaciones, Dax, son del demonio. Punto pelota.

No había espacio alguno para expresar el malestar de caminar por una senda que no me daba ningún tipo de paz interior. Bueno, sí había espacio para expresarlo, pero no para contradecirlo, o para cuestionarlo. Era un dogma, en que mi libertad no contaba para otra cosa que no fuera dar gracias por el don que se me había hecho y yo ni entendía ni conseguía acoger interiormente (por más sinceros e ímprobos que fueran mis esfuerzos) o renegar y ser digno de lástima, sal sosa que ya solo sirve para que la pise la gente.

Expresaba mi contradicción interior casi cada semana en la charla, de modo honesto, esperando también que, honestamente, se me concediese el beneficio de la duda… E incluso la posibilidad de que era lícito irme, es decir, de que esa opción también podría ser Voluntad de Dios. No era así, antes al contrario: por activa, por pasiva, en retiros, cursos anuales, charlas, en todas partes, llegaba el mismo mensaje.

 - Pero, si le has dado la vida al Señor, ¿cómo le vas a decir ahora que no?

O, en plan anuncio:

 - El Opus Dei, el mejor sitio para vivir, el mejor sitio para morir. Para irse hay que ser ¡malo!

 O, de modo más extenso, se comentaba, en el curso de estudios, esto es, antes aún de la oblación, la carta de Don Álvaro sobre los misterios del Rosario. ¿Os acordáis? Sobre esa silla que puede pensar, y decide darse la vuelta, de modo que ya no vale para nada, pues su existencia se ha convertido en un absurdo…

Alguna vez, en el colmo del agobio, y esperando, iluso de mí, que me dijesen que lo iban a pensar, que quizá no tenía vocación, pregunté a J.R.:

 - Pero, ¿no es posible que a alguno se le aconseje dejar de ser de Casa?

- No lo sé, me imagino que si alguno está muy mal de la cabeza a lo mejor…

Pero como el que obedece nunca se equivoca y por los directores me llegaba la Voluntad de Dios, aguanté. En efecto, ¿cómo iba a renegar de mi vocación y, por ello, de Dios? ¿Cómo iba a mandar sangre mala a la Iglesia, hacer traición a Dios, a la Iglesia, a mis hermanos, a los que quería de verdad? Aguanté todo aquello, aguanté como pude, durante años. A pesar de todo el dolor, de toda la contradicción interna, de todo el desgarro. A pesar de esperar en vano una ayuda que solo llegaría muchos años más tarde.

También F.S., el último con el que hice la charla antes de marchar de España, supo de mis cuitas vocacionales.

- F.S., es que no lo acabo de ver, tengo dudas de vocación. No sé si es lo mío.

- Mira Dax, para mí, las tentaciones de vocación son como tentaciones de pureza. Se las corta en seco y punto.

No me diría entonces lo que me dijo luego de desertar: que él creía que en el año de mi Erasmus, antes de hacer la Fidelidad, no iba a renovar. Jamás le escuché decir nada en la línea de ese discurso que, al parecer, era la realidad de la que él estaba convencido. Ojalá me lo hubiera dicho entonces. Cuánto dolor me hubiera ahorrado, cuánta energía de empujar unas gigantescas puertas de acero macizo que se me habían abierto de par en par desde tres años antes de mi pitaje y que, aquella misma Navidad del 2000, se habían cerrado tras de mí con siete cerrojos oxidados.

<<Anterior>> - <<Siguiente>>

Ir al principio de la serie 




Publicado el Friday, 15 June 2018



 
     Enlaces Relacionados
· Más Acerca de 010. Testimonios


Noticia más leída sobre 010. Testimonios:
Diecinueve años de mi vida caminando en una mentira: OPUS DEI.- Ana Azanza


     Opciones

 Versión imprimible  Versión imprimible

 Respuestas y referencias a este artículo






Web site powered by PHP-Nuke

All logos and trademarks in this site are property of their respective owner. The comments are property of their posters, all the rest by me

Web site engine code is Copyright © 2003 by PHP-Nuke. All Rights Reserved. PHP-Nuke is Free Software released under the GNU/GPL license.
Página Generada en: 0.117 Segundos