Otro de mis cursos anuales en el extranjero se desarrolló en Roma. Lo de Roma tiene su historia.

La casa de Villa delle Rose en Castelgandolfo fue sede del Colegio Romano durante años pero dejó de serlo y supongo que se transformó en casa de retiros y convivencias.

Un año nos llegó la noticia de que 2 o 3 agregadas de nuestra delegación tenían la suertaza de irse a hacer el curso anual a Roma, concretamente a Villa delle Rose. En este curso anual coincidían con gente de distintos países y la lengua que se hablaba era la oficial de la prelatura, castellano...

A la vuelta nos contaron las maravillas de este curso anual, visitas de autoridades de la asesoría, charlas de MarliesKücking, meditaciones impartidas por más autoridades, tertulias con el padre… Alguien les dejó entrar y sentarse en un coche, no sé si del padre o de nuestro padre, el fundador, ¡en fin! Todo un lujo de espiritualidades. Sé de alguna agregada que pidió celebrar su 40 cumpleaños asistiendo a este curso anual en otra convocatoria posterior, y se lo concedieron.

Pero, según creo, en Roma existe la delegación de Roma y las casas que dependen directamente del padre. Villa delle Rose pertenece al segundo grupo. De ahí que ese curso anual para agregadas contase con tantas atenciones especiales.

Cuando a mí me llegó la oferta de Roma, fue para un plan de características totalmente distintas.

Al acercarse el verano de 2004 me llegó de pronto una llamada de la directora de mi centro diciéndome que me iba de curso anual a Roma. No a Villa delle Rose sino a Celimontano, una residencia universitaria en plena ciudad, cerca de Términi, y en la primera quincena de agosto.

Confieso que no fui capaz de decir “no” porque se me presentó como un logro esa plaza que había conseguido la de agregadas de la delegación, pues el tal curso anual lo organizaba la delegación de Valladolid y se reservaba esas plazas para sus gentes como un tesoro. Así que, ante un plan que me parecía que iba a ser bastante duro, sonreí y dije amén porque todo el mundo se alegraba con mi suertaza. ¡Curso anual en Romaaaa! Yo imaginaba el encierro en plena ciudad, con un calor tremendo y visitando Roma por quinta vez, después de dos UNIV y dos viajes de canonización y beatificación. Visitar Roma con calma, durante 15 días, perfecto, pero… la época y lugar de residencia podían resultar muy duros para mí que tengo poca resistencia al calor.

Salimos para Roma. La residencia era un edificio antiguo totalmente rehabilitado. Por dentro bien decorado, moderno y cómodo. Todas teníamos habitación individual con aire acondicionado pero, a la vez, resultaba un poco claustrofóbico porque hay una tendencia a construir todo muy cerrado, muy hacia adentro. Mi habitación daba a un patio interior muy pequeño donde sonaba el ruido de todos los aires acondicionados. Aunque creo que las que daban a la calle también tenían mucho ruido. ¡En fin! Eso era solo cuestión de adaptarse.

No había administración sino un par de señoras que se ocupaban de la cocina, sacaban la comida en unos carritos y nos auto servíamos. Además… ¡de nuevo bata blanca para la limpieza! Se comía bastante mal en la tal residencia.

Poca comida, ligera… La gente se puso nerviosa con el tema y en el desayuno se atracaban comiendo. Esto a mí me parecía bastante vergonzoso pensando en que todas éramos profesionales con un sueldo que podíamos permitirnos salir por ahí y tomarnos una pizza o cualquier cosa si nos quedábamos con hambre, algo bastante posible según los casos y dadas las características de la comida.

Con el calorazo se dormía regulín porque el aire toda la noche resultaba incómodo. Te levantabas, ducha refrescante y ¡operación limpieza! Terminabas sudando como un pollo así que, otra vez a la ducha antes de ir a la meditación y misa.

El horario se intensificaba por la mañana para comer a las 13.00, tertulia y quedábamos libres a las 15.00 para visitar Roma. Las chicas se tiraban a la calle como locas a las 3 de la tarde en plena canícula romana porque querían verlo todo. Yo me fui a mi cuarto, dormí la siesta y al despertar, con un plano, me hice un plan de rutas para varios días concentrando las visitas a varios sitios cercanos entre sí en una única ruta. Visité las 7 grandes basílicas romanas, y muchos otros lugares de interés. Pero trataba de economizar energía y paseos porque en las calles de Roma te deshidratabas sudando sin parar. Cenábamos pronto y teníamos tertulia y una charla, no sé si antes o después de cenar. Todo esto con tanto calor, comidas escasas, planes turísticos un poco sin sentido a las 3 de la tarde y sin posibilidad de relajarte en algún lugar fresco o con un poco de deporte, daba lugar a un ambiente un poco tenso en general.

Los dos días de excursión fueron, uno a Castelgandolfo, a la audiencia con el Papa, y otro más turístico. Se alquiló un autobús para llevarnos. Hacía tanto calor y había tanta humedad que yo me puse malísima y no pude ni entrar en el patio de la audiencia con el Papa. Al terminar le dije a la directora que cuando volviésemos a Roma me iba a cambiar mi billete de avión para volver a España porque ya no podía resistir más ese calor tan húmedo e insoportable. Después mejoré y me quedé hasta el final.

Tras la audiencia con el Papa fuimos a ¡bañarnos! y a comer en la piscina de una casa de Convivencias cercana, Castel Romano. Impresionante de grande. No sé a qué aristócrata le sacarían esa donación. No he visto nada igual. Auténtico palacio decorado con pinturas al fresco. Realmente bonito. Un poco deteriorada la piscina pero en perfecto uso, varias pistas de tenis, un casoplón donde se estaban desarrollando varios cursos anuales a la vez y con la casa de los guardeses del tamaño de “el Pinarillo”, la casa de retiros que está en el Escorial, para que os hagáis una idea las que la conocéis.

El siguiente día de excursión, una semana más tarde, se planificó con visitas culturales a las domus de no sé dónde y lugares similares. Yo no podía más. Había desarrollado todo un plan de visitas artísticas y culturales organizadas y que a mí me servían además como estudio para mi trabajo pero… ¡ya no podía seguir visitando más piedras! Después de una semana así, con la canícula de fondo, propuse a la directora irme con otras dos agregadas a la playa a Ostia. Se horrorizó de semejante planteamiento y me explicó toda la inmoralidad de esas playas, y de todas las del mundo…

Mi familia vive en una ciudad costera y paso allí los veranos. Voy y van a la playa cada día todas las personas de la obra y en los centros de la obra de esa zona se sabe y se aprueba. Pero, de repente, en los cursos anuales, las playas son antros de inmoralidad… ¡En fin!

Propusimos entonces que nosotras tres nos iríamos a Ostia Antica para ver las ruinas y lo que se terciase. Nadie más se apuntó a nuestro plan. El tren efectivamente, pasó por Ostia Antica pero siguió hasta el autobús que después  nos dejó en Ostia playa. ¡Fue un día maravilloso! Una playa enorme, nos fuimos a una zona en la que no había demasiada gente, nos bañamos en un mar templado y con olas geniales y nos hicimos fotos dormitando ante unas buenas cervezas. Volvimos rojas como camarones. En la tertulia, como se hace siempre el día de excursión, todo el mundo cuenta su experiencia. Nosotras nos documentamos un poco sobre las ruinas de Ostia Antica y algo contamos, pero no mucho, la verdad.

Por lo demás, el curso anual romano no tuvo nada de especial respecto a tertulias con…, clases impartidas por… El padre, lógicamente, no estaba en Roma. No iba a pasar él, el calor destinado a la clase de tropa. Tampoco nos dio ninguna clase Marlies Kücking ni tuvimos ninguna tertulia especial con nadie especial. Fuimos a la cripta, a Villa Sachetti a una tertulia con una oficial de algo, tuvimos una meditación en Santa María de la Paz impartida por nuestro propio sacerdote y nos enseñaron alguno de esos oratorios tan nombrados, el de San Miguel y alguno más que me parecieron enanos, feos y claustrofóbicos, como casi todo en este sitio tan cerrado, donde todo se cuece dentro y nada se muestra hacia afuera. Una arquitectura muy a tono con el funcionamiento del conjunto. También había montada una sala de exposiciones con los objetos personales del fundador, gafas, elementos de su mesa de trabajo…

Este no era un curso anual en las casas dependientes directamente del padre sino en la delegación de Roma pero además, como he explicado anteriormente, simplemente, se alquilaba la casa. Toda la organización y atención era, en este caso, de la delegación de Valladolid.

El último domingo fuimos al Trastevere, un mercadillo fabuloso donde, además de hacer compras, disfruté. En general, el balance fue positivo porque, una vez que estás en una situación, es bueno sacarle el máximo partido. Dos semanas para ver Roma viviendo en un lugar bien comunicado para moverte. Lo demás, ya está descrito.

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