El Curso anual es un periodo definido en la obra como de formación y descanso que suele durar 15 días para agregad@s -o 20 si están cursando estudios de Filosofía y Teología- y entre 20 y 25 para numerari@s. La mayor parte de desarrollan en verano haciéndolos coincidir con las vacaciones académicas o laborales pero también puede haber alguno en época no estival al que suelen asistir los que trabajan en cuestiones internas. Se desarrolla con un horario totalmente planificado, iniciándose a las 8.30 con meditación y Misa, desayuno, clases de Filosofía, deporte, comida, tertulia, charlas… Un día a la semana se destina a hacer alguna excursión. Según se explica en la obra, no consiste en unas “vacaciones” sino en “descansar cambiando de actividad”. La obra ha construido casas propias muy bien montadas para estas y otras actividades espirituales, apostólicas... También se aprovechan residencias universitarias que en verano se quedan vacías, para esos cursos anuales o se alquilan edificios que se puedan adaptar.
En los últimos años se ha generalizado la tendencia a salir a hacer el curso anual en el extranjero...
He leído en esta página algunos comentarios escépticos al respecto, entre españolas sobre todo, pero sí, es cierto, aunque, como todo en la Obra, tiene una explicación muy de dentro. Al principio era algo muy especial. Te considerabas privilegiada si te proponían este plan. Ahora es bastante común…
¿Razones del cambio? Por una parte, a pesar de que está disminuyendo el número de pitajes, no lo hace el número de fieles de la Prelatura (agradecería que alguien me explique este fenómeno porque nunca lo he entendido). Al parecer era un problema encontrar casas para todas estas y otras actividades de verano. Las numerarias se movían buscando posibles hoteles, fincas de caza inactivas en verano, residencias variadas con instalaciones deportivas y requisitos mínimos, de acuerdo con los principios por los que se rigen estos cursos.
Por otra parte, las habituales casas de retiros de la Obra, empezaban a resultar un poco aburridas para ir año tras año. Es cierto que no se hacen viajes de placer por pobreza y por no sé qué otros criterios pero… este del curso anual se presenta como un viaje para formarse.
Desde mi punto de vista, siempre estuvo clara la razón de este cambio: Salir al extranjero le daba al asunto del curso anual algo más de atractivo en unos tiempos en los que todo el mundo viaja y la gente de la Obra, que ya no llega con tantas tragaderas como antaño, se resistía cada vez más a meterse 15 o 20 días, un año tras otro, en la misma casa de verano a las afueras de Madrid, por ejemplo, ¡planazo como para contar en el trabajo a la vuelta! Y no te digo nada si el destino era Colegio Mayor Somosierra o Colegio Mayor Alcor, en lo más asfaltado del verano de Madrid.
Entonces se empezaron a ofertar cursos anuales en Países Bajos, Zurich, Ginebra, Aix en Provence, o en Roma (residencia de estudiantes Celimontano, agosto en plena Roma, muy “adecuado” para ir en verano). Estos destinos para las agregadas. En los primeros años de este plan los grandes destinos estaban reservados a las numerarias, las grandes capitales, París, Viena, Londres. Ya en los últimos años, a destinos como Líbano o Jerusalén -no en Saxum pero en algún otro lugar adecuado- se iban de curso Anual gentes de delegaciones y asesorías, claro, aunque nos decían que con el tiempo iríamos todas. No sé cómo va el tema ahora. Estoy hablando de la primera década del nuevo milenio.
La otra cara que explica este planteamiento es que se convertía en una forma de aportar beneficios económicos y de rentabilizar las residencias universitarias de estos países europeos donde las residentes deben escasear bastante durante el invierno y que, por tanto, económicamente son difíciles de mantener. Al alquilar las residencias en verano para cursos anuales de españolas, por ejemplo, y teniendo en cuenta que el precio de estancia nos lo ponían siempre alto, en estos países sacaban un beneficio económico nada despreciable dadas sus circunstancias. “Todo quedaba en casa”, por partida doble y además, la clase de tropa se ilusionaba pensando en irse a Thornycroft Hall, cerca de Mánchester, a Zurich o Ginebra, a Roma en agosto o a una casa de Polonia en la que tenían que hacerse cena y comida por turnos.
Y, ya vivíamos tiempos de billetes de avión low cost que hacían que los costes del viaje fuesen muy bajos.
Claramente es mucho más rentable este planteamiento que alquilar la Finca de caza “Las Beatas”, por ejemplo, en Villahermosa, (Ciudad Real), muy confortable y con habitaciones clase A y C. Las A para los cazadores de alto nivel. El mismo rey Juan Carlos I estuvo en esta finca. Las C para su servicio. Eso en invierno. En verano, las A para agregadas clase A, que las hay, y las C para las agregadas clase C.
Fernanda
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