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 Correos: Reflexiones sobre D. Eduardo Ortiz de Landázuri.- José Julio Corzo

010. Testimonios
Jose Julio Corzo :

Reflexiones sobre D. Eduardo Ortiz de Landázuri, al hilo de su causa de canonización.

Mi nombre es José Julio Corzo Robles y soy médico especialista en Medicina Interna y Aparato Digestivo. Durante 5 años (1977 - 1982) trabajé en el Dpto. de Medicina Interna de la Clínica Universitaria de Navarra (CUN) cuyo Director era D. Eduardo Ortiz de Landázuri. Era yo un medico joven, lleno de ilusiones científicas y supernumerario del Opus Dei (antes había sido numerario durante 5 años). No fui yo a trabajar a la CUN por encargo de la Obra sino por iniciativa propia, atraído por el prestigio científico de la CUN. Para ello usé el cauce normal universitario de entonces: preparé mi curriculum e hice los trámites con el permiso y las cartas de presentación y recomendación del Catedrático de Medicina Interna de la Universidad de Sevilla, D. Miguel Garrido Peralta (q.e.p.d.) en cuyo Dpto. yo trabajaba. Y el Prof. Ortiz de Landázuri, previo acuerdo con el Prof. Garrido, aceptó mi traslado a Pamplona...



He estado viendo algunas publicaciones biográficas sobre Ortiz de Landázuri en las que se nota inmediatamente que están escritas y difundidas bajo los auspicios de la prelatura: -López Escobar, E. & Lozano, P., Eduardo Ortiz de Landázuri, Biografías MC, Palabra, Madrid 1994. —Narváez Sánchez, J. A., El Doctor Ortiz de Landázuri. Un hombre de Ciencia al encuentro con Dios. , Testimonios MC, Palabra, Madrid 1997 --López Escobar, E. & Lozano, P. Eduardo Ortiz de Landázuri: El médico amigo. Rialp, 2003.

Tanto en esas publicaciones como en la web oficial del Opus Dei (que nadie firma) y en las hojas informativas del Siervo de Dios, (que siempre son anónimas) , no hay más que opiniones exultantes y laudatorias , al más puro estilo propagandístico del Opus Dei. Quizá gran parte de lo publicado no hubiera sido del agrado del mismo D. Eduardo, por la retorica empleada, que no encaja en una mente abierta y universitaria como la que él tenía y por lo empalagoso de la adulación que contienen. No se ha publicado ni un párrafo crítico o discordante. Todo es ideal, magnífico , esplendoroso y sin fisuras. Es simplemente la propaganda del Opus Dei en plena faena que tan bien conocemos... y a estas alturas, la verdad es que resulta muy cansino ver una y otra vez la misma película.

Pues bien, pienso que lo que hay publicado no es toda la verdad. Si se trata de canonizar a Ortiz de Landázuri, hay que escudriñar toda su vida. Y hay que decir que en ella, hubo luces y sombras y la gente que trabajamos con él, que fuimos muchos, podríamos relatar las cosas que vimos, con objetividad, para información del público interesado.

Pero existe un grave problema: la presión que el Opus Dei ejerce en la CUN y en toda la Universidad de Navarra , es de tal calibre en cuanto al control de lo que se escribe, se publica y aún de lo que se piensa, que si alguien que viva dentro de esa hermética burbuja tuviera algo negativo que contar, probablemente se lo callaría porque contarlo le acarrearía muy serios problemas personales, laborales, familiares y económicos (tal es la red que los atrapa). Mas como de esa presión y de esa red, yo, gracias a Dios, pude liberarme hace tiempo y no me afectan en absoluto, he creído un deber escribir estas líneas.

Por otra parte, si Ortiz fuera canonizado, las personas que se fijarán en él, tendrían derecho a tener una información objetiva sobre su vida. No pretendo, hacer una biografía. Eso es cosa de historiadores profesionales e imparciales y aun está por hacer, pues lo que hay hasta ahora solo son pequeñas hagiografías sesgadas. Mi intención es únicamente relatar algunos aspectos de lo que yo viví y conocí en esos 5 años que trabaje con él.

Seguidamente enumero los aspectos que quiero comentar:

1) NIVEL CIENTIFICO. Su nivel científico fue bueno la mayor parte de su vida académica, a una escala nacional. Pero en la época en que me tocó trabajar con él había decaído de forma importante y alarmante, hasta el punto de que la CUN se vio obligada a incorporar al Dpto. de Medicina Interna, al Prof. D. Jesús Prieto Valtueña, catedrático de Patología General de la Universidad de Santiago de Compostela y numerario del Opus Dei, para subsanar esta grave deficiencia. El Prof. Prieto aportó un brillante y dilatado empuje a una investigación que languidecía, labor ampliamente reconocida a nivel nacional e internacional. Para los que estábamos allí con ilusión científica, vimos "el cielo abierto" con la llegada del Prof. Prieto, pues además de ser un verdadero " pura sangre" de la investigación era un hombre asequible, humilde y afable en lo personal.

2) TRATO CON LOS MEDICOS. En cuanto a su trato con los médicos, si estos eran de su mismo nivel académico siempre fue diplomático tanto en la CUN como en la Facultad de Medicina. La mayoría de ellos lo consideraban un primus inter pares y en general, casi siempre imponía sus criterios. Pocos se atrevían a llevarle la contraria porque era el hombre que había levantado la Clínica y Escrivá estaba muy contento con él.

Pero cuando se trataba de médicos de inferior escalafón, establecía diferencias de trato, según sus preferencias personales. Todos sabíamos quién le caía bien y quién no. Presencié, en más de una ocasión, broncas o regañeras a médicos, de dureza desmedida. A veces motivadas por asuntos importantes, pero en otras ocasiones, por nimiedades. Llegó en ocasiones a humillar a médicos, aun delante de otros compañeros y también delante de algún paciente, de forma muy injusta. Alguno de ellos, días después de recibir una de estas broncas me dijo que quería abandonar la carrera y dedicarse a otra cosa. Estos episodios, por desgracia, no eran infrecuentes. Siempre me parecieron impropias de una persona de su categoría esas iracundas explosiones reprobatorias, exentas de tacto y consideración. Un día me dijo: "Mire vd.: Yo, a la gente, la empujo. Si no se caen, dan un traspié y siguen adelante. Si se caen, no me interesan". Creo que con eso está todo dicho.

Pero como ostentaba un poder omnímodo en CUN, nadie se atrevía a alzar la voz porque el que lo hiciera, se jugaba su puesto de trabajo. Los comentarios no pasaban pues de cuchicheos de cafetería. Algunos, que formaban una cohorte de aduladores, le reían todas las gracias. Otros callaban. Otros murmuraban.

Podría dar nombres aquí, pues esos médicos viven en su mayoría y podrían corroborarlo. Los que en aquellos años fueron residentes, colaboradores o consultores de Medicina Interna saben perfectamente de lo que estoy hablando. Pero no deseo poner a nadie en evidencia. Si alguno de ellos quisiera y no se sintiera amordazado por el opus, lo podría expresar libremente. Es decir, que Ortiz de Landázuri fue diplomático con sus iguales y, en muchas ocasiones, muy desagradable e injusto en el trato con sus subordinados.

3)TRATO CON LOS ENFERMOS. En cuanto al trato con los enfermos, es cierto que fue bueno y afable con todos y, en verdad, nunca oí una queja de él a ningún paciente. Sin embargo, no es menos cierto que dedicaba mucho más tiempo y desvelos a aquellos pacientes más pudientes, a los de pago, que estaban ingresados en las mejores habitaciones individuales de la séptima planta, segunda fase; y dedicaba menos tiempo y diplomacia a los que ingresaban por cuenta de la Seguridad Social, en habitaciones para 2 o 3 personas en la séptima planta, tercera fase. En la segunda fase ponía a trabajar a los que él consideraba los mejores médicos que tenía y en la tercera fase, a los otros. A algunos de estos enfermos adinerados, en ocasiones, aprovechaba su ingreso para sacarles dinero "para la Universidad". En fin, que Ortiz de Landázuri, se dedicó más a los enfermos ricos que a los enfermos pobres. Jamás le vi ni la más mínima iniciativa en favor de los pobres. Nada de extrañar, por otra parte, dada la opción preferencial por los ricos que siempre ha caracterizado al Opus Dei.

4) HORARIO DE VISITAS. Su horario de visitas a los pacientes siempre fue un completo desorden, a pesar de la importancia que el orden tiene en el Opus Dei, que lo considera Norma de Siempre del Plan de Vida. Lo mismo empezaba a verlos a las 10 de la mañana, que a las 2 de la tarde o a las 11 de la noche. Era imposible saber a qué hora Ortiz de Landázuri pasaría visita. Esto originaba una alteración en los pacientes y sus familias y en el orden y horario de trabajo del personal (médicos, enfermeras o auxiliares). Esto sería insólito en cualquier hospital.

5) LAS VISITAS NOCTURNAS. Las visitas nocturnas, que empezaban a las 10 o las 11 de la noche, las dedicaba a sus enfermos privados de la segunda fase. Para empezar, exigía de forma absurda al residente de guardia un total conocimiento de las historias clínicas de "sus" pacientes, aunque el residente no fuera el médico responsable de ellos, cosa que ni era su obligación, ni se hacía en ningún servicio de la CUN ni se hace en ningún hospital de ningún sitio. Esto suponía un stress sobreañadido al médico, que llevaba 12 o 13 horas trabajando, atendiendo a los pacientes de los que era responsable, a las urgencias y a los ingresos. Creo que lo hacía para que el residente le refrescara su memoria por si tenía que hablar con algún paciente de su enfermedad y así poder demostrarle que se sabía perfectamente su historia clínica, para quedar bien. Le encantaba quedar siempre bien y acabar repartiendo abrazos por doquier a pacientes y familiares, hasta el punto que, entre nosotros, de forma jocosa, le llamábamos "D. Eduardo Ortiz de Abrazuri", naturalmente en privado. Recuerdo una anécdota divertida: una noche, después de ver a un paciente y darle buenas noticias sobre su dolencia, la esposa de este y sus hijas se abalanzaron sobre él en efusivos abrazos. Al salir de la habitación me dijo que él tuvo un viejo profesor que una ver le dijo: "Ortiz, fíjese vd. en ese dicho que dice: aquellas mujeres a las que quise tanto, me besan hoy como si fuera un santo" .... y apostilló, en plan jocoso "pues eso parece que es lo que ahora me ha pasado a mi".

A veces, en esas visitas nocturnas se llegaba a situaciones kafkianas como cuando, por ejemplo, exigía con vehemencia a las 12 de la noche que se le presentasen de inmediato datos, muchas veces intrascendentes de una historia clínica. O que se le dijera en el acto que día y a qué hora se iba a realizar tal o cual prueba médica a un paciente, lo cual implicaba molestar al personal de otros servicios de la CUN. Otras veces se ponía a redactar cartas dirigidas a familiares o médicos conocidos de algún paciente, teniendo a todos esperando a que acabara.

Había también situaciones surrealistas como la de entrar, a esas horas, a auscultar a un paciente que estaba durmiendo y D. Eduardo dando también cabezadas de sueño en el curso de la auscultación para acabar diciendo después de desperezarse: "sí, sí, parece que se auscultan algunos roncus". O, la de entrar en una habitación preguntando al paciente cómo estaba su familia, su esposa e hijos, cuando el asombrado enfermo era el Sr. Obispo de una diócesis cercana que estaba medio adormilado...

Estas visitas nocturnas eran muy famosas y pienso que tenían algo de sobreactuación por su parte, para hacer ver lo pendiente que estaba de los enfermos. Poco beneficiaban al enfermo, y sí que fastidiaban el trabajo de otras personas. Pero eran comentadas por sus incondicionales como el máximo ejemplo de dedicación al enfermo y lo ponían por las nubes. Al terminar, hacía que el residente de guardia, que llevaba 13 o 14 horas trabajando como ya he dicho, lo llevara a su casa y al regresar a la Clínica, ya eran las 2 o las 3 de la mañana para seguir trabajando al día siguiente. Nadie de la dirección de la Clínica se atrevió jamás a racionalizar este estado de cosas. Es decir, que Ortiz de Landázuri se consideraba con derecho a hacer lo que le diera la gana, a la hora que quisiera, sin que hubiera autoridad que lo controlara y sin respetar el trabajo ni los horarios de los demás.

6) EL DIAGNOSTICO, PIEDRA DE TOQUE DE TODO MAESTRO. La esencia del trabajo del médico es hacer el diagnóstico. Para tan esencial aspecto del trabajo, al menos cuando yo estuve allí, Ortiz de Landázuri, como corresponde a un maestro, en vez de ser el primero en diagnosticar, empezaba a pedir opiniones a los internistas y luego a otros especialistas relacionados con el caso. Y solo cuando había oído estas opiniones el daba su diagnóstico. (como diría un castizo.... así se las ponían a Fernando VII). No practicaba ese diagnostico pronto y certero, recién acabada la exploración clínica, en el que los médicos reconocemos el fundamento de la verdadera autoridad y prestigio de un maestro en el arte de la medicina. Es decir, que en mí no despertó esa admiración profesional de estar ante un verdadero maestro.

7) ERRORES DIAGNOSTICOS. Fui testigo de algún error diagnostico que cometió (pocos, que yo viera), como todos los médicos los hemos cometido y yo el primero. No puedo dar detalles aquí por el secreto médico. También justo es decir que cuando cometió un error no dio la espalda al paciente, sino que subsanó el tema delante de él.

Y, en fin, en cuanto a la marcha de su Causa de Canonización, se ve que ha habido un diligente y eficaz trabajo del Opus Dei, controlando, primero todo el procedimiento en Pamplona al igual que ahora lo hace en Roma. Solo falta componer bien los milagros, la firma del Cardinale Amato, la del Papa... et... voila!... podríamos tener otro beato.

Pregunto ahora a esas anónimas personas que no dan la cara y que elaboran la web oficial del Opus Dei y redactan las hojas informativas : ¿creen que están informando de forma completa y objetiva a las personas que se dicen devotos de D. Eduardo y que las leen de buena voluntad?... Yo creo más bien que utilizan la figura de D. Eduardo dando una información parcial y sesgada cuyo único fin es el beneficio del Opus Dei.

Solo me resta expresar mi deseo de que Dios proteja la memoria de D. Eduardo de sus aduladores. También deseo que Dios lo tenga en su Gloria y espero que haga lo mismo con todos nosotros cuando nos llegue la hora.

José Julio Corzo Robles




Publicado el Wednesday, 16 September 2015



 
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