1. Entrevista por la TV Pacheco (el Gabilondo colombiano) al padre Gonzalo Gallo González, GGG, provincial de los padres carmelitas descalzos, que vienen desde hace casi un siglo a Colombia, provenientes de Navarra, España. Los españoles ya son pocos y han ido siendo reemplazados por colombianos, como este paisa, GGG, que es conferencista de prestigio internacional y autor de varios libros de autoayuda que se venden como pan caliente. Además de sus conferencias, que llenan enormes centros de convenciones y de sus libros, GGG habla por la TV sobre valores, que es como llaman comercialmente las virtudes humanas. Pacheco le pregunta al padre GGG si se confiesa. Él le dice que sí. Pacheco le pregunta que de qué se confiesa. Él le dice lo pertinente («el justo cae siete veces» y esas cosas…). Pacheco le pregunta que cada cuánto se confiesa, y antes de que GGG diga su respuesta, yo pienso que si un numerario se confiesa una vez por semana por obligación, y otras tantas por escrúpulo, además de que debe rendir cuentas en la charla fraterna una vez por semana, el padre GGG, que es religioso, debe de confesarse a diario. ¡Sorpresa! El padre GGG responde: «Por ahí cada seis meses, Pacheco!»

2. Les pregunto a los seminaristas de San Pablo, fundados por el italiano Alberione, qué otras prácticas de piedad tienen, además de la misa y la reflexión, a la que me han invitado a las seis de la mañana, en la fría calle 170 de Bogotá. Me dicen que durante el noviciado rezan el rosario a diario, pero que después del noviciado cada quien decide si lo reza o no, según sea más o menos mariano. Les pregunto si tiene director espiritual. Estoy pensando en la confidencia semanal con el numerario laico asignado por el director. Me dicen que durante los primeros años tiene un maestro de novicios, que los va guiando y hasta moldeando para que estén cada vez más identificados con el carisma paulino. Que luego ya cada quien escoge si quiere tener un director o una directora espiritual. ¿Una directora? ¿Cómo así? Sí, uno puede escoger a una religiosa paulina, me dicen, o a un sacerdote, lo que uno quiera. Si quiere. Si no quiere, pues no es obligatorio. Se puede tener por temporadas.

3. Converso con el director del centro de estudios San Pablo, donde los futuros religiosos de esa comunidad cursan sus estudios de filosofía y comunicación (pues han de trabajar en medios de comunicación, emisoras, TV, cine, música, prensa, ediciones San Pablo…). Le pregunto en qué cosiste el carisma del que tanto habla. Me explica que el carisma paulino es la difusión del evangelio por los medios de comunicación. Me aclara que para ellos eso es lo más importante. Para que yo vaya entendiendo, me pone el siguiente ejemplo: «si una señora llega a que la confiese de urgencia y yo estoy a punto de entrar a la cabina de radio para salir al aire con mi programa en Radio Recuerdos, le digo a la señora que se vaya por donde mismo vino, que no tengo tiempo de atenderla y me voy a hacer mi programa de radio». Quedo patidifuso con semejante conducta laical de un sacerdote religioso.

Gómez