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 Correos: Oración San Miguel Arcángel.- Argentino

900. Sin clasificar
argentino :

Estimados:

Sobre lo que dice Safety, el origen de la oración a San Miguel Arcángel -como consecuencia de una visión sobrenatural que tuvo el Papa León XIII- es la de abajo.

Se trata del tipo de hecho que al espíritu religioso megalómano de San Escriva de Balaguer le hubiera dado placer atribuirse. León XIII, a diferencia de Escriva de Balaguer, fue un alma de altísima estatura espiritual, un hombre de cultura amplísima, como latinista componía versos de métrica perfecta. Un verdadero aristócrata de cuna y en educación. Como sacerdote todo lo que Escriva anhelo ser, pero lo que Natura Non Dat Salamanca Non Praestat.

Además llego a la cumbre que Escriva soñó e imitó groseramente con sus hechos autoritarios. Pecchi fue Papa, fue León XIII, de los papas más grandes de la historia.

Van los hechos sobre el origen de la oración a San Miguel Arcángel y otras oraciones más...



La Visión diabólica de León XIII

(De dónde nace su conocida oración exorcística)

Antes de la “reforma” litúrgica debida al Concilio Vaticano II, el celebrante y los fieles se arrodillaban al final de la Misa para rezar esta oración a san Miguel Arcángel:

“San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla; contra las maldades y las insidias del diablo sé nuestra ayuda. Te lo rogamos suplicantes: que el Señor lo ordene! Y tú, príncipe de las milicias celestiales, con el poder que te viene de Dios, vuelve a lanzar al infierno a Satanás y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para perdición de las almas.”

Dicha oración fue suprimida de la misa durante el concilio Vaticano II y el post concilio (1963- 1969), tras los innumerables retoques que iban haciendo, mes a mes, irreconocible a la Misa de san Pío V para cambiarla y mutarla en otra cosa indefinible (lo que, desde 1969, por ignorancia o por costumbre, todos siguen llamando “misa”).

(Curiosamente, en 1972, desaparecido dicho exorcismo en la misa, Pablo VI efectuaba sus famosas declaraciones sobre que el “humo de Satanás” había penetrado en el interior de la Iglesia Católica)

¿Cómo nació esa oración?

El 13 de octubre de 1884, el Papa León XIII, experimentó una visión horrible. Después de celebrar la Eucaristía, estaba consultando sobre ciertos temas con sus cardenales en la capilla privada del Vaticano cuando de pronto se detuvo al pie del altar y quedo sumido en una realidad que solamente él veía. Su rostro tenia expresión de horror y de impacto. Fue palideciendo. Algo muy duro había visto. De repente, se incorporó, levantó su mano como saludando y se fue a su estudio privado. Lo siguieron y le preguntaron: ¿Qué le sucede, Santidad? ¿Se siente mal? El respondió: "¡Oh, que imágenes tan terribles se me han permitido ver y escuchar!", y se encerró en su oficina.

¿Qué vio León XIII?

"Vi demonios y oí sus crujidos, sus blasfemias, sus burlas. Oí la espeluznante voz de Satanás desafiando a Dios, diciendo que el podía destruir la Iglesia y llevar todo el mundo al infierno si se le daba suficiente tiempo y poder. Satanás pidió permiso a Dios de tener 100 años para poder influenciar al mundo como nunca antes había podido hacerlo."

- Según otra versión, el Papa León XIII, escuchó a Satanás pedir a Dios Padre más poder y tiempo para afligir y probar la fidelidad de su Iglesia. Y Dios en sus inescrutables designios, se lo concedió. Entonces vió legiones de demonios que salieron del Infierno, y como negras sombras invadieron toda la tierra durante un siglo. Comprendió el Papa la gran importancia que tendría en la lucha el Arcángel San Miguel (Dn. 12,1) y que era el destinado a encadenar y encerrar con las llaves del abismo a todos los demonios (Apoc. 20, 1-3)

-Otra versión afirma que lo que el Papa León XIII indicó, tal como fue contado más tarde por aquellos que hablaron con el en el momento de la visión, sería en un periodo de más de cien años cuando el poder de Satanás alcanzaría su zenit. Este periodo incluía el siglo veinte.

También León XIII pudo comprender que si el demonio no lograba cumplir su propósito en el tiempo permitido, sufriría una derrota humillante. Vio a San Miguel Arcángel aparecer y lanzar a Satanás con sus legiones en el abismo del infierno.

Después de media hora, llamo al Secretario para la Congregación de Ritos. Le entregó una hoja de papel y le ordenó que la enviara a todos los obispos del mundo indicando que, bajo mandato, tenía que ser recitada después de cada Misa, la oración que ahí el había escrito.

En aquel escrito se ordenaba también rezar esas oraciones de rodillas. Lo antes escrito (que también había sido publicado en el periódico “La settimana del clero” el 30 de marzo de 1947) no cita las fuentes de las que se tomó la noticia. Pero de ello resulta el modo insólito en que se ordenó rezar esa plegaria, que fue expedida a los obispos diocesanos en 1886.

Como confirmación de la que escribió el padre Pechenino tenemos el autorizado testimonio del cardenal Nasalli Rocca que, en su carta pastoral para la cuaresma, publicada en Bolonia en 1946, escribe:

"León XIII escribió él mismo esa oración. La frase [los demonios] "que vagan por el mundo para perdición de las almas" tiene una explicación histórica, que nos fue referida varias veces por su secretario particular, monseñor Rinaldo Angeli. León XIII experimentó verdaderamente la visión de los espíritus infernales que se concentraban sobre la Ciudad Eterna (Roma); de esa experiencia surgió la oración que quiso hacer rezar en toda la Iglesia.

El la rezaba con voz vibrante y potente: la oímos muchas veces en la Basílica vaticana. No sólo esto, sino que escribió de su puño y letra un exorcismo especial contenido en el Ritual romano (edición de 1954, tít. XII, c. III, pp. 863 y ss.). El recomendaba a los obispos y los sacerdotes que rezaran a menudo ese exorcismo en sus diócesis parroquiales. El, por su parte, lo rezaba con mucha frecuencia a lo largo del día".

- Otra versión fue la del Cardenal Segura, Arzobispo de Sevilla, que en las interesantes conferencias que dio en la catedral de Sevilla durante la Cuaresma de 1950 dio a conocer una “importantísima revelación que tuvo el gran pontífice León XIII”: “Se encontraba éste ofreciendo el Santo Sacrificio cuando los sacerdotes familiares que le ayudaban observaron que el pontífice súbitamente, levantaba la cabeza, mientras que en su semblante se dibujaba una expresión de admiración y al mismo tiempo de horror, que le impidió, por unos momentos, el poder continuar la Misa.

Repuesto de la impresión y concluido el Santo Sacrificio, se retiró inmediatamente a su despacho de trabajo, y al cabo de media hora hizo llamar al Cardenal prefecto de la Sagrada Congregación de Ritos, y le dio unas cuartillas en las que había redactado unas oraciones, ordenándole que las hiciese llegar a todos los obispos del mundo, para que fuesen rezadas después de la Misa. Y como una persona de su confianza le preguntase qué era lo que le ocurrió, pensando que había sido favorecido, sin duda, por alguna gracia extraordinaria, León XIII le confió que, en efecto, había visto a Nuestro Señor hablando con Satanás –como la Sagrada Escritura nos recuerda otra conversación semejante a propósito de Job-, y en el curso de ella el demonio se jactó que tenía medio destruida a su Iglesia, y que si tuviese más libertad la destruiría por completo. Entonces el Señor le preguntó que cuánto tiempo necesitaba para destruirla, y Satanás le contestó que cincuenta o sesenta años le bastaban. Dios le concedió ese plazo, pero le dijo que después se verían…”

El exorcismo completo es el siguiente:

Exorcismo de Su Santidad el Papa León XIII contra Satanás y los Angeles Rebeldes

En el nombre del Padre...

Salmo 67. Levántese Dios y sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que le odian.

Como se disipa el humo se disipen ellos, como, se derrite la cera ante el fuego, así perecerán los impíos ante Dios.

Salmo 34. Señor, pelea contra los que me atacan; combate contra los que me hacen la guerra.

Sufran una derrota y queden avergonzados los que me persiguen a muerte.

Vuelvan la espalda llenos de confusión los que traman mi daño.

Sean como polvo frente al viento cuando el Ángel del Señor los desbarate.

Sea su camino oscuro y resbaladizo, cuando el Ángel del Señor los persiga.

Porque sin motivo me tendían redes de muerte, sin razón me abrían trampas mortales.

Que les sorprenda un desastre imprevisto, que los enrede la red que escondían; que caigan en la misma trampa que me abrieron.

Mi alma se alegra con el Señor y gozará de su salvación.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

 

Oración a San Miguel Arcángel. Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial, Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha que mantenemos combatiendo "contra los principados y potestades, contra los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por los aires" (Ef. 6, 12). Ven en auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su imagen y semejanza (Sap. 2, 23), y a tan "alto precio rescatados" (I Cor. 6, 20) de la tiranía del demonio. Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy los combates del Señor, como antaño luchaste contra Lucifer, corifeo de la soberbia y contra sus ángeles apóstatas. Ellos no pudieron vencer, y perdieron su lugar en el Cielo. "Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y Satanás, el seductor de todo el mundo: fue precipitado a la tierra y con él cayeron sus ángeles" (Apoc. 12,.8-9).

 

He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido con vehemencia. Disfrazado de "ángel de luz" (II Cor. 11, 14) con la escolta de todos los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre. Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los vicios e iniquidades.

 

Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus manos impías sobre todo lo que para Ella es mis queridos. Donde fueron establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las naciones, ellos han erigido el trono de la dominación de la impiedad, de suerte que, golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria.

 

La Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, 8), y sujeta al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado, precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Apoc. 20).

 

Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor.

He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos.

 

R. Ha vencido el León de la tribu de Judá, la raíz de David.

Señor, que tu misericordia venga sobre nosotros.

R. Como lo esperamos de Ti.

Señor, escucha nuestra oración.

R. Y llegue a Ti nuestro clamor.

El Señor esté con vosotros.

R. Y con tu espíritu.

Oremos. Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo Nombre y suplicantes imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de la Inmaculada siempre Virgen María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel, de San José Esposo de la Santísima Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos, te dignes prestarnos tu auxilio contra Satanás y todos los demás espíritus inmundos que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición de las almas. Amén.

 

Exorcismo: Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del infernal adversario, legión, concentración y secta diabólica, en el nombre y virtud de Nuestro Señor Jesu + cristo, para que salgas y huyas de la Iglesia de Dios, de las almas creadas a imagen de Dios y redimidas por la preciosa Sangre del Divino Cordero +. En adelante no oses, perfidísima serpiente, engañar al género humano, perseguir a la Iglesia de Dios, zarandear a los elegidos y cribarlos como el trigo +. Te lo manda Dios Altísimo, a quien en tu insolente soberbia aún pretendes asemejarte, "el cual quiere que todos los hombres se salven y Ileguen al conocimiento de la verdad" (II Tim. 2). Te lo manda Dios Padre + te lo manda Dios Hijo +; te lo manda Dios Espíritu Santo +. Te lo manda la majestad de Cristo, el Verbo eterno de Dios hecho hombre, quien para salvar a la estirpe perdida por tu envidia, "se humilló a sí mismo hecho obediente hasta la muerte" (Fil. 2); el cual edificó su Iglesia sobre roca firme, y reveló que los "poderes del infierno nunca prevalecerían contra ella, Él mismo había de permanecer con ella todos los días hasta el fin de los tiempos" (Mat. 28, 20). Te lo manda el santo signo de la Cruz y la virtud de todos los Misterios de la fe cristiana +. Te lo manda la excelsa Madre de Dios, la Virgen María, quien con su humildad desde el primer instante de su Inmaculada Concepción apIastó tu orgullosa cabeza +.

 

Te lo manda la fe de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de los demás Apóstoles +. Te lo manda la sangre de los mártires y la piadosa intercesión de todos los Santos y Santas +. Por tanto, maldito dragón y toda legión diabólica, te conjuramos por Dios + vivo, por Dios + verdadero, por Dios + santo, que "de tal modo amó al mundo que entrego a su unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que viva la vida eterna" (Juan 3); cesa de engañar a las criaturas humanas y deja de suministrarles el veneno de la eterna perdición; deja de dañar a la Iglesia y de poner trabas a su libertad. Huye Satanás, inventor y maestro de toda falacia, enemigo de la salvación de los hombres. Retrocede ante Cristo, en quien nada has hallado semejante a tus obras. Retrocede ante la Iglesia una, santa, católica y apostólica, la que el mismo Cristo adquirió con su Sangre. Humíllate bajo la poderosa mano de Dios. Tiembla y huye, al ser invocado por nosotros el santo y terrible Nombre de Jesús, ante el que se estremecen los infiernos, a quien están sometidas las Virtudes de los cielos, las Potestades y las Dominaciones; a quien los Querubines y Serafines alaban con incesantes voces diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los Ejércitos.

 

Señor, escucha mi oración.

R. Y llegue a Ti mi clamor.

El Señor esté con vosotros.

R. Y con tu espíritu.

Oremos. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles, Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa Majestad se digne libramos eficazmente y guardamos sanos de todo poder, lazo, mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

De las asechanzas del demonio.

R. Líbranos, Señor.

Haz que tu Iglesia te sirva con segura libertad.

R. Te rogamos, óyenos.

Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.

R. Te rogamos, óyenos.
(Se rocía con agua bendita el lugar y a los presentes).

Señor, no recuerdes nuestros delitos ni los de nuestros padres, ni tomes venganza de nuestros pecados (Tobías 3, 3).

Padre nuestro...

 

Argentino




Publicado el Monday, 20 February 2012



 
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