Cuando envié a la web mi opinión para Marcus, pensé que podría haber alguien que la criticaría. Pero esa posibilidad nunca impide que me exprese. El miércoles pasado descubrí que había acertado: me encuentro con el escrito de MaríaC.

Y como ella critica mi opinión, es equitativo que la suya sea matizada. Le recuerdo lo siguiente:

1º.- Marcus pidió opiniones a los usuarios de la web.

2º.- Yo le ofrecí la mía. No fui el único.

3º.- Existe lo que se denomina, libertad de opinión. Yo he usado la mía. Si no le gusta, es cosa suya, pero seguiré manteniéndola.

4º.- El formato de “correspondencia” en la web no es el adecuado para una reflexión similar a la que pueda otorgar un terapeuta de pareja profesional. Marcus no ha solicitado tal clase de reflexión, ni yo tengo por qué interpretar que la pedía en ese sentido. Por tanto, parece ilógico que MaríaC critique que mi opinión no tuviera el calado psicológico propio de la opinión de un profesional.

5º.- Los hechos son claros: Marcus pidió como ayuda la opinión de ex-miembros. Yo le respondí. De esto se deduce que mi escrito sólo tiene una finalidad: ofrecerle una ayuda. Marcus puede estimar que mi opinión no le sirve para nada, o que, quizás, sea aprovechable en algo. Desde luego, es libre para valorarla como estime. Pero eso no cambia la finalidad de mi escrito, que tiene su origen en el suyo. Destaco la intención y el hecho positivo de escribirle, frente a la crítica tan parcial de MaríaC.

6º.- “Lo correcto y lo incorrecto. Lo bueno y lo malo” con todas las gradaciones posibles entre un extremo y otro. Son conceptos existentes en todas las sociedades humanas y en todas las profesiones y actividades. Los seres humanos funcionamos con esos conceptos. Esto es un hecho. Otra cosa es la opinión que MaríaC tenga de los mismos. Distingamos el hecho de su opinión tan particular.

7º.- El ejemplo que expuse del matrimonio entre un musulmán y una católica se basa en un caso real. La duda que expresa MaríaC no es más que una concreción práctica del antiguo concepto de juicio temerario. Cualquiera puede darse cuenta que uso ese ejemplo para explicar la importancia de ser muy respetuoso con la conciencia (y estructura psicológica) de la otra persona y así evitarle cualquier clase de daño. El amor pide delicadezas de ese tipo. Aunque haya personas que no sean capaces de delicadezas por su “dureza de corazón”. Con su duda, MaríaC parece acreditar su falta de objetividad.

8º.- Si tuviera que calificar el escrito de MaríaC, podría emplear sus mismos adjetivos. Pero no lo haría, pues basta con destacar los errores generados por sus prejuicios.

Atentamente,

Daniel_M.