Con 20 años tenía las hormonas disparadas, pero aun así conservaba la pureza íntegramente. Había contactado con la Obra y estaba entusiasmado con ella, provenía de una familia muy cristiana y había estudiado en un colegio de religiosos, llevaba la carrera estupendamente. En fin un bocado apetitoso.

Cuando me propusieron "PITAR" pensé en aceptar inmediatamente pero antes de hacerlo, creí que debía comentar con el cura con el que me confesaba algunas particularidades de mi vida, en concreto determinado tipo de tentaciones contra la pureza que había tenido y en las que nunca había caído. El cura no le dio importancia y así quedó.

Por supuesto siempre había pensado que la dirección espiritual y el secreto de confesión eran temas tan serios que en la iglesia había habido mártires por ello. Pero he aquí que a las pocas semanas de haber pitado el director que llevaba mi confidencia me preguntaba detalladamente por lo que yo inocentemente le había contado al cura, y para más inri lo hacía de una forma que me hacía pensar en que el estaba complaciéndose con el tema.

Para mí fue un asunto que influyó decisivamente en tomar la decisión de desconfiar y observar el tinglado, y poco tiempo después dejarlo sin decir ni adiós, o no contestando a las llamadas o dando largas y hasta hoy unos 30 años después.

Jhon