Creo sinceramente que la Obra deberá ser reformada, tarde o temprano, como en su día lo fue la orden de las carmelitas, esperemos que Dios le conceda su Santa Teresa de Jesús. No cabe alegar que el Opus Dei, por designio de Dios es inmutable, puesto que las ordenes religiosas como la de las carmelitas, también fue en su día fundada y reformada por inspiración divina. ¿O es que alguien puede decir que no hubo inspiración divina en su fundación y sí en su reforma? ¿O lo contrario, que la hubo en su fundación y no en su reforma?. Aún aceptando que revelación verdadera y directa del Opus Dei a su fundador, ello no conlleva que no pueda igualmente ser reformado mas tarde también por inspiración divina...

Por otra parte, ¿Hasta donde llega la revelación y hasta donde se debe considerar inmutable?. ¿Incluye que hoy en día, las numerarias auxiliares deban atender las necesidades materiales de los miembros numerarios?. ¿Necesariamente debe mantenerse la incorporación de hecho con catorce años y medio haciendo caso omiso nada menos que del actual Código Canónico?. ¿Realmente se puede obviar las prescripciones de la Iglesia respecto de las manifestaciones de conciencia a superiores?. ¿Se puede empujar a alguien a ser del Opus Dei?. ¿Se puede obligar a alguien a ser santo?. ¿Se puede disfrazar u ocultar la verdad o una parte de ella, en nombre de Dios?. ¿Puede decir un miembro del Opus Dei a alguien que tiene vocación en nombre de Dios?. ¿Se puede utilizar el nombre de Dios aunque sea para bien?.

Las carmelitas, como la mayoría de las religiosas, habían decaído mucho del primer fervor, a principios del siglo XVI. Los conventos de Ávila eran una especie de centro de reunión de las damas y caballeros de la ciudad. Las religiosas, la mayoría hijas de buena familia, recibían a caballeros y damas del lugar, ataviadas con sus mejores galas, en muchos casos mediando una reja de por medio, y se conversaba sobre lo humano y lo divino, seguramente exento de galanteo, pero en todo caso muy mundano. Por otra parte, las religiosas podían salir de la clausura con el menor pretexto, de suerte que el convento era el sitio ideal para quien deseaba una vida fácil y sin problemas. Las comunidades eran sumamente numerosas, lo cual era a la vez causa y efecto de la relajación. Tal estado de cosas se aceptaba como normal, las religiosas no caían generalmente en la cuenta de que su modo de vida se apartaba mucho del espíritu de sus fundadores. Así, cuando una sobrina de Santa Teresa, que era también religiosa en el convento de la Encarnación de Ávila, le sugirió la idea de fundar una comunidad reducida, la santa la consideró como una especie de revelación del cielo, no como una idea ordinaria.

Teresa, que llevaba ya veinticinco años en el convento, resolvió poner en práctica la idea y fundar un convento reformado. El obispo de Ávila, aprobó el proyecto, y el provincial de las carmelitas, autorizó a Teresa a ponerlo en práctica. Sin embargo, el revuelo que provocó la ejecución del proyecto hizo que el provincial retirase el permiso y Santa Teresa fue objeto de las críticas de sus propias hermanas, de los nobles, de los magistrados y de todo el pueblo. La inauguración causó gran revuelo en Avila. Durante la misa que se celebró en la capilla con tal ocasión, tomaron el velo la sobrina de la santa y otras tres novicias. La superiora del convento de la Encarnación mandó llamar a Teresa y la santa acudió con cierto temor, "pensando que iban a encarcelarme". La santa estableció la más estricta clausura y el silencio casi perpetuo. El convento carecía de rentas y reinaba en él la mayor pobreza. Las religiosas vestían toscos hábitos, usaban sandalias en vez de zapatos, por ello se les llamó "descalzas", y estaban obligadas a la perpetua abstinencia de carne. Santa Teresa no admitió al principio más que a trece religiosas, pero más tarde, en los conventos que no vivían sólo de limosnas sino que poseían rentas, aceptó que hubiese veintiuna.

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